Sisbén IV: una mejora en la focalización de la población

Sisbén IV: una mejora en la focalización de la población vulnerable

Escrita por: Jhon Jairo Romero

Una importante preocupación de expertos y de la población en general ha sido que los recursos que se destinan para programas sociales lleguen efectivamente a la población más vulnerable del país. Con este objetivo, en 1995 se diseñó y se empezó a aplicar el instrumento de focalización de programas sociales llamado Sistema de Selección de Beneficiarios Para Programas Sociales mejor conocido como Sisbén. Entre sus finalidades está permitirle al Estado contar con información de las familias más vulnerables del país, generando un puntaje o calificación de las necesidades de los hogares a partir de sus condiciones socioeconómicas.

En el imaginario de muchas personas el Sisbén es un programa social que brinda recursos en dinero, y para otras un servicio de salud para las personas más vulnerables económicamente. Pero nada más alejado de la realidad, pues la finalidad del Sisbén es lograr la identificación de la población más vulnerable. El hogar al que se le aplica la ficha socioeconómica del Sisbén no le garantiza el acceso a ningún programa social. Para acceder a los beneficios y subsidios de alguno de los programas, aparte de estar en el Sisbén, el hogar deberá conocer y cumplir todos los requisitos que establece la entidad responsable del programa.

En los 26 años que han pasado desde que se inició el Sisbén el país ha contado con cuatro versiones del Sistema; en su evolución se ha conseguido mejorar la clasificación de las familias, controlando errores de inclusión o exclusión y blindando el Sistema para evitar una posible manipulación de sus condiciones para cambiar su clasificación.

La cuarta versión del Sisbén tuvo varios cambios importantes frente a las anteriores versiones, y además, los adelantos tecnológicos con los que se cuenta ahora permiten una captura y consolidación de la información más eficiente frente a las anteriores versiones. El cambio más importante en esta nueva versión es el enfoque de inclusión productiva e inclusión social midiendo la ocupación y el ingreso de los hogares, lo que ha permitido mejorar la identificación de las familias vulnerables. Para que un hogar pueda obtener la clasificación en el Sisbén IV se debe reportar información de las condiciones de la vivienda y servicios públicos, educación, salud, ocupación e ingresos y antecedentes sociodemográficos. El Sisbén IV da un paso más en la forma de medir pobreza, usando la ocupación y el ingreso de las personas.

Otro cambio importante es la forma de clasificación de las familias; se migró del puntaje de un índice cuantitativo que tenía un rango de 0 (más pobre) a 100 (más rico) a una clasificación por categorías que se estructura en cuatro grupos que se identifican con letras, las cuales definen el nivel de pobreza de los hogares, clasificando la población en pobreza extrema (grupo A), hogares pobres (grupo B), población vulnerable o en riesgo (grupo C) y población no pobre o no vulnerable (grupo D).

Al interior de estos grupos se subdividen los hogares en subgrupos con los que se puede tener una mejor clasificación de las personas hasta en 51 grupos en total, según la capacidad de generación de ingresos. Se debe tener presente que las familias que venían siendo clasificadas con el puntaje en el Sisbén III deberá ser clasificadas a partir los lineamientos del Sisbén IV. No existe una tabla de homologación que permita determinar la clasificación del Sisbén IV conociendo la clasificación del Sisbén III. El reto actual está a cargo de los responsables de cada programa; se deberán definir los nuevos límites en los que deberá estar la población beneficiaria, haciendo que la transición sea lo menos compleja para las partes.

Otra modificación importante es la forma en la que se recogerá la información de los hogares y sus integrantes. La captura por DMC (Dispositivos Móviles de Captura) hará que la información se recolecte con mayores controles y esta pueda ser transmitida a la base central de una manera más eficiente y con mejor calidad, haciendo que una modificación de alguna característica o condición del hogar tarde menos tiempo en ser aplicada en el Sistema.

Con esta nueva versión, el Sisbén IV le permitirá a las entidades de Gobierno responsables de asignar los beneficios de los Programas Sociales contar con información más ágil y actualizada de las familias que aplicaron la encuesta, teniendo una mayor seguridad que el beneficio asignado llegará a la población definida en el marco de cada programa. Además, el Sisbén IV cuenta con información de contacto la cual incluye el número de teléfono/celular de los hogares, lo que facilitará el contacto oportuno con los potenciales beneficiarios. Las personas que quieran actualizar su información o que quieran aplicar la encuesta del Sisbén deberán hacer la solicitud en la oficina del Sisbén del municipio de residencia, donde podrán agendar la visita para que les sea aplicada la encuesta en su vivienda. La inclusión en el Sisbén no representará ningún costo para los hogares y tampoco garantiza la entrada a algún programa social.

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Crecimiento económico y el Conpes

Crecimiento económico y el Conpes de reactivación

Escrita por: Julián Roa

La crisis económica derivada de las medidas de confinamiento por la pandemia del covid-19 ha sido profunda. En el caso de Colombia la crisis llevó a una caída del PIB en 6,8%, una inflación de 1,6%, que es el menor registro desde 1955, y una tasa de desempleo del 15,9%, con un promedio de las tasas de desempleo mensuales de 16,1%. Dichos resultados fueron similares a los pronosticados por Econometría Consultores publicados en este diario en las fechas de 7 de agosto y 30 de octubre del año pasado, en donde se esperaba una caída del PIB del 7%, una inflación del 1,8% y una tasa de desempleo del 16,5%. En dichas columnas se mencionaba la necesidad de lograr una senda de crecimiento alta en los próximos años para poder recuperar rápidamente las pérdidas generadas por esta crisis.

De momento, las expectativas de los analistas no son las mejores. Según la última encuesta de opinión financiera de Fedesarrollo, los pronósticos de crecimiento para 2021 fluctúan entre 3,9% y 4,8% con un valor mediano de 4,5%. Por su parte, el FMI y el Banco Mundial ajustaron sus perspectivas de crecimiento en 4,6% y 4,9%, respectivamente. Bajo estos escenarios, se recuperaría el nivel de PIB en 2019 en 2022. El 22 de enero, en este diario, Econometría Consultores pronosticó un crecimiento de 4,5% para 2021. La persistencia de los choques negativos en la tasa de desempleo hace necesario que se den acciones para mejorar el crecimiento económico en el corto plazo, pues de lo contrario los efectos lesivos de la crisis se mantendrán por mucho tiempo.

Es por ello por lo que existían tantas expectativas sobre el Conpes 4023, en el cual se fija la política pública para la reactivación, repotenciación y el crecimiento sostenible e incluyente. En nuestra opinión, el Conpes 4023 tiene múltiples aciertos, pero también genera dudas y se notan algunas ausencias.

Dentro de los aciertos se encuentra la inversión en la infraestructura vial del país, lo cual es importante en la medida en que generaría cerca de dos millones de empleos, aunque la mayoría de estos serían temporales. Además de este efecto en el empleo, este tipo de proyectos permite una mayor competitividad de las exportaciones no tradicionales colombianas pues bajaría el costo de transporte. Dicho compromiso también busca cerrar la brecha digital entre las zonas rurales y el campo, lo que seguramente incidirá de manera positiva en el crecimiento de largo plazo del país y en la calidad de vida de los colombianos.

Otro de los aciertos se encuentra en la expansión del programa Ingreso Solidario hasta junio de 2021, que se traduce en tres giros adicionales para las familias más afectadas por la pandemia. Lo anterior resulta importante puesto que, aún si se cumple el programa de vacunación, el primer semestre de 2021 no será muy dinámico, y los hogares más vulnerables seguirán necesitando apoyo de parte del gobierno. Es recomendable condicionar el fin de este programa a que se logré la inmunidad de rebaño en el país, más aún cuando los riesgos de un retraso en el programa de vacunación son altos. Ahora bien, este programa puede constituir un avance importante en materia de políticas públicas y puede adaptarse después de la pandemia, más en la lógica de un seguro de desempleo que de una transferencia no condicionada.

Una de las dudas que genera la lectura del documento Conpes es la celeridad del programa. ¿Cómo es la temporalidad de la ejecución $135 billones de dicho programa de reactivación? ¿En qué temporalidad se generarían los cerca de 2 millones y medio de empleos nuevos contemplados en dicho documento? Aunque se plantea que es un plan a seis años, en materia de mercado laboral es muy distinto generar 1,5 millones de empleos entre 2021 y 2022 y el millón restante entre 2023 y 2026 a generar cerca de 500.000 empleos cada año entre 2021 y 2026. Esta temporalidad no es clara. Es necesario que sean explícitas en el tiempo las metas de recuperación del mercado laboral. Si bien la inversión prometida puede generar empleos, es necesario que las metas con relación a estos últimos sean más explícitas.

En la misma línea, en el documento Conpes están ausentes políticas activas de empleo. La tasa de desempleo de las mujeres en 2020 se ubicó en 20,6% y a pesar de ello no se evidencia la existencia de estrategias que mitiguen la brecha de género. Se plantea que la inversión en infraestructura generará 2 millones de empleos, y ello está bien, pero serán fundamentalmente masculinos. Así las mujeres, que fueron las más afectadas por la crisis, no estarían beneficiadas de manera directa por esta política de reactivación. Son necesarios planes específicos dirigidos a este grupo social.

Lo mismo sucede con los jóvenes, pues gran parte de las estrategias destinadas a este segmento de la población se enfocan más en la formación de su capital humano, aspecto importante, pero que no garantizan la generación de empleo en este rango de edad. Sería prudente la generación de programas de disminución en los impuestos que hoy castigan la generación de empleo. También debe pensarse en la exención en parafiscales para fomentar el empleo de grupos altamente afectados por la crisis. El crecimiento económico debe ser inclusivo.

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Reflexiones sobre la reforma tributaria

Reflexiones sobre la reforma tributaria

Autor: Francisco Azuero

Es clara la necesidad de una reforma tributaria. No solo en Colombia. En todos los países del mundo la única opción que encontraron los estados para frenar la propagación del covid-19 fue frenar súbitamente las economías con cuarentenas y reglas de aislamiento social. Sin la actividad económica funcionando plenamente, el Estado se convirtió en el garante de última instancia de la supervivencia de personas y empresas. El Banco Mundial calcula que en los países emergentes la deuda pública creció 9 puntos porcentuales, y en Colombia los datos del Ministerio de Hacienda muestran que creció 12,8 puntos porcentuales, pasando de 48,6% del PIB en 2019 a 61,4% del PIB en 2020.

Los colombianos contamos con un activo muy importante que, como no lo hemos perdido, no lo valoramos lo suficiente: la estabilidad macroeconómica. Fuimos de los pocos países de América Latina que pasamos invictos la década perdida de los 80, cuando varios de los países de la región declararon la moratoria de la deuda externa debido al aumento desbordado del endeudamiento y al alza histórica de las tasas de interés. Pero el crecimiento del gasto público para enfrentar la pandemia se financió en gran parte con deuda nueva que en algún momento la sociedad deberá pagar.

Econometría anunció en este diario, en una columna del 3 abril del 2020, que el mayor gasto generado por la pandemia iba eventualmente a generar la necesidad de una reforma tributaria. Y que era necesario ser eficiente con este gasto extraordinario y apoyar en su justa medida a agentes económicos, porque todos ellos, los trabajadores, las empresas grandes y pequeñas, los hogares vulnerables y no vulnerables, estaban siendo afectados. Y que mientras más se vieran y valoraran las ayudas, más apoyo iba a tener esa reforma. El gobierno dijo que llegó el momento. Y ha esbozado, a través de entrevistas de prensa, algunos de los que posiblemente sean los elementos esenciales de su propuesta. Vale la pena hacer algunas reflexiones sobre ellos.

En primer lugar, se supone que el proyecto no se va a ocupar solamente de los impuestos, sino también del gasto. Por ello se le llamará “reforma fiscal” (el nombre reforma tributaria tiene cada vez menos atractivo). En cuanto a los impuestos, vale la pena recordar que la reforma tributaria de 2019 creó una “Comisión de Expertos” para estudiar los beneficios tributarios vigentes. Se supone que esa Comisión, compuesta por seis funcionarios públicos y cinco expertos internacionales ya debe estar por entregar su informe final, que supuestamente será la base para el proyecto de “reforma estructural”.

No es la primera vez que funciona una comisión de expertos con ese propósito. La penúltima, cuyo informe se presentó a finales de 2015, incluyó varias propuestas, la mayoría de las cuales no fueron tenidas en cuenta ni por el gobierno ni por el congreso. Esa comisión había señalado la conveniencia de racionalizar los llamados “beneficios tributarios” del impuesto a la renta, y que consisten en tratamientos privilegiados para ciertos contribuyentes, bajo la forma de rentas exentas, deducciones que no tienen relación con la generación de los ingresos, y tarifas preferenciales más bajas o descuentos tributarios. Esos tratamientos le costaron al fisco en el año 2018 (el Gobierno no ha publicado los resultados de 2019) $13,3 billones. Es indudable que una verdadera reforma estructural debe enfrentar ese hueco fiscal, por razones de eficiencia económica y de equidad tributaria.

Las propuestas del gobierno parecen referirse hasta ahora en la eliminación de exclusiones, exenciones y tarifas diferenciales del IVA, que hoy están centradas especialmente en productos que hacen parte de la canasta familiar. La devolución del IVA a los sectores más pobres de la población, y que se había presentado en proyectos anteriores, es hoy posible gracias al programa Compensación de IVA. No parece factible, ni conveniente, elevar más el impuesto a las sociedades, y mucho menos cobrarles el impuesto a la riqueza. Es posible sin embargo elevar las tarifas de las rentas de capital de las personas naturales, tal como lo propuso la Comisión de Expertos de 2015.

Tampoco es la primera vez que el gobierno anuncia una reforma “estructural”. Pero hasta ahora siempre los gobiernos se han tropezado con las realidades políticas. De hecho, el ministro Carrasquilla también intentó una en su primer paso por el ministerio. En un documento del 2010, Guillermo Perry, Mauricio Olivera y Mónica Pachón mostraron que desde la Constitución de 1991 es más difícil hacer una reforma tributaria estructural. La fragmentación política, propiciada entre otras por el sistema del voto preferente para cuerpos colegiados, obliga a discutir y sustentar la reforma con varios partidos o fracciones, e incluso con parlamentarios individuales, cada uno defendiendo los intereses de sus votantes o de los grupos de poder que los financian. Por esto los gobiernos, y los parlamentos, reconociendo la necesidad de recursos, terminan aumentando las tasas impositivas de rentas de trabajo o aumentando el IVA. ¿Qué hará que este gobierno si logre, por fin, impulsar esa reforma estructural?

Frente al gasto público, el otro gran componente de la anunciada “reforma fiscal” es muy poco lo que se ha anunciado. Haría bien el gobierno en seguir varias de las recomendaciones de la comisión del Gasto y la Inversión Pública, publicado en 2017.

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El servicio de empleo y el covid, columna de Econometría

El servicio de empleo y el covid

Autor: Mauricio Olivera

Las últimas cifras del mercado laboral no son alentadoras. Aunque con la apertura de mitad del año pasado la tasa de desempleo se redujo considerablemente, pasando de 20,3% a 13,8% entre el segundo y el cuarto trimestre del 2020, continúa por encima de los dos dígitos, y este descenso se concentró en empleos informales. En el año se destruyeron 2,4 millones de empleos, a lo que se suman 1,8 millones de personas que pasaron a la inactividad dejando de presionar el mercado laboral. La tasa de desempleo anual fue de 15,9% frente a 10,5% del 2019, creciendo más del 50%. Las comparaciones internacionales también muestran que la pandemia ha tenido efectos devastadores en el empleo. Entre los países de la OECD, desde el inicio de la pandemia Colombia fue el país más afectado, superando el 20% de desempleo, y en diciembre se mantuvo en los tres primeros lugares de más altas tasas de desempleo, acompañada por España y Grecia. A este panorama se suman las medidas que los gobiernos tuvieron que tomar para enfrentar la segunda ola de contagios, y aunque se están haciendo los esfuerzos para un plan de vacunación masivo, la incertidumbre es grande.

El panorama laboral ha llevado al país a discutir y diseñar diversos mecanismos para enfrentar la crisis. El gobierno se ha concentrado en alivianar la reducción del ingreso de las familias con los programas Ingreso Solidario y Compensación de IVA. Destinó recursos importantes a las empresas capitalizando el Fondo Nacional de Garantías. Respecto al mercado laboral creó la Misión de Empleo, y en la Mesa de Concertación Laboral se habló de la necesidad de una reforma laboral. Creó y hace unos días puso en marcha el piso de protección social, buscando atacar la informalidad aumentando la cobertura en seguridad social. Para los trabajadores formales que perdieron su empleo, las cajas de compensación han utilizado los recursos de sus agencias de empleo para subsidiar los ingresos de estos trabajadores por un tiempo limitado. También creó el Programa de Apoyo al Empleo Formal (PAEF), un programa de subsidio a la nómina, con recursos del Fondo de Mitigación de Emergencia (FOME), y ejecutado a través de entidades financieras.

Por su parte, basado en la famosa afirmación de John Maynard Keynes sobre la necesidad de abrir huecos para taparlos en su obra “Teoría general del empleo, el interés y el dinero” cuando analiza la desutilidad del desempleo y la necesidad de gasto público para impulsar la economía, un precandidato presidencial propuso como política de choque para enfrentar el desempleo en el corto plazo un programa de empleo de emergencia, ejecutado por los gobiernos regionales y locales, con financiación del gobierno central, y sabiendo que en las regiones existen muchas obras por terminar -los huecos ya están abiertos, es necesario cerrarlos.

En suma, se han discutido varios temas para enfrentar la crisis del mercado laboral. La realidad actual obliga a actuar más rápido, y a buscar mayores efectos. Un tema del que poco se ha hablado es sobre el papel del servicio de empleo para enfrentar la crisis, más allá del subsidio a los trabajadores formales.

Los servicios de empleo tomaron su relevancia después del trabajo seminal de Dale Mortensen y Christopher Pissarides en 1994 en el cual demuestran que una gran ineficiencia en el mercado laboral se encuentra en el emparejamiento entre la oferta y la demanda laboral. Gracias a este trabajo fueron galardonados con el premio nobel de economía, al lado de Peter Diamond, en el 2010. Quienes ofrecen su trabajo no saben en qué empresas son necesitados de acuerdo a su conocimiento, experiencia y habilidades, y las empresas no saben donde encontrar los trabajadores que necesitan. El papel primordial de los servicios de empleo es lograr que las personas que buscan trabajo -la oferta laboral- lo consigan de acuerdo a sus capacidades, y que los empleadores que buscan trabajadores -la demanda laboral- lo consigan de acuerdo a sus necesidades, de manera eficiente. En los países avanzados, el servicio de empleo juega un papel protagónico. El servicio público alemán cuenta con más de 100 mil funcionarios, y más de la mitad trabajan en los centros de empleo, y en el 2020 atendió más de 7,5 millones de personas.

En Colombia se creó el servicio público de empleo en el 2012, atado al mecanismo de protección al cesante, una aproximación al seguro de desempleo. Una evaluación inicial mostró que es una institución en maduración, y entre los retos está la confianza de los empleadores para registrar sus vacantes. A este se suma la unión entre el servicio de empleo y la formación para el trabajo con una perspectiva de mediano plazo. La nueva normalidad traerá nuevos empleos con nuevas habilidades y competencias de los trabajadores.

El servicio de empleo podría jugar un papel más protagónico para enfrentar la crisis del mercado laboral generada por la pandemia. La OIT hace un recuento completo de las respuestas que este ha dado tanto en esta crisis, tanto para las políticas pasivas de empleo (por ejemplo, subsidios al desempleo) como para las políticas activas (Para la demanda laboral, políticas de corta duración para preservar el empleo e incentivos la creación de nuevos empleos, y para la oferta políticas de capacitación e incentivos para buscar activamente empleo, y programas públicos de empleo de emergencia de corta duración, especialmente para trabajadores vulnerables y con bajo nivel educativo).

Una encuesta al servicio de empleo en 72 países realizada por el BID, la OIT, la Asociación Mundial de Servicios Públicos de Empleo (Wapes, por sus siglas en inglés), la Comisión Europea, y Socieux+, un proyecto de la Unión Europea que busca mejorar las capacidades de la protección social en países de ingreso medio y bajo, muestra que los servicios de empleo se adaptaron para seguir prestando sus servicios durante el confinamiento, se readecuaron y ampliaron para responder a las necesidades prioritarias, por ejemplo, del seguro de desempleo, de subsidios para la retención del empleo o de programas de empleo de emergencia, y para reclutamiento de trabajadores en sectores prioritarios. Algunos también fortalecieron la recapacitación para desempleados con escasos recursos a través de programas virtuales, e implementaron y fortalecieron políticas inclusivas, por ejemplo, cuidado de los niños atados a la acción de búsqueda de empleo. En Colombia, es necesario fortalecer el papel protagónico del servicio de empleo. En el corto plazo, unificando las políticas de empleo para enfrentar la crisis, y, en el largo, para la formación para el trabajo y la creación de trabajo formal.

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Seguiremos en 2020 hasta junio, columna de Econometría

Seguiremos en 2020 hasta junio

Autor: Julián Roa Rozo

Hace cinco meses Econometría Consultores esperaba una caída de 7% en 2020 y una recuperación cercana a 3,5% en 2021. Según la encuesta de expectativas económicas de junio de 2020 realizada por el Banco de la República, algunos analistas esperaban una caída de 10%. Por su parte, el Ministerio de Hacienda esperaba una caída de 5,5% (ver columna ¿Curva V?). Como se puede ver, no había un consenso sobre lo que pasaría con la economía colombiana.

En cuanto a la incertidumbre, 2021 se parece a 2020. Actualmente la mayoría de los analistas espera un crecimiento entre 4,5% y 5,3% para 2021, según la encuesta mensual de expectativas de enero de 2021. Algunos contemplan la posibilidad de que la economía haya caído cerca de 8% en 2020 y tengamos una recuperación débil cercana a 0,8% en 2021. Otros, más optimistas, esperan que la economía haya caído 6% en 2020 y tenga una recuperación cercana a 8%. Por su parte, Econometría Consultores conserva su pronóstico de una caída de 7% en 2020 y ajusta su pronóstico para 2021 con un crecimiento de 4,5%.

Esta expectativa de mejoría se sustenta en las vacunas. Desde el lado externo, los países desarrollados han empezado a vacunar a sus ciudadanos. Lo anterior ha aumentado las expectativas de un alto crecimiento económico para estos países y esto incidirá en el precio del petróleo el cual se espera que aumente en un rango entre US$55 y US$60 por barril. La recuperación de la demanda externa y del precio del petróleo incidirán de manera positiva en el crecimiento económico colombiano.

Sin embargo, Colombia enfrenta una alta incertidumbre. El gobierno colombiano anunció un plan de vacunación sin fechas claras. Por otra parte, las noticias de retraso de las vacunas a nivel mundial hacen pensar que Colombia empezará más tarde de lo previsto. Siguiendo el calendario proyectado de dosis, Colombia tendría una dosificación promedio de 146.000 dosis por día. Lo anterior es un número alto y, a priori, difícil de creer. En estos momentos, de los 54 países que han empezado los programas de vacunación solo ocho han logrado dosificaciones diarias por encima de 100.000 dosis (Estados Unidos, China, Turquía, Reino Unido, India, Israel y Emiratos Árabes Unidos). De los países latinoamericanos, México ha impuesto el récord pues ha logrado 50.000 dosis diarias. También es importante recordar el alto rechazo que tienen las vacunas. Según la Encuesta del Pulso Social del Dane, solo 60% de los colombianos se aplicaría la vacuna.

El reto que tiene el plan de vacunación colombiano es alto. Dentro de las poblaciones prioritarias para vacunar están los docentes pues su vacunación permitirá la reapertura de los colegios públicos y de esta manera se puede dar una reactivación real. Si se cumple el plan del Gobierno a mediados del mes de mayo los docentes empezarían su vacunación. En contraparte, si se da una situación similar a la de México, la vacunación de los docentes empezaría en agosto.

Por lo anterior es de esperar que 2021 tendrá un primer semestre similar al final de 2020. Es decir, se tendrá un esquema de autocuidado con la posibilidad de cuarentenas sectoriales no esperadas después de febrero en algunas ciudades del país, y sin la reapertura de colegios públicos. Bajo este supuesto, la economía se mantendrá estancada durante el primer semestre de 2021. Se esperaría una reactivación importante en el segundo semestre. La razón es que una vez se vacunen las personas de alto riesgo, se puede permitir una mayor movilidad de los ciudadanos.

Si bien, esta mayor movilidad implicará un aumento en los contagios, la vacunación podría reducir la mortalidad de manera importante. Así, se puede dar una recuperación sostenible epidemiológicamente en el segundo semestre de 2021.

Bajo este escenario, Econometría Consultores espera que la economía crezca 4,5% este año. Se espera que la tasa de cambio se disminuya a $3.250 a finales de 2021. Los factores detrás de esta revaluación son un aumento en el precio del petróleo generado por una mayor demanda global y el impulso monetario por parte de Estados Unidos.

Esto puede incidir en variables como la inflación, la cual se espera termine 2021 cerca de 2,6%. Una revaluación acompañada de una demanda débil en el primer semestre de 2021 permitirá que la inflación se mantenga baja durante el primer semestre y de esta manera, su incremento se dará en el segundo semestre de 2021 una vez la economía vuelva a reactivarse. En cuanto al desempleo, esta a va a tener un repunte importante en el mes de enero y luego caerá cerca de 11% a finales de 2021. Los riesgos que tiene la economía son altos y además su probabilidad de materializarse no es baja. Es probable que el pronóstico brindado hoy cambie a la baja en los próximos meses.

Por ello se sugiere al Gobierno colombiano ser más claro en cuanto la celeridad del plan de vacunación para así brindar certidumbre a los empresarios y que de esta manera se puedan tomar decisiones informadas.

Esta información también es útil para el Ministerio de Hacienda, ya sea para prepararse para un nivel mayor de gasto o para ajustar las proyecciones de ingresos tributarios. Naturalmente, un plan de vacunación de esta naturaleza es inédito y es probable que se den contratiempos en el camino. Sin embargo, un plan con una mayor claridad sobre las fechas de inicio de cada fase es una herramienta útil para todos los colombianos.

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