Reflexiones sobre la reforma tributaria

Reflexiones sobre la reforma tributaria

Autor: Francisco Azuero

Es clara la necesidad de una reforma tributaria. No solo en Colombia. En todos los países del mundo la única opción que encontraron los estados para frenar la propagación del covid-19 fue frenar súbitamente las economías con cuarentenas y reglas de aislamiento social. Sin la actividad económica funcionando plenamente, el Estado se convirtió en el garante de última instancia de la supervivencia de personas y empresas. El Banco Mundial calcula que en los países emergentes la deuda pública creció 9 puntos porcentuales, y en Colombia los datos del Ministerio de Hacienda muestran que creció 12,8 puntos porcentuales, pasando de 48,6% del PIB en 2019 a 61,4% del PIB en 2020.

Los colombianos contamos con un activo muy importante que, como no lo hemos perdido, no lo valoramos lo suficiente: la estabilidad macroeconómica. Fuimos de los pocos países de América Latina que pasamos invictos la década perdida de los 80, cuando varios de los países de la región declararon la moratoria de la deuda externa debido al aumento desbordado del endeudamiento y al alza histórica de las tasas de interés. Pero el crecimiento del gasto público para enfrentar la pandemia se financió en gran parte con deuda nueva que en algún momento la sociedad deberá pagar.

Econometría anunció en este diario, en una columna del 3 abril del 2020, que el mayor gasto generado por la pandemia iba eventualmente a generar la necesidad de una reforma tributaria. Y que era necesario ser eficiente con este gasto extraordinario y apoyar en su justa medida a agentes económicos, porque todos ellos, los trabajadores, las empresas grandes y pequeñas, los hogares vulnerables y no vulnerables, estaban siendo afectados. Y que mientras más se vieran y valoraran las ayudas, más apoyo iba a tener esa reforma. El gobierno dijo que llegó el momento. Y ha esbozado, a través de entrevistas de prensa, algunos de los que posiblemente sean los elementos esenciales de su propuesta. Vale la pena hacer algunas reflexiones sobre ellos.

En primer lugar, se supone que el proyecto no se va a ocupar solamente de los impuestos, sino también del gasto. Por ello se le llamará “reforma fiscal” (el nombre reforma tributaria tiene cada vez menos atractivo). En cuanto a los impuestos, vale la pena recordar que la reforma tributaria de 2019 creó una “Comisión de Expertos” para estudiar los beneficios tributarios vigentes. Se supone que esa Comisión, compuesta por seis funcionarios públicos y cinco expertos internacionales ya debe estar por entregar su informe final, que supuestamente será la base para el proyecto de “reforma estructural”.

No es la primera vez que funciona una comisión de expertos con ese propósito. La penúltima, cuyo informe se presentó a finales de 2015, incluyó varias propuestas, la mayoría de las cuales no fueron tenidas en cuenta ni por el gobierno ni por el congreso. Esa comisión había señalado la conveniencia de racionalizar los llamados “beneficios tributarios” del impuesto a la renta, y que consisten en tratamientos privilegiados para ciertos contribuyentes, bajo la forma de rentas exentas, deducciones que no tienen relación con la generación de los ingresos, y tarifas preferenciales más bajas o descuentos tributarios. Esos tratamientos le costaron al fisco en el año 2018 (el Gobierno no ha publicado los resultados de 2019) $13,3 billones. Es indudable que una verdadera reforma estructural debe enfrentar ese hueco fiscal, por razones de eficiencia económica y de equidad tributaria.

Las propuestas del gobierno parecen referirse hasta ahora en la eliminación de exclusiones, exenciones y tarifas diferenciales del IVA, que hoy están centradas especialmente en productos que hacen parte de la canasta familiar. La devolución del IVA a los sectores más pobres de la población, y que se había presentado en proyectos anteriores, es hoy posible gracias al programa Compensación de IVA. No parece factible, ni conveniente, elevar más el impuesto a las sociedades, y mucho menos cobrarles el impuesto a la riqueza. Es posible sin embargo elevar las tarifas de las rentas de capital de las personas naturales, tal como lo propuso la Comisión de Expertos de 2015.

Tampoco es la primera vez que el gobierno anuncia una reforma “estructural”. Pero hasta ahora siempre los gobiernos se han tropezado con las realidades políticas. De hecho, el ministro Carrasquilla también intentó una en su primer paso por el ministerio. En un documento del 2010, Guillermo Perry, Mauricio Olivera y Mónica Pachón mostraron que desde la Constitución de 1991 es más difícil hacer una reforma tributaria estructural. La fragmentación política, propiciada entre otras por el sistema del voto preferente para cuerpos colegiados, obliga a discutir y sustentar la reforma con varios partidos o fracciones, e incluso con parlamentarios individuales, cada uno defendiendo los intereses de sus votantes o de los grupos de poder que los financian. Por esto los gobiernos, y los parlamentos, reconociendo la necesidad de recursos, terminan aumentando las tasas impositivas de rentas de trabajo o aumentando el IVA. ¿Qué hará que este gobierno si logre, por fin, impulsar esa reforma estructural?

Frente al gasto público, el otro gran componente de la anunciada “reforma fiscal” es muy poco lo que se ha anunciado. Haría bien el gobierno en seguir varias de las recomendaciones de la comisión del Gasto y la Inversión Pública, publicado en 2017.

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¿Cuáles son las expectativas para el crecimiento en Venezuela este año?

La firma Ecoanalítica, miembro de la Alianza LAECO, estima un decrecimiento del -1,9% de la economía de Venezuela para 2021 y un aumento del 5,8% para el 2022. Estas son expectativas positivas, considerando la contracción del PIB de 39,8% y del 34,5% presentadas para el 2019 y el 2020 respectivamente.

What are the growth expectations in Venezuela this year?

As predicted in previous months, inflation has continued to rise. As of March, monthly inflation was 1%, and annual inflation reached 8.5%. In response, Banco de la República raised its benchmark interest rate by 100 basis points at its March meeting. On the positive side, the labor market is recovering.

El servicio de empleo y el covid, columna de Econometría

El servicio de empleo y el covid

Autor: Mauricio Olivera

Las últimas cifras del mercado laboral no son alentadoras. Aunque con la apertura de mitad del año pasado la tasa de desempleo se redujo considerablemente, pasando de 20,3% a 13,8% entre el segundo y el cuarto trimestre del 2020, continúa por encima de los dos dígitos, y este descenso se concentró en empleos informales. En el año se destruyeron 2,4 millones de empleos, a lo que se suman 1,8 millones de personas que pasaron a la inactividad dejando de presionar el mercado laboral. La tasa de desempleo anual fue de 15,9% frente a 10,5% del 2019, creciendo más del 50%. Las comparaciones internacionales también muestran que la pandemia ha tenido efectos devastadores en el empleo. Entre los países de la OECD, desde el inicio de la pandemia Colombia fue el país más afectado, superando el 20% de desempleo, y en diciembre se mantuvo en los tres primeros lugares de más altas tasas de desempleo, acompañada por España y Grecia. A este panorama se suman las medidas que los gobiernos tuvieron que tomar para enfrentar la segunda ola de contagios, y aunque se están haciendo los esfuerzos para un plan de vacunación masivo, la incertidumbre es grande.

El panorama laboral ha llevado al país a discutir y diseñar diversos mecanismos para enfrentar la crisis. El gobierno se ha concentrado en alivianar la reducción del ingreso de las familias con los programas Ingreso Solidario y Compensación de IVA. Destinó recursos importantes a las empresas capitalizando el Fondo Nacional de Garantías. Respecto al mercado laboral creó la Misión de Empleo, y en la Mesa de Concertación Laboral se habló de la necesidad de una reforma laboral. Creó y hace unos días puso en marcha el piso de protección social, buscando atacar la informalidad aumentando la cobertura en seguridad social. Para los trabajadores formales que perdieron su empleo, las cajas de compensación han utilizado los recursos de sus agencias de empleo para subsidiar los ingresos de estos trabajadores por un tiempo limitado. También creó el Programa de Apoyo al Empleo Formal (PAEF), un programa de subsidio a la nómina, con recursos del Fondo de Mitigación de Emergencia (FOME), y ejecutado a través de entidades financieras.

Por su parte, basado en la famosa afirmación de John Maynard Keynes sobre la necesidad de abrir huecos para taparlos en su obra “Teoría general del empleo, el interés y el dinero” cuando analiza la desutilidad del desempleo y la necesidad de gasto público para impulsar la economía, un precandidato presidencial propuso como política de choque para enfrentar el desempleo en el corto plazo un programa de empleo de emergencia, ejecutado por los gobiernos regionales y locales, con financiación del gobierno central, y sabiendo que en las regiones existen muchas obras por terminar -los huecos ya están abiertos, es necesario cerrarlos.

En suma, se han discutido varios temas para enfrentar la crisis del mercado laboral. La realidad actual obliga a actuar más rápido, y a buscar mayores efectos. Un tema del que poco se ha hablado es sobre el papel del servicio de empleo para enfrentar la crisis, más allá del subsidio a los trabajadores formales.

Los servicios de empleo tomaron su relevancia después del trabajo seminal de Dale Mortensen y Christopher Pissarides en 1994 en el cual demuestran que una gran ineficiencia en el mercado laboral se encuentra en el emparejamiento entre la oferta y la demanda laboral. Gracias a este trabajo fueron galardonados con el premio nobel de economía, al lado de Peter Diamond, en el 2010. Quienes ofrecen su trabajo no saben en qué empresas son necesitados de acuerdo a su conocimiento, experiencia y habilidades, y las empresas no saben donde encontrar los trabajadores que necesitan. El papel primordial de los servicios de empleo es lograr que las personas que buscan trabajo -la oferta laboral- lo consigan de acuerdo a sus capacidades, y que los empleadores que buscan trabajadores -la demanda laboral- lo consigan de acuerdo a sus necesidades, de manera eficiente. En los países avanzados, el servicio de empleo juega un papel protagónico. El servicio público alemán cuenta con más de 100 mil funcionarios, y más de la mitad trabajan en los centros de empleo, y en el 2020 atendió más de 7,5 millones de personas.

En Colombia se creó el servicio público de empleo en el 2012, atado al mecanismo de protección al cesante, una aproximación al seguro de desempleo. Una evaluación inicial mostró que es una institución en maduración, y entre los retos está la confianza de los empleadores para registrar sus vacantes. A este se suma la unión entre el servicio de empleo y la formación para el trabajo con una perspectiva de mediano plazo. La nueva normalidad traerá nuevos empleos con nuevas habilidades y competencias de los trabajadores.

El servicio de empleo podría jugar un papel más protagónico para enfrentar la crisis del mercado laboral generada por la pandemia. La OIT hace un recuento completo de las respuestas que este ha dado tanto en esta crisis, tanto para las políticas pasivas de empleo (por ejemplo, subsidios al desempleo) como para las políticas activas (Para la demanda laboral, políticas de corta duración para preservar el empleo e incentivos la creación de nuevos empleos, y para la oferta políticas de capacitación e incentivos para buscar activamente empleo, y programas públicos de empleo de emergencia de corta duración, especialmente para trabajadores vulnerables y con bajo nivel educativo).

Una encuesta al servicio de empleo en 72 países realizada por el BID, la OIT, la Asociación Mundial de Servicios Públicos de Empleo (Wapes, por sus siglas en inglés), la Comisión Europea, y Socieux+, un proyecto de la Unión Europea que busca mejorar las capacidades de la protección social en países de ingreso medio y bajo, muestra que los servicios de empleo se adaptaron para seguir prestando sus servicios durante el confinamiento, se readecuaron y ampliaron para responder a las necesidades prioritarias, por ejemplo, del seguro de desempleo, de subsidios para la retención del empleo o de programas de empleo de emergencia, y para reclutamiento de trabajadores en sectores prioritarios. Algunos también fortalecieron la recapacitación para desempleados con escasos recursos a través de programas virtuales, e implementaron y fortalecieron políticas inclusivas, por ejemplo, cuidado de los niños atados a la acción de búsqueda de empleo. En Colombia, es necesario fortalecer el papel protagónico del servicio de empleo. En el corto plazo, unificando las políticas de empleo para enfrentar la crisis, y, en el largo, para la formación para el trabajo y la creación de trabajo formal.

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Katherinne Alvarado
Fieldwork Manager
Katherinne Alvarado Acevedo is an Industrial Engineer, with experience in management and coordination of quantitative data collection, she is linked to Econometría since 2019 and has participated in more than 12 consultancies with the firm. Her areas of interest are mainly: Social inclusion, logistics, health, public policy, territorial, urban and rural development, among others.
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Katherinne Alvarado
Líder Trabajo de Campo
Katherinne Alvarado Acevedo es Ingeniera Industrial, con experiencia en gestión y coordinación de recolección de datos cuantitativos, se encuentra vinculada a Econometría desde el 2019 y ha participado en más de 12 consultorías con la firma. Sus áreas de interés son principalmente: Inclusión social, logística, salud, políticas públicas, desarrollo territorial, urbano y rural, entre otros.
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Tomas Hamann
Junior Consultant
Tomas Hamann Sanclemente is an economist from the Universidad de Los Andes with a minor in Business Law and has been part of Econometría since 2023. His areas of interest include macroeconomic analysis, impact evaluation, market analysis, and business planning.
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