Colombia, con sabor a hallaca, columna para La República

Colombia, con sabor a hallaca

Escrita por: María Gloria Cano, socia - directora de proyectos.

Una profesora de música que enseña violín a las niñas y niños, una profesional en belleza que da trabajo a otras y enseña el oficio, un abogado que organiza con otros una fundación, son unos pocos ejemplos de las personas emprendedoras, empresarias, profesionales o conocedoras de oficios que llegaron a Colombia provenientes de Venezuela. Ante la migración, una sociedad tiene una oportunidad para crecer, enriquecerse y diversificarse. Para Colombia es indispensable continuar en la senda de la inclusión de la población migrante venezolana.

En 2024, según cifras de Migración Colombia, 2,86 millones de migrantes venezolanos y venezolanas viven en el país, lo que en perspectiva es equivalente a la población de Medellín y su Área Metropolitana. Esta población se ha distribuido en las zonas urbanas del país, que en orden descendente serían Bogotá, Medellín, Cúcuta, Barranquilla, Cali, Cartagena, Bucaramanga, Santa Marta y Riohacha. Para cada una de estas ciudades la situación es diferente. Por ejemplo, en Cúcuta y Riohacha, puntos de entrada claves, se enfrentan desafíos para ofrecer oportunidades de empleo e infraestructura social. En estas ciudades se presentan tasas de pobreza de la población migrante de 85% y 78% respectivamente. Bogotá y Medellín, en contraste, ofrecen un mejor acceso al empleo formal, aunque con desafíos en otros aspectos como vivienda y atención médica.

En términos de política pública se ha recorrido un camino sobresaliente, tanto desde lo nacional como desde lo local, con un fuerte apoyo de la cooperación internacional. Desde una primera etapa de atención de emergencia entre 2015 y 2018, se pasó entre 2018 y 2021 a una política de mediano plazo con propósitos más inclusivos Luego con el Conpes 4100 de 2022 se evolucionó a una política de largo plazo que retoma las brechas de política pública y análisis institucional, pero formulada a 10 años vista, con vocación de permanencia. Estos esfuerzos se han complementado con campañas y directrices para combatir la xenofobia.

Un paso indispensable para la inclusión fue la expedición del Estatuto Temporal de Protección de Migrantes y la oportunidad de contar con un Permiso de Protección Temporal (PPT), con 10 años de vigencia, que le permite al migrante permanecer en el país y acceder al mercado laboral formal, así como a los servicios de bienestar social del Estado. En lo local, por ejemplo, los Centros Intégrate ofrecen un espacio de orientación y asesoría, así como de protección.

Diversas consultas realizadas muestran que los migrantes en ciudades como Medellín y Barranquilla sienten un mayor sentido de inclusión, gracias tanto a los esfuerzos comunitarios como en parte a las políticas locales. En comparación, en Cúcuta sienten prejuicios arraigados, debidos a la escasez de recursos y la abrumadora magnitud de la migración. En Bogotá, también se percibe xenofobia. La población local siente que la afluencia de migrantes compite por empleos y servicios. En 2022, un estudio reveló que 12% de los migrantes denunciaron incidentes xenófobos, y algunas voces se pronuncian en medios de comunicación y narrativas políticas enmarcando a los migrantes venezolanos como contribuyentes a la delincuencia, lo que amplía los estereotipos negativos que aumentan los prejuicios sociales.

Un espacio altamente vulnerable es el educativo, en donde, a pesar de los esfuerzos realizados, aún se presenta xenofobia hacia los migrantes venezolanos. Las niñas y niños venezolanos se enfrentan a veces a intimidación, aislamiento social o a comentarios discriminatorios por parte de sus compañeros, y algunos profesores también contribuyen a ese ambiente hostil. Se debe avanzar hacia la empatía, el reconocer y visibilizar al otro, resaltar las narrativas sobre las contribuciones de los migrantes venezolanos es un camino hacia la construcción de una sociedad en donde todos tenemos cabida y en donde se aprovechan los beneficios potenciales de la migración.

La desinformación alimenta la estigmatización de las personas migrantes. La gran mayoría de los migrantes venezolanos se está integrando de forma pacífica y productiva, pero, por ejemplo, las noticias sobre la nacionalidad de delincuentes llevan a una percepción equivocada que vincula el aumento en delincuencia con la migración venezolana. Pensar que los migrantes venezolanos quitan empleos a los colombianos es un error, diversos estudios muestran que los migrantes ocupan puestos en sectores con alta demanda de mano de obra, como construcción, servicios domésticos y comercio informal.

La mayoría de los migrantes buscan adaptarse a la cultura, seguir las normas y valores, pero igualmente enriquecen la diversidad cultural del país. Los migrantes venezolanos han estimulado las economías locales, han aumentado la demanda de bienes y servicios, han aportado creatividad. El 90% de los migrantes en edad de trabajar se encuentran empleados aportando al crecimiento de las empresas. Estimaciones recientes muestran que en 2022 aportaron 2% del ingreso fiscal del país, con un potencial de contribución del doble en la medida que aumenta la inclusión.

Los desafíos siguen siendo importantes para la población migrante venezolana, que es en promedio más joven que la colombiana, y con un nivel educativo promedio similar. Tal vez el mayor reto es la generación de ingresos. El acceso a empleos formales tiene barreras a derrumbar en el reconocimiento de títulos académicos o certificaciones laborales, en la carencia de referencias laborales y antecedentes, en el acceso a crédito, y por supuesto, en las situaciones de discriminación.

La misión de cada colombiano es reconocer, acoger y proteger a Ana, Pablo, Karina, Juan, Manuel, Nelly, Maria y tantos otros migrantes, y que al final del día estas personas sientan que Colombia es su nuevo hogar, que se enriquece al saber un poco a hallacas y a arepa rellena, al bailar un poco más de joropo y tratarse como panas.

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Descentralización y desarrollo, columna para La República

Descentralización y desarrollo

Escrita por: Arturo García, socio - director de proyectos.

En estos días, la descentralización está en el centro del debate en el país y prácticamente en el mundo. Se trata de un debate aplazado, pero ignorar los temas no los resuelve, por el contrario, pueden terminar saliendo abruptamente en momentos imprevistos. Lo hacen de forma un tanto extrema y con gran ímpetu, lo que los hace más difíciles de manejar. Luego, la parte “responsable” del país busca canalizarlos y atenuar sus efectos negativos. La experiencia de la Asamblea Constituyente de 1991 es un antecedente relevante.

¿Qué hizo emerger el tema de la descentralización del letargo en el que estaba? No es una coincidencia que surja en las actuales circunstancias, en donde se tiene una sociedad polarizada y un gobierno que busca hacer cambios estructurales en la orientación del país, sin que la mayoría de la población los acoja. Similares situaciones han existido en otros momentos, pero la discrecionalidad en la ejecución actualmente es mayor y los entes territoriales que están en la oposición se sienten negativamente afectados en su autonomía. Algunos no consideran la opción de trabajar con el Gobierno Nacional, lo cual ha llevado a resaltar la importancia de una mayor descentralización.

Algunos argumentos apoyan la descentralización. El primero, es la cercanía de los gobernantes territoriales a las necesidades de los territorios. En muchos temas efectivamente es así, pero en otros como en las vías primarias, tener un enfoque nacional es más pertinente. Es necesario definir mejor esas competencias en la ley.

Un segundo argumento, es que con una mayor descentralización se evitaría la discrecionalidad del Gobierno Nacional en las apuestas que quieren hacer las entidades territoriales. Este es un tema de fondo en la medida que se refiere a la dinámica política de Colombia, donde la gestión de recursos va desde las regiones hacia el nivel central pasando por una mediación clientelista de instancias intermedias que cubren todo el espectro (concejales, alcaldes, diputados, gobernadores, congresistas y ministros o directores de las entidades nacionales).

La tercera son los riesgos de corrupción. A priori no hay elementos para asumir que unos u otros son más corruptos, pero sí que en el proceso debe haber consideraciones que propicien la transparencia.

El debate ha derivado en dos hechos: un proyecto de acto legislativo para definir el monto de las transferencias de la nación a los entes territoriales y la propuesta de un proyecto de ley para definir las competencias de gasto. El presupuesto nacional junto a los presupuestos de las entidades territoriales, conforman el total de recursos disponibles para atender las necesidades de todo el país. En lo que se ha venido planteando, no hay mayor referencia a aspectos que deben estar asociados al gasto como: los efectos en el bienestar de la población, la posibilidad de convergencia regional y la generación de riqueza. El debate no solo debe ser de gasto; se debe plantear un debate sobre las bases para el desarrollo; me atrevería a decir: el más importante que debemos dar.

En este contexto, tres trabajos realizados por Econometría Consultores pueden dar insumos. El primero fue el que se hizo para la Misión Rural (Econometría, 2014), donde se pudo constatar que en el país existe una dinámica perversa de ocupación territorial. La falta de un adecuado marco regulatorio sobre el uso de la tierra permite la especulación y no da opciones a potenciales productores agropecuarios para adquirir tierras en torno a las ciudades. Por el contrario, crea los estímulos para irse hacia las regiones más apartadas, donde los precios de la tierra lo permiten. Este proceso, que es muy racional se refuerza con la posibilidad de tala de bosques (da flujo de caja) así sea ilegal y la valorización futura de la tierra en buena medida por la acción del Estado (ante todo seguridad e infraestructura), lo que se podría considerar una apropiación privada de bienes y servicios públicos. El problema es que los terrenos, en el momento que se llega, están apartados de los principales mercados y no cuentan con la infraestructura física y social necesaria. Esto hace que las actividades productivas a desarrollar sean poco competitivas y dependientes de los apoyos del Estado, creando presión fiscal. El ejemplo más recurrente son las vías. Esta dinámica perversa no se evita con las iniciativas legislativas mencionadas.

Esta dinámica lleva a lo que se encontró en otro estudio (Econometría, 2015). La convergencia regional es un propósito que debe buscarse para propiciar el cierre de brechas entre las regiones más ricas y las más pobres. Sin embargo, lo que el país tiene son clubes de convergencia, donde las ciudades más grandes jalonan a los municipios colindantes, mientras las regiones más apartadas convergen a bajos niveles de desarrollo (ver mapa). Se trata de una situación tipo centro/periferia, que por cierto, marcaría las elecciones presidenciales de 2022. De nuevo, se trata de un resultado al cual poco le aportan las iniciativas legislativas.

Resolver los problemas de desarrollo y convergencia no se garantiza con los proyectos legislativos que están sobre la mesa. Por el contrario, estos reducen la maniobrabilidad del gobierno nacional para hacerles frente.

Para poder avanzar en los temas difíciles de resolver como la escasez de recursos y el aumento creciente de demandas por los mismos, el país cuenta con el ordenamiento territorial, un instrumento con altos niveles de atraso, pero que es una de las políticas central en el actual plan nacional de desarrollo. Según se pudo validar en un trabajo de sobre los planes de ordenamiento territorial (Econometría, 2017), el actualizar y hacer cumplir las vocaciones de uso del suelo implica dos resultados positivos y complementarios. Primero, desde el punto de vista productivo, el evitar conflictos de uso del suelo aumenta la productividad, la competitividad y los ingresos. Segundo, cuando se ordena el territorio en función del agua, además del acceso a los servicios públicos sociales (como educación, salud, justicia, etc.) y la reducción de los conflictos en el uso del suelo, se pueden racionalizar significativamente los gastos.

Avanzar en la descentralización es un objetivo de política. Para afrontarlo, no es necesario caer en dilemas que no existen, pero sí es necesario saber con qué criterios hacer esa política reformista.

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¿Cómo financiar biodiversidad y la reducción de emisiones?

¿Cómo financiar biodiversidad y la reducción de emisiones?

Escrita por: Óscar Rodríguez, socio - director de proyectos

Para unos “biodiversidad” representa un concepto complejo, mientras que para otros resulta muy simple, porque es el entendimiento de la cantidad y diversidad de especies que nos rodean. Ambos tienen razón.

Un ejemplo de esto en el caso de Colombia es la deforestación. Parece sencillo detenerla, pero tiene muchos impulsores complejos y diferentes estrategias de control. Para frenar los cultivos ilícitos, se requiere capacidad policiva y judicial en regiones con baja presencia institucional. Para la expansión agropecuaria extensiva, se plantean cambios tecnológicos como los sistemas agroforestales y silvopastoriles. Para la apropiación de baldíos y la especulación con los precios de la tierra, se busca cohesionar a las comunidades y brindarles incentivos para la protección del bosque con pagos por sus servicios ambientales. Las estrategias son costosas, por la extensión de los territorios y porque el riesgo de deforestación es permanente y requiere recursos continuos para su sostenibilidad.

Para financiar estas acciones, el Estado suele recaudar impuestos de quienes generan afectaciones, como es el caso del impuesto al carbono aplicado al consumo de combustibles. Otro instrumento que se ha usado internacionalmente es el sistema de comercio de emisiones (SCE), en el cual se van limitando gradualmente las emisiones máximas permitidas y se subastan cupos o permisos de emisión que serán comprados por las empresas que tienen altas emisiones y altos costos para reducirlas. A otras, con costos menores, les puede resultar más viable implementar medidas de reducción de sus emisiones que pagar por los cupos. A medida que se expiden menos cupos, para que el país pueda cumplir con las metas de reducción, el precio de los cupos sube y puede ser menos costoso para los emisores implementar las medidas directas de mitigación.

Otra opción es que sea la comunidad económica internacional, como responsable histórica del calentamiento global quién aporte recursos a los países en donde aún se pueden proteger y restaurar los bosques. Para esto, se han implementado diferentes esquemas de cooperación internacional. En unos casos, los resultados de mitigación se trasladan de un país a otro, a cambio de un precio determinado en el mercado, para que el país comprador abone a su meta y el país que transfiere debe hacer los ajustes correspondientes en su contabilidad de carbono, para no generar una doble contabilización. En otros casos, un(os) país(es) u organismos multilaterales o privados (de manera voluntaria) puede establecer un convenio de “pago por resultados” de mitigación, sin exigir ese “ajuste correspondiente” y sin usar esos resultados para sus propias metas u obligaciones de mitigación. En estos casos se reconoce un precio inferior al del mercado internacional.

También se han establecido mercados de carbono internos, voluntarios o de cumplimento. En estos últimos, se imponen obligaciones a quienes contaminan y se les permite compensar sus emisiones si compran “bonos”, o “certificados” de carbono, a proyectos de reducción de emisiones por deforestación y degradación de los bosques (Redd+). La expedición de estos certificados es compleja porque, además de los certificadores, deben existir organismos independientes que validen cuál habrían sido las eventuales emisiones que existirían si no se hubiera implementado el proyecto y que, además, verifiquen que las actividades de mitigación sí se llevaron a cabo. Estos mecanismos han sido muy cuestionados y existe gran desconfianza en el mercado, porque aunque existen métodos de proyección de las tendencias de la deforestación, estos métodos tienen mayor validez para extensiones amplias de territorio y no para áreas de proyectos pequeños, por lo que es difícil establecer con certeza esas emisiones evitadas a nivel de proyecto.

Para mejorar la calidad de la estimación de los resultados de mitigación, en los últimos años se han propuesto los Programas Redd+ Jurisdiccionales (Jredd+), que son de carácter público y que pueden anidar a su interior proyectos privados de mitigación con menor tamaño. El cálculo de la reducción de emisiones a nivel jurisdiccional (una gran región, un estado federal o un país entero) es más confiable y genera mejor disposición en los mercados internacionales para llevar a cabo programas de pago por resultados o transacciones en los mercados de carbono.

Todas las fuentes de recursos mencionadas pueden utilizarse para la operación de programas Jredd+ de gran escala, como Visión Amazonía y Biocarbono Orinoquía en Colombia. El país desde 2018 viene diseñando un sistema de comercio de emisiones de donde podrían asignarse recursos a estos programas Jredd+ en proporción a sus resultados de mitigación. Con ambos programas mencionados, la banca multilateral y diferentes países han desarrollado programas de pago por resultados. La opción de vender resultados en el mercado voluntario internacional o de transferencias de resultados con el “ajuste correspondiente” podrían ser también opciones interesantes.

El Centro de Estudios Manuel Ramírez, Uniandes y Environmental Defense Fund (EDF), han desarrollado un modelo de simulación financiera que permite combinar y secuenciar estos tipos de financiación en presencia de un potencial SCE y teniendo en cuenta la curva los costos de mitigación en el sector agropecuario y forestal. El modelo muestra que la mejor estrategia es la combinación de fuentes de financiación con un aporte inicial de presupuesto público y que el programa genere sus propios recursos, a través de compensaciones obtenidas por sus propios resultados.

Estamos presentes en la COP16 y hoy, primero de noviembre a las 9:00 a.m., estaremos presentando el modelo en la Sala Múltiple 2 de la Cámara de Comercio de Cali. Realizaremos una simulación participativa con los asistentes al evento. También se podrá participar vía web.
Más información sobre este evento se puede encontrar en el sitio web del Centro de Estudios Manuel Ramírez o en el siguiente código QR.

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Garantías para defensores de derechos humanos en Colombia…

Garantías para defensores de derechos humanos en Colombia, más allá de la seguridad personal

Escrita por: María Carolina Latorre López, socia - directora de proyectos

La historia de Colombia ha estado marcada por los riesgos de seguridad a los que se enfrentan diferentes grupos poblacionales. Persecuciones a grupos étnicos, población víctima de desplazamiento forzado, víctimas de minas antipersonales y amenazas a líderes sociales, o incluso atracos callejeros, son algunos ejemplos de poblaciones afectadas por diversos tipos de inseguridad: física, emocional, social, laboral, comunitaria, entre otros.

La Persona Defensora de Derechos Humanos (Pddh) es definida por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) como aquella que “individualmente o junto con otras, se esfuerza en promover o proteger esos derechos”. En la Declaración sobre los defensores de los derechos humanos promulgada en 1998, se estableció que “la persona que actúe en favor de un derecho (o varios derechos) humano(s) de un individuo o un grupo será un defensor de los derechos humanos. Estas personas se esfuerzan en promover y proteger los derechos civiles y políticos y en lograr la promoción, la protección y el disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales”.

Los derechos que abordan las Pddh no se enmarcan únicamente en el ámbito de la seguridad personal. Por el contrario, abarcan derechos humanos tan diversos como el derecho a la vida, la alimentación y el agua, el nivel más alto posible de salud, una vivienda adecuada, un nombre y una nacionalidad, la educación, la libertad de circulación y la no discriminación. También defienden los derechos de categorías de personas, por ejemplo, los derechos de la mujer, el niño, los indígenas, los refugiados y desplazados internos, y de minorías nacionales, lingüísticas o sexuales.

Así como las Pddh promueven, promulgan y vigilan el goce de una gama amplia de derechos humanos, el garantizar su seguridad va más allá de proveer seguridad física frente a posibles amenazas violentas contra su vida. Las agencias de las Naciones Unidas en Colombia, particularmente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) y la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (Unodc), han integrado objetivos de transformación territorial para lograr un real ejercicio libre y seguro de los liderazgos en el país, que contribuya de manera sostenible a la defensa de los derechos humanos y los procesos de reincorporación.

Econometría Consultores recientemente realizó una evaluación de los programas de estas dos agencias, constatando que la garantía de la seguridad de las Pddh requiere de tres elementos claves: i) la construcción de escenarios habilitantes para el diálogo social, la identificación y mitigación de riesgos; ii) la veeduría, iii) la afectación de organizaciones criminales y sus rentas, y iv) la generación de oportunidades económicas lícitas para los líderes y defensores.

En un contexto como el de Colombia, las Pddh enfrentan diferentes riesgos según la región donde habitan, el grupo al que pertenecen y la causa por la que abogan. Es por esto que políticas y programas para garantizar su seguridad deben ser construidos de manera conjunta y con la participación de autoridades locales que respondan a sus necesidades particulares. Los espacios de diálogo deben materializarse en acciones concretas, no solo para los individuos, sino también para las comunidades, mediante las cuáles se implementen y financien los programas y las políticas que los Pddh identifiquen como prioritarios para la garantía de sus recursos y se hagan efectivas las medidas de protección que debe garantizar el Estado Colombiano.

De igual forma, las Pddh deben por otra parte ser capaces, en la medida de sus posibilidades, de contribuir a identificar y autogestionar sus riesgos. Los programas de acompañamiento de las agencias de Nnuu han demostrado que es posible fortalecer las habilidades de las Pddh para reconocer riesgos potenciales y advertir los mecanismos de denuncia y protección existentes, tanto a las autoridades locales como a las nacionales. A través de procesos participativos, las Pddh pueden identificar medidas para mitigar los riesgos que generan factores como el acceso a redes sociales, y la necesidad de desplazarse de un lugar a otro. La evidencia muestra que pequeñas acciones pueden contribuir a proveer garantías para ejercer un rol de veedores de manera más segura y eficaz.

El fortalecimiento de las Pddh y las garantías para ejercer su libre liderazgo son fundamentales para los procesos de veeduría, que contribuyen a denunciar la vulneración de los derechos humanos por parte de organizaciones criminales en busca de sus rentas. Dejar de lado este proceso de empoderamiento, capacitación, generación de habilidades y protección, trae como consecuencia el debilitamiento de los espacios de rendición de cuentas y vigilancia, que son claves para el proceso de consolidación de la paz y la convivencia.

Finalmente, la estigmatización y amenazas de las que son víctimas las Pddh en Colombia afectan la generación de oportunidades económicas y, en regiones con mercados y economías limitadas, se incrementa el riesgo de participar en cultivos ilícitos.

En este sentido, las condiciones para garantizar un ejercicio libre y seguro de los liderazgos deben también contemplar programas para generar fuentes de recursos sostenibles para las Pddh, que sean acordes con las economías locales y que tengan una visión de comercialización que permita su sostenibilidad en el tiempo. Existe un gran potencial de producción en las zonas más afectadas, como por ejemplo el cultivo de cacao en Tumaco, de pimienta en Putumayo y de miel en la región caribe, que pueden llegar a mercados tanto nacionales como internacionales.

La seguridad de las Pddh es un compromiso de todos. De las autoridades nacionales y locales para garantizar su protección y la generación de medios de vida dignos y sostenibles en el tiempo, del sector privado, contribuyendo a lograr el acceso a mercados y oportunidades económicas, y de la sociedad en general, valorando las acciones que ellos y ellas realizan, evitando su estigmatización y comprometiéndonos con ser veedoras y veedores de las vulneraciones de derechos en nuestro país. Las Pddh no son solo los líderes y lideresas que viven en las zonas marginadas de Colombia. Si bien ellos son quienes más protección necesitan, nosotros también podemos esforzarnos en promover y proteger nuestros derechos, los de nuestra comunidad, los de nuestro país y los de nuestro planeta.

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La medición de efectos socio económicos de la realización de…

La medición de efectos socio económicos de la realización de la COP16

Escrita por: Carolina Murgueitio - Directora General.

La COP que se llevará a cabo en octubre de 2024 en Cali, se denomina COP16 porque es la 16ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc) en el contexto del convenio de Diversidad Biológica. La COP16 tendrá el lema “Paz con la Naturaleza” y uno de sus objetivos es “mejorar la relación que tenemos con el ambiente, repensar un modelo de económico que no priorice la extracción, sobreexplotación y contaminación de la naturaleza”. Por su parte, las COP se refieren a las reuniones anuales de los países que han ratificado el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) que se firmó en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992. La COP es el máximo órgano del CDB y como tal dirige, supervisa y decide sobre el proceso de implementación y futuro desarrollo del Convenio.

Los efectos de estas conferencias se pueden medir por los resultados de los acuerdos y por los impactos que tengan en el país o en la ciudad anfitriona. Sobre este último tema, se ha venido discutiendo mucho últimamente. Más allá de las rivalidades, que podrían sugerir algunos medios de comunicación, sobre si el beneficio de hacer el evento es para Cali, si es para el país o si para las comunidades, en esta columna invitamos a que se realice una medición rigurosa y seria una vez culmine. Para ello, se pueden tomar ejemplos de metodologías que ya se han utilizado y publicado, como es el caso de la propuesta que se hace en el Economic Developmet Journal (2017) en donde su autor, Loftsgaarden presenta una metodología de medición de impacto de eventos mayores.

La literatura como por ejemplo la publicada por el Nist de Estados Unidos (por sus siglas en inglés National Institute of Standards and Technology), sobre “Métodos para calcular el impacto de eventos mayores” (2013), así como el Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) sobre el impacto de las COP (2022), discute metodologías de medición, menciona efectos medibles como el aumento del turismo, pues la llegada de delegados, activistas y medios de comunicación puede impulsar este sector a nivel local, con un aumento en la ocupación de hoteles, restaurantes y servicios. De otro lado, los eventos suelen requerir mejoras en la infraestructura, como transporte y comunicación, lo que puede tener beneficios a largo plazo para la comunidad. Ser anfitrión de una COP puede elevar el perfil internacional del país, atrayendo inversiones y atención, especialmente en temas ambientales y de sostenibilidad. La preparación y realización de la conferencia suelen crear empleos temporales en varios sectores, desde la construcción hasta el servicio al cliente. Un evento de esta envergadura facilita la creación de redes entre gobiernos, ONG y el sector privado, lo que puede resultar en futuras colaboraciones y proyectos. La preparación para la COP puede impulsar la capacitación y el desarrollo de habilidades en el personal local, beneficiando a las comunidades.

Las metodologías que se utilizan van desde el análisis costo – beneficio, la publicación y análisis de estadísticas de turismo o de inversión, así como métodos cualitativos como estudios de caso, estudios de redes (networking) que se impulsan, entre otros.

Si bien hay que diferenciar el tipo de COP16 de Biodiversidad que es de carácter regional (aunque con presencia de múltiples naciones), de las consecutivas de carácter global, como la última COP27 de Cambio Climático en Egipto, la metodología de medición del impacto de realizar una conferencia no debería ser muy distinta. Estos impactos se han medido en varias ocasiones. Una de las más evaluaciones más emblemáticas, quizás por su trascendencia, fue la realiza a la COP21 de Cambio Climático que tuvo lugar en París.

En total, se estimó por parte del gobierno francés e instituciones académicas, que la COP21 generó un impacto económico significativo en París, con un rango de 180 millones a 200 millones en beneficios económicos directos, junto con la creación de empleos y la inversión. Se estimó que atrajo aproximadamente 40.000 asistentes y se reportó la creación de hasta 10.000 empleos temporales en la región, debido a la preparación y realización del evento. Cada asistente gastó un promedio de US$4.500 durante su estancia en la ciudad, incluyendo alojamiento, alimentación y transporte.

Para no ir tan lejos, el Gobierno de México y el Pnud calcularon que la COP16 de cambio climático (global) en Cancún en 2010, generó aproximadamente US$100 millones en ingresos relacionados con el turismo, que incluían el gasto de los delegados y otros asistentes. Se reportó la participación de alrededor de 30.000 delegados y que cada asistente gastó alrededor de US$3.000 durante su estancia, lo que contribuyó a la economía local.

La última medición de una COP similar a la de Cali es la de Marrakech, realizada por el Gobierno de Marruecos y el informe de Cmnucc. Se estimó que el evento generó alrededor de US$150 millones en ingresos turísticos, las mejoras en infraestructura superaron los US$100 millones y aproximadamente 9.000 empleos temporales relacionados con la organización del evento y al sector turístico.

La Alcaldía de Cali inicialmente ha estimado alrededor de 15.000 delegados y US$25 millones en ingresos directos para la ciudad. Sin embargo, los análisis que se hagan sobre la COP16 deberán incluir también los costos incurridos en su organización, que pueden variar significativamente según el país anfitrión, la duración del evento, la infraestructura disponible y el número de participantes. Por ejemplo, los costos por el uso de centros de convenciones, inversiones en transporte público, marketing y tecnología. En el caso de Cali, por la coyuntura del país, será necesario medir los costos asociados con la seguridad del evento, incluyendo personal de seguridad, control de acceso y medidas de emergencia. Para tener una referencia, se estima que los costos totales de la COP21 de París en cuanto a la organización fueron de aproximadamente de US$200 millones, incluyendo infraestructura, logística y seguridad. Los de Marrakech se estimaron entre US$50 y US$60 millones.

Por supuesto, un evento relacionado con la sostenibilidad deberá medir su huella de carbono. Para la de París, se realizó un análisis exhaustivo, que incluyó emisiones generadas por el transporte de asistentes, la construcción de infraestructura, y las actividades relacionadas con la conferencia. Se estimó que las emisiones totales fueron significativas, y se implementaron medidas para mitigar el impacto, como la compensación de carbono. Para la COP26 de Glasgow llevó a cabo una evaluación de su huella de carbono, considerando factores como el transporte aéreo de los delegados, el uso de energía en el centro de conferencias y los residuos generados.

Hasta ahora no se han encontrado mediciones de efectos sobre las comunidades específicas. Pero cuando se haya realizado la de Cali se deberá hacer el intento de especificar el valor del beneficio recibido por las que participaron en la conferencia. Las discusiones que se presenten deben poderse zanjar con datos y no con especulaciones. Vale destacar, que en esta ocasión, Econometría ha apoyado al Centro de Estudios Manuel Ramírez para hacer presencia en esta COP mediante un evento el día 1 de noviembre en el auditorio 2 de la Cámara de Comercio de Cali a las 10 am en el cual se realizarán simulaciones participativas de un modelo de financiación de Programas jurisdiccionales para enfrentar la deforestación y la degradación de los bosques.

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Niños, niñas y adolescentes: vulneración de sus derechos…

Niños, niñas y adolescentes: vulneración de sus derechos en el paso por el Darién

Escrita por: María Carolina Latorre López, socia - directora de proyectos

De acuerdo con el Servicio Nacional de Migración Panameña, el total de personas en movilidad por el Darién pasó de 6.465 en 2020 a 520.085 en 2023. En lo que va corrido de este año, se han registrado 238.185 personas transitando por esta área de frontera , de los cuales 21% son niños, niñas y adolescentes, provenientes de 36 países localizados en América del Sur (principalmente Venezuela, Colombia, Ecuador, Chile, Perú, Camerún y Brasil), el Caribe (Haití y Cuba), Asia (China, Vietnam, Bangladesh, Afganistán) y África (Angola, Ghana, Etiopía, entre otros).

La diversidad geográfica del país de origen de la población en movilidad muestra que son muchos los factores que los motivan a salir de su patria para aventurarse a un viaje con varias escalas y donde una de ellas implica cruzar la selva del Darién. Lo que sí comparten estas personas es el alto riesgo de vulneración de sus derechos a la vida, la seguridad, la dignidad, y a acceder a servicios básicos para su subsistencia.

Los niños, niñas y adolescentes que son embarcados en esta travesía que comienza en el norte de Colombia y termina en el sur de Panamá, ven vulnerados sus derechos antes, durante y después del tránsito. En el presente año, 40% de los menores registrados en el tránsito por el Darién fueron niños y niñas entre los cero y cinco años, quienes son más propensos a sufrir de desnutrición por las condiciones en las que, no solo cruzan la selva durante un trayecto de alrededor de cuatro días sin agua potable y escasez de alimentos, sino también en las que permanecen en los sitios de recepción migratoria antes y después de la travesía.

El 36% de los niños y niñas que cruzaron la selva del Darién en 2024 están entre el rango de los seis y los 11 años de edad. Este grupo, además del riesgo de desnutrición y salubridad, ve vulnerado su derecho a la educación y la recreación, teniendo que dejar sus escuelas meses antes de emprender su viaje, careciendo de acceso a espacios educativos y recreativos durante su tránsito, y teniendo la incertidumbre de las posibilidades de educación que tendrán una vez logren llegar a su destino final, en el caso en el que realmente logren llegar.

Del último grupo de niños, niñas y adolescentes en tránsito por el Darién, correspondiente a 24% que tiene entre 12 y 17 años, a la vulneración de derechos se le suma el riesgo de ser víctima de violencia sexual o testigo de casos de violencia sexual contra sus familiares o personas que transitan en su grupo. Son niños y niñas que muchas veces pierden la posibilidad de serlo, porque se ven obligados a tomar roles de adultos o adultas para proteger a sus madres, hermanos y hermanas menores o personas de la tercera edad.

El panorama para estos menores es desolador, más en un contexto donde los gobiernos se rehúsan a buscar soluciones estructurales y, en algunos casos, a emitir declaratorias de emergencia que permitirían proteger a la población en movilidad y mitigar los riesgos de la vulneración de los derechos. La desafortunada balanza es compensada por la respuesta humanitaria de emergencia organizada e implementada por el sistema de las Naciones Unidas, que muestra que con pequeñas acciones se puede hacer la diferencia.

Una de las agencias pioneras en esta respuesta es Unicef. En la evaluación de la respuesta humanitaria de Unicef a la niñez y adolescencia en contexto de movilidad por Panamá, realizada por Econometría Consultores, se evidenció el rol fundamental de las Naciones Unidas en dar visibilidad a la emergencia, conseguir recursos para atender a la población en tránsito y realizar acciones que, en la medida de lo posible, contribuyan a gozar del derecho a tener una vida digna.

Son varios los ejemplos que confirman el impacto que estas acciones pueden tener sobre los niños, niñas y adolescentes. Desde el acompañamiento de un menor no acompañado para que logre reunirse con sus familiares, pasando por la posibilidad de tomar agua potable, bañarse, lavar su ropa y usar un baño, de volver a sentirse niño o niña en un espacio seguro donde puede jugar con otros menores, reírse y tener un rato de esparcimiento, de tener una atención psicológica en caso de haber sido víctima o testigo de un caso de violencia sexual, hasta poder tener atención médica y seguimiento a su estado de nutrición.

Estas acciones transforman las vidas, no solo de quienes transitan por la selva buscando llegar a un destino en otro país, dándoles un espacio seguro y aliento para seguir su camino, sino también a comunidades de acogida a donde llega la población en movilidad, las cuáles han recibido apoyo de agencias de Naciones Unidas y de sus socios implementadores para ampliar y adecuar sus servicios al flujo de personas.

Si bien aún quedan oportunidades de mejora en la respuesta a la emergencia, como proveer alternativas educativas con materiales didácticos que los niños, niñas y adolescentes puedan trabajar durante su viaje, reforzar la calidad de los servicios de agua y saneamiento, adaptar la asistencia a necesidades particulares de población con discapacidad y Lgtibq+, fortalecer los equipos que ofrecen asistencia en salud mental, entre otros, es difícil imaginar cómo podría la población en movilidad retomar fuerzas para continuar con su camino después del cruce del Darién, sin la asistencia prestada por Unicef y otras agencias tanto en las comunidades de acogida como en las Estaciones de Recepción Migratoria, que es el lugar donde permanece la población antes de tomar un bus para Costa Rica, su siguiente país de destino.

No debemos olvidar que los niños, las niñas y las adolescentes que transitan por la selva del Darién diariamente son seres humanos sometidos a vivir una experiencia que cambia sus vidas para siempre, donde se vulneran todos sus derechos y donde la negación de sus necesidades y el ignorar los riesgos que enfrentan acrecienta aún más las consecuencias que esta travesía puede traer para la salud física y mental de ellos mismos y de quienes los rodean. Las políticas en contra de la movilidad por el Darién no pueden desconocer la situación de los menores que hacen parte del grupo de personas que de alguna u otra forma encuentran la manera de cruzar la selva, siendo su tránsito cada vez más peligroso en la medida en que la mirada de los gobiernos se enfoque hacia el control y no hacia la protección.

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El desempeño sobresaliente de los deportistas paralímpicos…

El desempeño sobresaliente de los deportistas paralímpicos colombianos

Escrita por: Carolina Murgueitio - Directora General.

Hace dos semanas, ya con el telón abajo de los Juegos Olímpicos de París, en este mismo espacio se documentó por qué es importante una inversión inteligente en el deporte. Resulta que el telón de las justas paralímpicas se abrió y con mucho mayor fulgor para el deporte colombiano. No se han terminado las competencias y en el momento de redacción de esta columna la delegación colombiana nacional ya cuenta con cuatro oros, seis platas, nueve bronces y 21 diplomas, de lejos, mejores resultados que en los juegos que les precedieron. No obstante, ya no está el mismo número de personalidades acompañando a los deportistas, ya no está la primera dama y el séquito presidencial animándolos y tampoco se tiene el mismo seguimiento por parte de la audiencia.

En la evaluación que realizó Econometría sobre el Plan Decenal de Deporte (PDD) 2002-2022 se evidenció que la inversión en deportes paralímpicos es menos de 1% de lo que se destina al deporte convencional. En general, según datos del Ministerio del Deporte, la inversión anual por atleta olímpico es entre los $20 y $30 millones mientras que para los paralímpicos es la mitad. De otro lado, si bien el enfoque de inclusión ha sido reconocido como lineamiento del PDD, se presentan brechas en la implementación que demandan ser superadas, en especial en los entes territoriales.

Si es tan baja la inversión y la implementación presenta tantos retos, ¿Por qué nos va mejor en términos de resultados medidos en medallas? En efecto, Colombia ha ganado reconocimiento internacional por su destacado desempeño en los Juegos Paralímpicos, superando las expectativas y logrando medallas en diversas disciplinas.

El sobresaliente desempeño de los deportistas paralímpicos en Colombia se debe a una combinación de factores que incluyen un enfoque en el talento específico, la preparación y entrenamiento especializados, la gestión del Comité Paralímpico Colombiano (CPC) y el apoyo de algunas organizaciones de la sociedad civil y empresas patrocinadoras como Priority Pass, la motivación personal, así como oportunidades más accesibles en competiciones.

Uno de los aspectos más destacados es el enfoque en identificar y desarrollar talentos específicos en deportes donde Colombia ha demostrado ser competitiva. En disciplinas como el levantamiento de pesas, el atletismo y el ciclismo, se han creado programas de detección de talentos que permiten a los atletas paralímpicos recibir atención y recursos desde una edad temprana. Este enfoque selectivo no solo ayuda a los atletas a perfeccionar sus habilidades, sino que también fomenta un ambiente de competencia saludable y motivador.

Por el contrario, en el ámbito olímpico, aunque también se trabaja en la identificación de talentos, la diversidad de disciplinas y la gran cantidad de atletas compitiendo hacen que el enfoque sea menos personalizado. Esto puede resultar en una dispersión de recursos y una menor atención a los atletas en deportes menos populares, lo que afecta su rendimiento general.

La calidad del entrenamiento es otro factor clave. Los programas de preparación para deportistas paralímpicos han evolucionado significativamente, incorporando entrenadores especializados que entienden las necesidades únicas de cada atleta. Estos entrenadores no solo se enfocan en la técnica y en la estrategia, sino que también consideran las adaptaciones necesarias para cada deportista, lo que maximiza su potencial.

En el ámbito olímpico, aunque existe un alto nivel de preparación, la competencia es más intensa y las expectativas son elevadas. Esto puede llevar a una presión adicional sobre los atletas que termina afectando su rendimiento. La personalización del entrenamiento en el deporte paralímpico puede ser un factor que contribuye a la obtención de mejores resultados en competencias internacionales.
En comparación, el deporte olímpico en Colombia a menudo recibe más atención y recursos, pero esto no siempre se traduce en un apoyo equitativo para todas las disciplinas. Algunas áreas del deporte olímpico pueden quedar relegadas, lo que limita las oportunidades de medalla en esas categorías.

Otro aspecto para considerar es que, en algunos deportes paralímpicos, el número de competidores es menor en comparación con las categorías olímpicas. Esto puede facilitar la obtención de medallas para los atletas paralímpicos, ya que compiten en campos donde pueden tener una ventaja competitiva. Sin embargo, esto no resta valor al esfuerzo y dedicación que cada atleta pone en su preparación.

En el ámbito olímpico, la competencia es feroz y el número de atletas por disciplina puede ser abrumador. Esto, combinado con la alta calidad de los competidores internacionales, puede hacer que obtener una medalla sea un desafío aún mayor para los atletas olímpicos colombianos.

La historia de los atletas paralímpicos a menudo está marcada por la superación de desafíos personales significativos. Muchos de ellos han enfrentado adversidades que van más allá de las lesiones físicas, como la discriminación y la falta de oportunidades. Esta lucha no solo les proporciona una fuente de motivación poderosa, sino que también genera una mentalidad de resiliencia que se traduce en un rendimiento sobresaliente en la competencia. Tristemente se encuentran cifras escandalosas proporcionadas por el CPC como que el conflicto armado ha producido alrededor de 300 deportistas víctimas de minas antipersonal y hasta la fecha, 27 han ganado medallas en los Juegos Paralímpicos.

También hay historias de superación de personas con discapacidad cognitiva que en el deporte han encontrado su propósito de vida, como es el caso de Juan Pablo Naranjo en atletismo y Tatiana Calderón en deportes adaptados, que han sido referentes en la promoción del deporte para personas con discapacidad cognitiva. Y el famoso Crispín, nuestro “Michael Phelps paralímpico” para quien la acondroplasia, una enfermedad que afecta el crecimiento, no ha sido impedimento.

El deporte paralímpico necesita un apoyo muy superior al que actualmente tiene tanto desde lo institucional, así como desde los patrocinadores. Por ejemplo, se debería hacer algo como lo que hizo con el Decreto 941 de 2022 en que se tomaron varias medidas en pro del deporte femenino, entre otras se fijó que como mínimo se le debía destinar 30% de los recursos de cofinanciación destinados a Federaciones. Otras acciones pueden ser la promoción y visibilidad, la inversión en infraestructura accesible, voluntariados, así como un apoyo decidido a través del presupuesto nacional. Si el presupuesto para los deportistas colombianos se reduciría el próximo año en unos $848.000 millones, pasando de $1,312 billones en 2024 a $464.000 millones, ¿se imaginan para el deporte paralímpico?

 

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La inversión inteligente en el deporte

La inversión inteligente en el deporte

Escrita por: Carolina Murgueitio - Directora General.

Después de bajar el telón de los juegos olímpicos de París 2024, en Colombia se ha hablado mucho del exiguo desempeño de nuestra representación, que en justas anteriores definitivamente fue mejor. Sin desconocer el gran logro personal de las cuatro medallas y los 14 diplomas olímpicos, para nadie es un secreto que los deportistas se hacen gracias a su tenacidad, pero sus éxitos requieren de un apoyo constante de sus patrocinadores, y sobre todo de una política pública firme y con músculo financiero.

Un deportista se hace a través de la persistencia, la impulsada por sus padres durante la niñez y la estimulada por el sistema público que lo cobija cuando se profesionaliza. Un modelo de gestión pública de estímulos conocido es el norteamericano, en el que los estudios de las personas se financian a través de becas otorgadas por sus potencialidades deportivas. Otro sistema interesante es el chino, en el que desde muy temprana edad se identifica al individuo con potencial deportivo y durante toda la vida el Estado patrocina su camino, incluso de una manera autoritaria.

En Colombia hay grandes desafíos. Ya en este mismo espacio Carolina Suárez y Martha Isabel Gutiérrez plantearon los resultados de la evaluación realizada en 2022 por Econometría del Plan Decenal del Deporte (PDD) 2009-2019. En ella se pudieron evidenciar tanto resultados positivos como oportunidades de mejoramiento. Entre estos resultados positivos se destacan la creación del Ministerio del Deporte, el incremento en la inversión, particularmente en 2017 y 2019, una mayor participación de las entidades territoriales en dicha inversión y la coherencia en la estructuración del PDD. Para esos años, en términos de posicionamiento deportivo, se documentaron mayores resultados en la obtención de medallas en competencias de alto nivel. Sin embargo, también se evidenciaron debilidades, como la necesidad de más liderazgo y rectoría por parte del Ministerio, en particular, la necesidad de abordar y comprender el deporte como derecho y como componente de una parte importante de la formación humana integral.

Con la baja ejecución presupuestal, los escándalos de corrupción al inicio de la administración del actual gobierno en el Ministerio del ramo, la irresponsable pérdida de la sede de los Juegos Panamericanos y el anuncio de que en presupuesto para 2025 se tendrá una reducción de 66% del presupuesto frente a 2024, el panorama es desolador para el deporte olímpico de cara a Los Ángeles 2028. Y es que la conquista de una medalla olímpica va más allá del orgullo nacional, pues su impacto en la economía de un país puede ser profundo y duradero. En un mundo donde el deporte y la economía están cada vez más entrelazados, entender este fenómeno se vuelve esencial.

Una medalla olímpica atrae la atención mundial. Los atletas que se destacan en los Juegos Olímpicos no solo elevan el perfil de su deporte, sino que también convierten a su país en un destino turístico atractivo. Las naciones que han tenido éxito en los Juegos suelen ver un aumento en las visitas de turistas interesados en explorar la cultura y el deporte local. Este flujo de visitantes se traduce en más ingresos para hoteles, restaurantes y comercios.

El éxito olímpico abre las puertas a nuevas oportunidades de patrocinio. Las marcas están dispuestas a invertir en atletas que han demostrado su valía en el escenario mundial. Esto no solo beneficia al atleta individual, sino que también repercute en las federaciones deportivas y en la economía local. La publicidad asociada a estos logros puede generar ingresos significativos que revitalizan la industria deportiva del país.

La consecución de medallas olímpicas a menudo impulsa a los gobiernos a invertir más en infraestructura deportiva. La creación y mejora de instalaciones no solo beneficia a los atletas de élite, sino que también ofrece oportunidades para la práctica deportiva a nivel aficionado, contribuyendo al bienestar de la población.

El éxito en los Juegos Olímpicos puede inspirar a la población a ser más activa. Aumentar el interés por el deporte tiene efectos positivos en la salud pública, puesto que reduce la incidencia de enfermedades relacionadas con el sedentarismo. Esto, a su vez, disminuye los costos en atención médica y mejora la productividad laboral, creando un ciclo virtuoso que beneficia a la economía.

Estos impactos se han cuantificado. Por ejemplo, el Comité Olímpico Internacional (COI) ha publicado varios informes que analizan el impacto económico de los Juegos Olímpicos en las ciudades anfitrionas. Estos estudios destacan el aumento en el turismo, la inversión en infraestructura y los beneficios a largo plazo, como lo indican otros estudios que se mencionan a continuación.

Un estudio de la Universidad de Oxford (2016), evaluó el impacto económico de las medallas otorgadas en el Reino Unido, concluyendo que cada medalla ganada en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 generó un retorno significativo en términos de inversión en deporte y turismo. Por su parte, un análisis de la Universidad de California (2013), enfocado en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 indicó que la victoria de los atletas no solo aumentó el interés en el deporte, sino que también impulsó el turismo y la inversión en instalaciones deportivas en sus países.

Otra investigación de la Universidad de Queensland (2017), examinó el impacto de las medallas olímpicas en Australia, y concluyó que cada medalla contribuyó significativamente al aumento del orgullo nacional, lo que se tradujo en un incremento en el turismo y el patrocinio. El Instituto de Investigación Económica de Alemania (2018) analizó el impacto de las medallas ganadas por el país, concluyó o que el éxito deportivo tiene un efecto positivo en la economía local, a través de la creación de empleo y el aumento del gasto en actividades deportivas.

También se han realizado investigaciones sobre el efecto contrario, es decir sobre qué implica un bajo desempeño en competencias deportivas. En 2015 el autor Coakley publicó un libro sobre cómo los malos pobres resultados en el deporte de competencia internacional puede afectar la percepción social, el apoyo comunitario y la identidad cultural. También vale la pena mencionar una publicación de Holt y Dunn (2006) en la que se demuestra cómo la falta de apoyo social ante un bajo desempeño puede llevar a problemas de integración social y aislamiento.

En América Latina, varios estudios han analizado el impacto económico de las medallas olímpicas en países como Brasil y México. Un estudio del gobierno brasileño (2018), estimó que los Juegos Olímpicos de Río generaron un ingreso de aproximadamente US$30.000 millones. Aunque esto incluye toda la inversión en infraestructura y el evento en sí, el éxito de los atletas brasileños contribuyó a un aumento en el turismo y en el interés por el deporte incidiendo positivamente en el PIB de manera significativa. No obstante, es necesario reconocer que los efectos a largo plazo han sido objeto de debate, especialmente en cuanto a la sostenibilidad de las inversiones realizadas.

En México, un análisis realizado por la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) acerca del impacto de las medallas ganadas en Londres 2012, sugirió que cada medalla de oro generó un retorno estimado de entre US$2 y US$4 millones en términos de patrocinio y turismo. Además, las victorias en Londres aumentaron el interés en el deporte, lo que se tradujo en un incremento de la inversión dirigida a infraestructura deportiva y programas de desarrollo integral.

Por otra parte, un estudio sobre el impacto del deporte en Chile realizado por la Universidad Católica, ha señalado que el éxito en eventos internacionales, incluidos los Juegos Olímpicos, ha fomentado un aumento en la actividad deportiva y en el turismo, aunque falta un análisis específico que cuantifique el impacto en el PIB relacionado con las medallas.

Estos ejemplos ilustran que, aunque la cuantificación exacta del impacto sobre el PIB puede ser difícil, hay evidencias que indican que el éxito olímpico en los países, incluyendo los de América Latina tiene efectos positivos en la economía, tanto a corto como a largo plazo. Pero el impacto de una medalla olímpica va más allá de lo económico, ya que genera un sentido de orgullo nacional y cohesión social. Del mismo modo, la victoria de un atleta puede unir a un país, fomentando un ambiente de colaboración y apoyo que, a largo plazo, puede traducirse en estabilidad y crecimiento económico. Promover el deporte y apoyar a los atletas puede ser una inversión inteligente para cualquier nación que aspire a un futuro próspero y saludable.

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Valor compartido como herramienta de coordinación…

Valor compartido como herramienta de coordinación público-privada

Escrita por: Benjamín Venegas, director de proyectos y David Orjuela, coordinador de proyectos.

Tal como se plantea desde el gobierno nacional, dentro de los objetivos del plan de reactivación económica, se encuentra el mejoramiento de las condiciones de la población en las regiones, para lo cual, se han gestionado proyectos con empresas privadas para generar sinergias que aporten al crecimiento económico del país.

En esa línea, Econometría ha documentado en estas páginas varias experiencias (por ejemplo, los de Alpina y Bavaria) en las cuáles se muestra la conveniencia de consolidar alianzas público-privadas para escalar proyectos exitosos de generación de capacidades de desarrollo para la población, combinando adecuadamente recursos del estado y del sector privado. lo que ha permitido a los habitantes de los municipios intervenidos el acceso a bienes públicos. Por su parte, se trata también de una apuesta de transmisión de conocimientos apoyada en el monitoreo, el seguimiento y la documentación, para generar evidencias que permitan servir de ejemplo sobre la manera de abordar problemas de manera estratégica y con resultados medibles.

Particularmente, cuando se combinan las experiencias de iniciativas privadas y los laboratorios de v, se pueden obtener beneficios significativos para la sociedad, ya que se cuenta con información muy útil sobre la situación social de las comunidades intervenidas, tales como niveles de pobreza, de educación, de salud, y de problemáticas ambientales, entre otros temas. Respecto a este último punto, vale la pena recordar que las Naciones Unidas afirman que el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030 necesita un nivel de acción colectiva sin precedentes, y un mayor compromiso de todos los actores no estatales relevantes, entre los que se encuentran las empresas del sector privado.

Considerando lo anterior, un reto importante por parte de las empresas privadas es el de visibilizar todos los esfuerzos hechos para que de esa manera se puedan establecer líneas de trabajo conjunta con el gobierno en los temas más relevantes para la sociedad. Por ejemplo, Econometría Consultores ha desarrollado varios estudios en los que se cuantifica el aporte del sector privado a la sociedad a partir de la medición del Valor Compartido; sin embargo, los clientes no se han articulado de manera idónea con canales de difusión existentes para que compartan sus experiencias, lo que permitiría la escalabilidad y un mayor aprovechamiento de sus resultados.

Estos y otros estudios pueden proporcionar información valiosa para la sociedad, por lo que es importante resaltar los esfuerzos realizados para su difusión. Por ejemplo, la Cámara de Comercio de Bogotá desarrolló una iniciativa denominada “Red de Valor Compartido”, a partir de la cual se visibilizan algunas buenas prácticas empresariales bajo el concepto de valor compartido. Además, con esta red se busca generar valor agregado para el sector privado ya que promueve el aprendizaje continuo para que las empresas adquieran un mayor nivel de competitividad. En el marco de esta iniciativa se hizo entrega de premios a empresas que se destacaron por su experiencia exitosa en la generación de valor para la sociedad, dentro de las cuales se resaltan Corona, Colcerámica, Securitas Colombia, Daviplata, Nestle, Cafam y Cine Colombia.

Un cálculo reciente realizado por Econometría Consultores para una firma colombiana evidencia que el aporte a la sociedad por parte de esta ronda 0,3% del PIB de 2023, con un aporte a la población más vulnerable equivalente a 0,06 puntos del PIB. Sobre este último aporte, se resalta el efecto de los programas de inclusión productiva mediante la generación de ingresos a través del desarrollo de emprendimientos, que, como menciona Econometría Consultores en su libro “Colombia después de la pandemia, la urgencia de lo estructural”, tiene un aporte fundamental en la inclusión social. Es importante resaltar que la inclusión social en sí misma no es suficiente para garantizar la inclusión productiva, por el contrario, esta última genera las condiciones para una inclusión social adecuada; y que, históricamente, el gasto público ha tenido una concentración en acciones de inclusión social pero no de inclusión productiva.

Otro de los programas de la evaluación realizada mostró un efecto importante sobre el acceso de la población vulnerable al micro-financiamiento. El acceso a recursos financieros por parte de población vulnerable se ha caracterizado por cobros excesivos de tasas de interés que los enfrascan en una trampa de pobreza, por lo que la medición hecha por Econometría evidencia un ahorro de recursos importante. Sobre este aspecto, el gobierno nacional ha tratado de generar mecanismos de acceso a créditos con tasas de interés adecuadas a través de Bancóldex y Banco Agrario, Otras entidades privadas han dado pasos significativos en esa dirección. Tanto las entidades estatales como las privadas pueden beneficiarse al compartir sus experiencias y mejores prácticas.

Finalmente, en el estudio realizado para medir el valor agregado, se identifica el aporte fundamental de los programas de formación para el trabajo, con lo cual se generan mejores oportunidades económicas para la población beneficiada. En el libro citado, Econometría resalta la dificultad por parte del sector productivo por encontrar personal con habilidades necesarias, por lo que es necesario fortalecer la conexión entre el sector productivo, las entidades de formación y el Estado. Por su parte, se requiere la coordinación de recursos entre el gobierno central y los gobiernos locales, de tal manera que la distribución de recursos se haga considerando variables objetivo como la tasa de desempleo o su reducción en las diferentes ciudades, o la generación de nuevos empleos formales.

En síntesis, es claro que Colombia hoy en día aún atraviesa por problemáticas que requieren de una reforma estructural, pero se ha tenido un aporte importante en la generación de valor por parte de las empresas privadas, con lo cual se evidencia mejorías en las condiciones de vida de la población beneficiada. Sin embargo, potenciar la generación de valor compartido requiere de una mayor y mejor visibilización de las acciones desarrolladas por el sector privado, de una articulación estrecha a través de alianzas público – privadas y de la generación de evidencia que fomente la puesta en marcha de programas basados en evidencias a partir de datos. Econometría Consultores puede apoyar a las empresas que quieran participar en el esfuerzo de medir y de difundir los resultados positivos de esas acciones de valor compartido.

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Violencia en Ecuador: más allá de la pobreza y desigualdad

Violencia en Ecuador: más allá de la pobreza y desigualdad

Escrita por: Natalia Cardona y Alejandro Peláez de Laboratorio de Justicia y Política Criminal (aliados de Econometría)

El número de homicidios intencionales en el Ecuador se multiplicó por ocho en los últimos cinco años, pasó de 996 en 2018 a 8.012 en 2023, lo que representa un crecimiento sin par entre los países de la región. En estos años también crecieron las menciones e historias sobre organizaciones criminales como Los Choneros, Los Lobos, los Tiguerones, Los Lagartos y los Chone killers, que están cada vez más presentes en las noticias y en las redes sociales, cada una con su mitología y su panteón lleno de personajes con alias carcelarios como Rasquiña, Doble A o Fito, y sus bandas sonoras que incluyen desde corridos hasta baladas pop.

Ecuador ha sido un punto estratégico para el tráfico de narcóticos. Varios de sus puertos sobre el Pacífico -como Guayaquil- mueven miles de contenedores al día y están conectados por autopistas de quinta generación con el resto del país y, en especial, con algunas de las principales zonas cocaleras de Colombia. Esta ubicación estratégica, claro, lleva existiendo desde el nacimiento del mercado ilegal de cocaína, y no es un fenómeno que haya cambiado en estos años.

Las condiciones socioeconómicas del Ecuador en ese mismo periodo tampoco han cambiado de forma sustancial a la de sus países vecinos. En toda la comunidad andina la situación es similar y, salvo por la pandemia que afectó a todos y no solo a Ecuador, el progreso social en la región es lento, pero sin sobresaltos. La mayoría de los colombianos, ecuatorianos y peruanos en estos años han recorrido una senda similar de progreso social y económico.

A pesar de estas similitudes, a diferencia de Perú o Colombia, la violencia letal explotó en Ecuador, alcanzando una tasa de homicidios intencionales de 44,5 por 100.000 habitantes en el año 2023. Las causas pueden ser múltiples, pero una revisión detallada de la relación del homicidio con variables como la educación, la pobreza, la desigualdad o los ingresos parece apuntar a que la explicación principal no está ahí, y que es necesario explorar otras hipótesis.

Una de ellas es que la violencia letal en Ecuador ha aumentado por la interacción de tres factores principalmente: (i) un cambio en las características del crimen organizado que a su turno ha llevado no solo a diferentes estrategias de control social y territorial, sino también a un aumento de las disputas violentas, internas y externas; (ii) un desborde de la capacidad de las autoridades del Estado para contrarrestar dicha violencia; (iii) un consecuente deterioro de las relaciones de confianza al interior de las comunidades y un aumento de la permisividad y de las personas con conductas ilegales y violentas. Esto último, a su vez, puede llevar a una exacerbación de los comportamientos violentos, incluso aquellos no relacionados directamente con el crimen organizado.

En este sentido, El libro ‘More Money, More Crime: Prosperity and Rising Crime in Latin America’ (Bergman, 2018) recoge de forma exhaustiva la literatura sobre el crimen en Latinoamérica y ofrece un análisis de su aumento, que va más allá de las explicaciones clásicas que se tenían. De acuerdo con Bergman, paradójicamente, a pesar de las mejoras en los indicadores económicos, la estabilidad política y las reducciones en la pobreza y la desigualdad, la región ha experimentado un aumento significativo tanto en los crímenes violentos, como en los delitos contra la propiedad.

El autor propone que el aumento del crimen se puede atribuir a su interpretación como una empresa lucrativa alimentada por una fuerte demanda de bienes y servicios ilícitos, que ha superado las capacidades de la policía y el sistema judicial para controlar y castigar a quienes cometen los delitos.

Los mercados ilegales pueden operar por años sin violencia. Los criminales, que son buenos empresarios, saben que lo mejor para el negocio es que sus actividades transcurran sin sobresaltos; las masacres y el ruido traen problemas y elevan los costos de operar, por lo que lo ideal es mantener un equilibrio de baja violencia. Pero cuando ciertos eventos suceden, los equilibrios se rompen y la respuesta de estos grupos suele ser un aumento brutal de la violencia, una espiral de sangre para adueñarse del pedazo más grande del ponqué (o de todo). Esto ha pasado en varios lugares y en diferentes momentos.

Un ejemplo clásico es el de la Mattanza, una guerra a principios de los años 80 en Sicilia que enfrentó a las familias de la mafia y dejó cientos de muertos y otros tantos desaparecidos. Esta guerra, como ocurrió en Medellín hace un tiempo, también enfrentó a las bandas del crimen organizado contra la fuerza pública y las instituciones.

Este tipo de situaciones crea un círculo vicioso donde el crimen y la violencia aumentan, las instituciones se debilitan, son cooptadas y pierden la capacidad para gestionar el orden público y judicializar a los responsables. Y a su vez, los lazos de confianza entre los ciudadanos se rompen.

Las recetas para enfrentar estas situaciones de desequilibrio no son fáciles, pero la experiencia deja tres puntos:

• Reducir la violencia es más importante que luchar contra los mercados ilegales y ese debería ser el foco de la política pública. Algunas estrategias contra el narcotráfico, por ejemplo, pueden aumentar la violencia, por lo que es clave enfocarse en reducir los daños causados por el tráfico de drogas y, sobre todo, en la violencia derivada por la lucha por el control de este mercado.

• La justicia debe priorizar la investigación de los grupos y personas más violentos, no todos los crímenes por igual. Es importante investigar los casos más graves, como ataques a funcionarios públicos, periodistas o líderes de derechos humanos.

• Las autoridades deben mejorar su comprensión de cómo se mueve el dinero en las economías ilegales. Esto ayudará a identificar a los principales beneficiarios y a elegir mejor los objetivos de las acciones legales.

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