Los microcréditos como financiación al desarrollo

Los microcréditos como financiación al desarrollo

Autora: Camila Nieto Mejía

La financiación al desarrollo surgió como tema central después de la segunda guerra mundial. Con el plan Marshall vino el planteamiento de la teoría económica del desarrollo, y la erradicación de la pobreza tomó un rol importante en la agenda internacional. Durante la época de la postguerra surgieron bancos como el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo que jugaron un papel fundamental en la provisión de financiamiento a largo plazo cubriendo brechas que el sistema financiero tradicional no podía cubrir.

En 1961 se sentaron las bases de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) cuando los miembros del Grupo de Asistencia al Desarrollo reconocieron la necesidad de brindar ayuda económica, y técnica a los países en desarrollo. La AOD surge como un instrumento de financiación al desarrollo que pretende romper con el círculo de la pobreza de los países más necesitados mediante la inyección de capitales externos de carácter oficial con determinado grado de concesionalidad. La AOD es una idea muy coherente con las necesidades actuales de los países en vías de desarrollo, pero genera dependencia de los donantes y no incentiva la capacidad creativa.

Los microcréditos surgen como un instrumento alternativo de financiación que propone un sistema autosostenible de créditos de bajo monto generando incentivos positivos para cortar con el círculo de la pobreza desde un enfoque “bottom-up”, complementando el enfoque de la AOD. Los microcréditos nacen como una respuesta a la falta de acceso al crédito de millones de personas excluidas de los sistemas financieros formales. Estos tienen un enfoque social que pretende generar inclusión financiera y como consecuencia inclusión social mejorando las condiciones de vida de las personas más necesitadas.

Las personas más desfavorecidas por lo general son quienes están excluidas del sistema financiero tradicional, y la dificultad de utilizar sus recursos para el ahorro y la inversión en educación o actividades productivas limitan las posibilidades de salir de la pobreza. La capacidad de ahorro e inversión son determinantes para el desarrollo y la erradicación de la pobreza. Desafortunadamente en la actualidad millones de personas se encuentran excluidas financieramente. En el caso de América Latina y el caribe 185 millones de personas permanecen sin acceso a los productos y servicios financieros formales, de los cuales 10 millones son colombianos.

Ante lo anterior, economistas y expertos se han preguntado si el microcrédito y las microfinanzas han tenido los resultados esperados y si se debe continuar incentivando su implementación como instrumento de desarrollo, o si, por el contrario, estos han tenido resultados perversos sobre los más necesitados. Históricamente, se ha analizado el impacto del microcrédito sobre diferentes ámbitos como la pobreza, la productividad y la desigualdad entre otros.

La implementación de programas de microcrédito y microfinanzas varían de acuerdo con el contexto específico de cada país, e incluso, en algunos casos, de cada región o ciudad. También cambian con respecto a la metodología de cobro, productos ofrecidos, tasas de interés etc. Por ejemplo, los microcréditos pueden presentarse como préstamos individuales, a través de grupos solidarios, fondos rotatorios y bancos comunales, entre otros.

Con lo anterior se puede decir sobre los microcréditos y las microfinanzas que, así como varían en su implementación, varían en su impacto. Existe evidencia teórica que sustenta tanto impactos positivos como no tan positivos sobre la pobreza y los ingresos.

En cuanto a resultados positivos, estudios han encontrado que el programa de microcrédito del Fondo de Alivio de la Pobreza en Pakistán redujo el nivel de pobreza en 3% para los beneficiarios. En Bangladesh se midió el efecto total y no crediticio de un programa micro financiero del Grameen Bank, encontrando un aumento de 175% de los ingresos mensuales de los beneficiarios.

En Colombia un caso de éxito sería el de Bancamía, la institución tiene una cobertura del 90% de los departamentos siendo uno de los principales actores en la inclusión financiera y el desarrollo social en el país. Bancamía estima que el 48% de sus clientes superan la pobreza después de dos años de acceder al microcrédito. La entidad ha logrado tener una cobertura rural (44%) similar a la cobertura urbana logrando romper con la brecha urbana-rural apuntando a las necesidades del contexto colombiano.

En el país, el Banco de la Mujer ha sido pionero en el sector del microcrédito, con una proyección social que promueve la cultura del ahorro y la educación financiera. El 87% de ellos pertenecen a los estratos 1 y 2 y el 16% fomentan proyectos rurales y agropecuarios.
En el caso de resultados no tan positivos, en Indonesia, el impacto del programa de microcrédito de la ONG Yayasan Bina Swadaya no fue significativo.

La fórmula perfecta del microcrédito no existe, la oferta de diferentes productos, las condiciones de préstamo y las modalidades deben ajustarse a las necesidades específicas de cada población, así como al contexto socioeconómico y cultural. Los microcréditos tienen un enfoque innovador al apuntar a un desarrollo “desde adentro y desde abajo” que no debe pasar desapercibido ante quienes trabajan por la inclusión y erradicación de la pobreza.

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Desarrollo rural con una base territorial

Desarrollo rural con una base territorial

Autora: María José Libreros

El desarrollo rural territorial debe dirigirse cada vez más a atender las necesidades específicas de las poblaciones campesinas, de acuerdo con sus características y las de su entorno ambiental. Así se buscaría infundir una dinámica de crecimiento y desarrollo más justa y sostenible. Para esto es necesario no enfocarse solo en procesos agrícolas, sino también explorar otras actividades que también aporten a la generación de progreso sostenible en las áreas rurales.

En este contexto, la Unión Europea ha hecho una apuesta por la iniciativa comunitaria Leader como una forma práctica de abordar el desarrollo rural, basada en un enfoque territorial, para la creación de nuevas estructuras de gobierno local participativas y una gestión descentralizada. Su nombre corresponde a las siglas, en francés, “Liaisons entre activités de Developement de L’Economie Rural” y su significado en español es “Relaciones entre Actividades de Desarrollo de la Economía Rural”.

Este método se inició en 1991 y se ha ido adaptando como una filosofía de trabajo, abriendo espacio a nuevas metodologías en los procesos de desarrollo rural.

Es un modelo de desarrollo rural integrado, endógeno e innovador, gestionado por Grupos de Acción Local, en donde se privilegia la diversificación de los recursos endógenos de los territorios, principalmente en comercialización, mejoras del patrimonio y el medio ambiente, así como el aumento del valor agregado de los productos básicos, pequeñas industrias, artesanías, turismo rural y empresas de servicios locales. La diferencia entre Leader y otras medidas políticas más tradicionales es que Leader indica «cómo» hay que actuar y no «qué» hay que hacer.

Esta metodología actualmente ha sido aplicada en la mayoría de los países de la Unión Europea (España, Francia e Italia con un mayor interés en este enfoque), promoviendo acciones integradas, innovadoras y multisectoriales. Aprovecha las ventajas comparativas de las zonas rurales, así como los factores sobre los que debe basarse la competitividad del territorio. Su impacto ha sido fuerte, pues ha contribuido a la generación de empleo en las zonas rurales y de mayor bienestar en la sociedad.

Si bien esta metodología ha tenido éxito en Europa desde su creación, se ha tratado de implementar en varios países de América Latina y solo en algunos ha tenido efectos positivos. La razón de ello es que el programa Leader está diseñado pensando en que existan unas condiciones mínimas de autonomía local, estabilidad política, cooperación entre el sector público y privado, conocimiento de los recursos de la zona, etc. Estos factores no siempre están presentes en muchos países de América Latina. Sin embargo, ha habido casos de éxito. En el caso específico de Colombia, en el año 2008 se realizó un proyecto denominado Desarrollo Económico Local y Comercio en Colombia – Delco, a cargo del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, con el enfoque de Gestión Descentralizada. Este proyecto tuvo como objetivo promover un desarrollo económico local equitativo y sostenible, además de generar oportunidades de empleo digno, en los departamentos de Bolívar, Boyacá, Cesar, Meta, Santander y Valle del Cauca. Se utilizó la metodología Leader como herramienta para la ejecución y desarrollo del proyecto.

Enfatizando en uno de los proyectos realizados, se encontró que en Boyacá se cofinanciaron cinco iniciativas que se concentraron en los municipios de Guayatá, Tenza, Garagoa, Guateque, Somondoco, Macanal y Sutatenza. Lo que se buscaba era articular diferentes acciones a favor del desarrollo local, generar empleo, promover la capacitación de la población, fomentar el comercio empresarial y fortalecer estrategias de emprendimiento. Dichos proyectos surgen en el marco del modelo de desarrollo económico local, con enfoque integral y territorial, propiciando un trabajo colaborativo en pro del desarrollo. Estos proyectos tuvieron buenos resultados en los territorios pues se evidenciaron grandes aportes en el fomento de la competitividad, la aplicación de buenas estrategias para el desarrollo sostenible y el fortalecimiento de procesos productivos y de la comercialización de los productos. Esto concluye que mediante una buena articulación entre las instituciones públicas y privadas y mediante el interés de la comunidad se pueden obtener resultados favorables para el desarrollo rural. Sin embargo, es necesario seguir trabajando en estrategias de desarrollo e innovación, que garanticen mejoras y eficiencia en los procesos de crecimiento rural.

De lo anterior se puede concluir que el crecimiento económico es necesario y es una ficha clave del desarrollo económico sostenible, pero es importante que los gobiernos formulen e implementen políticas públicas acordes con las necesidades de cada región. El programa Leader brinda un eje metodológico diferente para la toma de decisiones de políticas públicas, en que la diversificación de las economías locales juega un papel fundamental, movilizando recursos endógenos, rompiendo fronteras administrativas y promoviendo la cooperación interregional.

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América Latina en llamas, columna de Econometría

América Latina en llamas

Autor: Econometría Consultores

La región está en llamas. Los acontecimientos recientes en Argentina, Bolivia, Chile y Ecuador son reflejo de una situación económica insostenible y un descontento generalizado. Aunque las manifestaciones actuales hacen parte de una tendencia global, en América Latina tienen unas connotaciones particulares. Para la región, los 80 fueron la década pérdida, con una crisis económica generalizada, moratoria de la deuda externa y fuertes caídas del PIB en la mayoría de países de la región. Para resolver esta situación se diseñaron las reformas pro-mercado de 1990, también llamadas reformas del Consenso de Washington. Sin embargo, estas reformas no cumplieron las expectativas de la población, y desde principios del presente siglo los gobiernos pro-mercado fueron remplazados por gobiernos de izquierda, cambio político que coincidió con el boom de los commodities.

El boom permitió una expansión de los programas del gobierno que ayudaron a atacar la pobreza y hacer crecer la clase media. Sin embargo, esta expansión no era sostenible en el largo plazo. En efecto, con la caída de los precios del petróleo en 2014, el crecimiento económico se frenó. La región pasó de crecimientos por encima de 6% en 2010, a crecimientos negativos en 2015 y 2016. Y los retos estructurales, especialmente la desigualdad del ingreso y la baja productividad, subsisten.

En varios países, el péndulo se movió hacia el lado opuesto. El fin del boom de los commodities y la caída del PIB generaron un giro político hacia gobiernos pro-mercado. Sin embargo, estos últimos no han logrado el ajuste.

En Ecuador la decisión de eliminar los subsidios a la gasolina para cumplir el acuerdo con el FMI generó protestas similares a las de finales de los 90 e inicios del presente siglo, que derrocaron a Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez. En Argentina, el ajuste gradualista del presidente Macri, diseñado de esta manera para mitigar el impacto social de la estabilización macroeconómica, no fue efectivo. Desde 2017 el gobierno se ha visto obligado a implementar medidas para contener una crisis cambiaria, y el regreso reciente del peronismo al poder aumentar la probabilidad de ocurrencia de esta crisis. Por su parte, el modelo económico chileno logró llevar al país al nivel de países de ingreso alto, con un PIB per cápita tres veces más grande que el colombiano, pero con una desigualdad muy similar. Las recientes protestas contra ese modelo han sido multitudinarias. Finalmente, la expectativa de crecimiento en Brasil está por debajo del 1%, con una muy baja popularidad del presidente Jair Bolsonaro. En el otro extremo, aunque las proyecciones de crecimiento de Bolivia estaban entre las más altas (3,6% para 2019), las protestas por un posible fraude electoral que busca la permanencia de Evo Morales en el poder pueden afectarlas. México también se encuentra en aprietos. Su pronóstico de crecimiento es de 0,25% y está sufriendo una crisis institucional generada por el narcotráfico.

El contexto mundial tampoco es alentador. El conflicto comercial entre Estados Unidos y China, el brexit, y la posible recesión alemana han generado un ambiente incierto para las economías desarrolladas. El pronóstico del FMI para el crecimiento del PIB mundial es de 3% y 3,4% para 2019 y 2020, respectivamente, ambos pronósticos inferiores a los que el mismo FMI publicó en su World Economic Outlook (WEO) en julio de este año, en donde el PIB mundial crecería 3,2% en 2019 y 3,5% en 2020. Las primeras afirmaciones de Kristalina Georgieva como nueva directora del FMI hacen referencia a un estancamiento sincronizado. Y el estancamiento es más claro para América Latina. Las proyecciones del Banco Mundial para 2019 muestran crecimiento nulo, y uno muy bajo, de 1,8%, en 2020. Para el FMI, el crecimiento de la región será el más bajo entre las diferentes regiones del mundo. Todas estas proyecciones, calculadas antes de los recientes acontecimientos, muestran que la región está en llamas.

Frente a este panorama, Colombia sobresale. Econometría pronostica un crecimiento para 2019 de 3,2%, cercano al del Banco Mundial y al del FMI (3,3% y 3,4% respectivamente), y para 2020 un crecimiento de 3,5%. Sin embargo, la caída de la Ley de Financiamiento podría generar incertidumbres que afectarían el crecimiento, y es necesaria una clara acción del gobierno que tranquilice a los mercados. Por su parte, las elecciones regionales mostraron un país que se mueve hacia el centro político, saliendo de los extremos, pero también una democracia con partidos políticos debilitados.

En resumen, las economías latinoamericanas se han movido en un péndulo, sin encontrar su rumbo. Colombia sobresale en la región por su nivel de crecimiento y por su estabilidad institucional. No obstante, el crecimiento está lejos de ser satisfactorio para las necesidades de los colombianos. Es por ello que se hacen necesarias señales claras, para evitar incertidumbres, y políticas que incentiven un crecimiento económico que a su vez sea inclusivo y permita una mayor movilidad para la población colombiana.

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Katherinne Alvarado
Fieldwork Manager
Katherinne Alvarado Acevedo is an Industrial Engineer, with experience in management and coordination of quantitative data collection, she is linked to Econometría since 2019 and has participated in more than 12 consultancies with the firm. Her areas of interest are mainly: Social inclusion, logistics, health, public policy, territorial, urban and rural development, among others.
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Katherinne Alvarado
Líder Trabajo de Campo
Katherinne Alvarado Acevedo es Ingeniera Industrial, con experiencia en gestión y coordinación de recolección de datos cuantitativos, se encuentra vinculada a Econometría desde el 2019 y ha participado en más de 12 consultorías con la firma. Sus áreas de interés son principalmente: Inclusión social, logística, salud, políticas públicas, desarrollo territorial, urbano y rural, entre otros.
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Katherinne Alvarado Acevedo es Ingeniera Industrial, con experiencia en gestión y coordinación de recolección de datos cuantitativos, se encuentra vinculada a Econometría desde el 2019 y ha participado en más de 12 consultorías con la firma. Sus áreas de interés son principalmente: Inclusión social, logística, salud, políticas públicas, desarrollo territorial, urbano y rural, entre otros.