Las abuelas

- febrero 14, 2025
- Colombia
- Artículos de prensa
Escrita por: Carolina Murgueitio, directora general.
El pasado 5 de febrero falleció mi abuela Blanca Restrepo de Murgueitio en Cali. Vivió 108 años sin enfermarse de gravedad, y dejó una descendencia extensa con un legado por el cual trabajó de manera incasable, el de contribuir al país a través del trabajo en diferentes ámbitos y esferas. Sucedió 42 años a mi abuelo así que, en sus manos en solitario por cuatro décadas, fue el motor de mi familia paterna. Desde que tengo memoria, su casa fue un refugio, un lugar donde el tiempo parecía detenerse y los problemas se desvanecían entre el aroma de sus comidas, sus anécdotas e historias. Al mismo tiempo se iban discutiendo los problemas del mundo y del país bajo su análisis riguroso y a la vez práctico.
Mi abuela fue una mujer fuerte, enfrentó las adversidades con una dignidad admirable mientras fue testigo de dos guerras mundiales, la llegada del hombre a la luna, la caída del muro de Berlín, 30 presidentes de Colombia, el cambio de milenio y casi tres décadas más, además de dos pandemias, la última de 2019 a 2022 marcó para ella un punto de inflexión hacia el declive de su vida pues si bien, gracias a los cuidados de su familia no fue contagiada, la soledad de su amplia casa afectó su brillante cerebro.
El profundo agradecimiento que tengo a “Doña Blanca” me inspira a hacerle un homenaje a las abuelas a través de relevar su aporte a la economía de un país. Medir el aporte exacto de las abuelas al Producto Interno Bruto, PIB, es complicado, ya que muchas de sus contribuciones son informales y no se registran en las estadísticas económicas. En Colombia en particular, las abuelas a menudo realizan tareas de cuidado y labores domésticas que permiten que otros miembros de la familia trabajen. Este trabajo no se refleja directamente en el PIB, pero su valor es significativo en términos económicos.

Muchas abuelas participan en actividades económicas informales, como la venta de productos hechos a mano o la realización de servicios en sus comunidades. Esto puede contribuir al ingreso familiar y, por ende, a la economía local. En el caso de mi abuela, ella misma cosía la ropa de sus 12 hijos, 24 nietos y le alcanzó para tejer la primera muda de sus 25 bisnietos. Si se pudiera medir el valor agregado de esta actividad de mi abuela, seguro daría una cifra significativa al incluir la tela, los hilos, las dos costureras que la ayudaban, así como el tiempo de sus hábiles manos para coser y tejer prendas impecables.
Un estudio de la Universidad de los Andes (2014) sobre la participación de los abuelos en el cuidado de sus nietos y cómo esto afecta tanto a la dinámica familiar como a la economía, encontró que alrededor de 30% de los hogares en Colombia tienen a un abuelo involucrado en el cuidado de los nietos.
Algunas investigaciones han intentado cuantificar el aporte de las abuelas al PIB. Según el Dane, el trabajo no remunerado en Colombia, que incluye el trabajo doméstico y de cuidado, se ha estimado que representa entre 15% y 20% del PIB. Esto da una idea del impacto económico del trabajo de cuidado, aunque no se desglosan cifras específicas para las abuelas, a excepción de la estimación de horas promedio de dedicación semanal. En particular, la funcionalidad de suministro de alimentos que presenta una tendencia creciente con la edad ya que para el grupo de mujeres de 49 a 60 años es de 16,9 horas y de 8,9 para los hombres de 60 años y más (Dane-Cuenta satélite de economía del cuidado 2020).
Se ha estimado que el valor del cuidado no remunerado (incluyendo el de abuelos) podría alcanzar miles de millones de pesos colombianos anualmente. Aunque las cifras exactas pueden variar, algunos informes sugieren que este valor podría estar en el rango de $50 a $100 billones anuales, considerando todo el trabajo de cuidado no remunerado en el país.
En España, por ejemplo, un Estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, Fedea, en 2019, estimó que el trabajo de cuidado no remunerado podría tener un valor que representa alrededor del 10% a 20% del PIB. En Argentina, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, Indec, estima que el aporte es cercano a 16%. Por su parte, la Universidad de Lima en Perú ha estimado que este porcentaje equivale a aproximadamente 20%.
Poco reconocimiento se hace a las abuelas en su fundamental contribución al apoyo emocional y social, así como a la transmisión de valores en las familias, de tradiciones culturales como recetas y la transferencia oral de historias, entre otras. En mi caso, si estimara el valor de la contribución de mi abuela en este sentido llegaría una cifra cercana al infinito. A pesar de que ella no tuvo la misma oportunidad que sus hijos, nietos y bisnietos, los impulsó a cada uno de ellos a formarse para contribuir al país. Su fuerza espiritual nos guió a todos y en la familia contamos con abogados, ingenieros, economistas, historiador, médicos, veterinarios, biólogos, arquitectos, politólogos, comunicadores, psicólogos, por mencionar algunos. Muchos se destacan en la política, en la empresa privada, en la investigación científica, así como en la preservación de la naturaleza, una de las pasiones de mi abuela.
Algunos estudios sugieren que, en promedio, la educación superior puede contribuir entre 20% y 30% al crecimiento del PIB en países en desarrollo, aunque esta cifra puede variar. Mi abuela contribuyó a la formación de un poco más de 60 personas.
No todas las abuelas tienen ese mismo privilegio de contar con profesionales en su familia. En varias zonas de Colombia son quienes terminan de levantar a sus nietos huérfanos de padres o madres víctimas del conflicto armado. A pesar de su cansancio físico y en edades en las que ya deberían estar disfrutando de un merecido descanso, no pueden hacerlo. Mi abuela Blanca era consciente de esa realidad y nunca dejó de ayudar a quien más lo necesitaba. Su generosidad y sentido social hacían parte de su diario vivir.
A esas abuelas que sufren de abandono y que como sea levantan a sus nietos cuando ya no les tocaba, es necesario hacerles un especial reconocimiento y por supuesto focalizar políticas públicas. Algunos avances se destacan por parte de programas de subsidios condicionados como el programa de “Renta Ciudadana” (antes “Familias en Acción” evaluado por Econometría Consultores en varias oportunidades) , “Colombia Mayor” cuya evaluación de impacto se realizó también por Econometría en 2016, pensiones no contributivas como los beneficios económicos (Beps), atención médica prioritaria, programas de salud mental, fomento de emprendimientos y sobre todo aquellas en donde se valorice el trabajo no remunerado como por ejemplo incentivos para las familias que dependen de las abuelas para el cuidado de nietos. Algunas de estas políticas se han incluido en Colombia, aunque con cobertura limitada y sin una investigación permanente acerca de la situación de las abuelas en la economía.
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