Cómo recuperar el empleo sin sacrificar la productividad

Cómo recuperar el empleo sin sacrificar la productividad

Escrita por: Eduardo Lora

Contrario a lo que podría esperarse, en las grandes ciudades los trabajadores son ahora más productivos que antes de la pandemia. Mientras que la actividad económica urbana recuperó ya su nivel prepandemia, la ocupación en 23 ciudades capitales en el mes de agosto era todavía 3,6% menos que hace dos años.

¿Cómo ha sido posible este aumento de productividad? La razón principal es que sectores de muy baja productividad, como confección de prendas de vestir, comercio minorista o empleo en el servicio doméstico, no han logrado recuperar su nivel de empleo prepandemia. En cambio, lo han logrado con creces algunos sectores sofisticados como actividades profesionales y científicas, suministro de energía, actividades financieras, información y comunicaciones.

El reto laboral que enfrentan las ciudades en este momento es cómo recuperar el empleo sin sacrificar estas ganancias de productividad. Eso implica, por supuesto, crear empleos adicionales en sectores sofisticados y no simplemente tratar de que los trabajadores que hoy están desempleados o inactivos regresen a los empleos improductivos que abandonaron por la pandemia. ¿Es eso posible? Óscar Rodríguez y yo, en un libro reciente de Econometría titulado La Urgencia de lo Estructural, argumentamos que hay cuatro recomendaciones básicas que deberían seguir las ciudades para lograr ese objetivo.

En primer lugar, las grandes empresas de cada ciudad podrían adoptar una estrategia de diversificación inteligente que consiste en: (1) diversificarse (dentro y fuera del país) hacia mercados más exigentes; (2) identificar nuevos productos y sectores cercanos tecnológicamente a los que ya producen, pero más sofisticados; (3) identificar las barreras que enfrentan esos nuevos sectores y productos, barreras que pueden ser tecnológicas, de capacitación, de insuficiencia de insumos o de servicios, regulatorias o de provisión de bienes públicos; y (4) coordinar con otras empresas, gremios e instituciones relevantes para remover esas barreras. En la medida en que las organizaciones empresariales y laborales a nivel local compartan información y coordinen sus demandas, mejor podrá responder el sector público con el tipo de ajustes regulatorios, inversiones en infraestructura, mejoras en los programas de capacitación y, en general, provisión de los bienes públicos necesarios para las empresas.

El segundo grupo de políticas consiste en mejorar las capacidades laborales para conquistar esos nuevos mercados y productos. Para las entidades de capacitación, eso implica formar técnicos y tecnólogos para responder a las necesidades de sectores más complejos, no para recuperar, ni siquiera para hacer más productivos, los viejos empleos en los sectores de baja productividad.

Las ciudades tienen que tomar en serio los problemas de movilidad. Las empresas podrían contratar más fácilmente el personal que requieren si los trabajadores se pudieran movilizar en tiempos más cortos. Por consiguiente, la tercera área de políticas locales para facilitar la creación de empleo formal es el rediseño de los usos y las facilidades de transporte urbano, para que los tiempos de conmutación laboral sean sustancialmente menores de los que se tenían antes de la crisis. Lo más importante es desalentar el uso de vehículos privados, invirtiendo en forma masiva en mejores buses públicos y trenes urbanos, y en diversas modalidades de bicicletas y autos de alquiler. Los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) deben ser un instrumento para el rediseño urbano orientado a reducir los tiempos de movilización. La Ley 388/97, además de los POT, creó otros instrumentos promisorios, pero todavía desaprovechados como las actuaciones integrales urbanas y los planes de renovación urbana.

Estos instrumentos deben usarse para reducir la segregación urbana y favorecer la cercanía entre los lugares de vivienda (uso residencial) y los lugares de trabajo, estudio y cuidado (usos comercial, industrial e institucional). También puede ayudar a reducir la congestión que las entidades públicas y las empresas, especialmente las grandes, mantengan una cultura favorable al teletrabajo y a la flexibilización de las jornadas laborales. Es necesario evitar que vuelvan a imponerse los trámites presenciales que la crisis demostró que pueden hacerse en forma virtual. En un estudio para la CAF y el DNP, Econometría está diseñando un modelo de cofinanciación de ciudades y territorios inteligentes para hacer viables estas propuestas de solución de los problemas de movilidad.

La cuarta área de política para facilitar la creación de buenos empleos es la coordinación entre municipios en las áreas metropolitanas. Las grandes ciudades y los municipios cercanos que conforman sus áreas metropolitanas (de jure o de facto) deben acordar programas conjuntos de inversión en vías de conexión intermunicipal, servicios de transporte y centrales para pasajeros. También requieren coordinación las regulaciones, incentivos e impuestos que inciden en la ubicación de las empresas que generan más externalidades, sean positivas como la sofisticación tecnológica, o negativas, como la congestión o la contaminación.

Para juzgar el desempeño de los alcaldes, la variable más importante debería ser el aumento del empleo de alta productividad. Las políticas para lograrlo incluyen la diversificación inteligente, la formación laboral en actividades sofisticadas, las regulaciones e inversiones para desestimular el uso del automóvil y la coordinación entre municipios.

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Una estrategia de inclusión productiva para lograr un gran…

Una estrategia de inclusión productiva para lograr un gran empujón

Escrita por: Carolina Murgueitio - Subdirectora y Diego Sandoval - Exdirector y Fundador

Continuamos en esta columna con la presentación de las propuestas de Econometría Consultores contenidas en el libro recientemente lanzado, “Colombia después de la pandemia: La urgencia de lo Estructural”. En esta entrega proponemos algunas estrategias para diseñar políticas diferenciadas y efectivas que logren una inclusión productiva amplia de la población, que conduzca a lo que hemos denominado el “gran empujón” a la economía colombiana en la etapa pospandemia.

Este gran empujón consiste en que se den las condiciones de desarrollo económico para que el país entre en un periodo sostenido de crecimiento económico a unas tasas sensiblemente superiores a las de los últimos y que este crecimiento se refleje en una mayor equidad social. Se ha demostrado ampliamente que con la mayoría de las políticas y programas de desarrollo e ingresos que se han implementado en el país no se ha logrado superar un umbral mínimo para que puedan garantizar una economía diversificada y con una tasa de crecimiento estructural superior a la actual y que esto se refleje en el bienestar de la población.

Una buena parte de la explicación para la anterior situación es el imbalance entre políticas y programas dirigidos a la inclusión social frente a aquellos que propenden por la inclusión productiva. Y es que los primeros no bastan, ya que buscan en esencia la superación de privaciones en los logros educativos, de atención a la primera infancia, de salud y vivienda de los miembros de los hogares; es decir, cumplir con los componentes sociales del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), descuidando gravemente las políticas generadoras de ingresos. Es muy diciente que en el momento el IPM general de la población esté en un 18.5% y el de pobreza en 42.5%.

Para aportar al verdadero empujón productivo, se debe propender más allá de lo anterior, por la inclusión productiva que consiste en generar ingresos a través de propiciar capacidades competitivas en las empresas, personas, hogares y comunidades para superar las condiciones de pobreza y de vulnerabilidad.

En los últimos años, el desequilibrio en la inversión en los dos tipos de políticas es marcado. En efecto, la oferta de programas de generación de ingresos de Prosperidad Social ha atendido en los últimos cinco años a cerca de 100.000 hogares en situación de pobreza o vulnerabilidad. Esto es muy poco frente a los retos de inclusión productiva y a frente a los programas de inclusión social que, como Familias en Acción, beneficia a cerca de 2,5 millones de hogares. Por otra parte, no se ha logrado coordinar la salida y el tránsito de los beneficiarios de unos programas a otros, en una progresiva superación de sus limitaciones sociales y de generación de ingresos. Según datos recientes del DNP, en el gasto social solo un 2.5% se dedica a actividades de generación de ingresos, cuando en otros países esta proporción es sensiblemente mayor.

Por otra parte, no se han aprovechado plenamente las sinergias y complementariedades entre el ámbito urbano y el rural. En la agricultura no se han logrado encadenamientos productivos con economías de escala. Los emprendimientos individuales se han privilegiado frente a los regionales y a los de asociación de productores. La participación del sector privado ha sido pequeña en los programas de generación de ingresos.

La inclusión productiva debe ser el principal objetivo de la inclusión, sin descuidar por supuesto, la atención de las privaciones sociales y del respeto a los derechos fundamentales de los grupos más vulnerables. Es así como, las políticas deben hacerse de manera diferenciada por grupos de población y regiones debido a que Colombia es un país altamente heterogéneo en su nivel de desarrollo, con evidentes trampas de pobreza en las que regiones pobres conviven con regiones relativamente desarrolladas, en lo que se denomina clubes de convergencia.

Para lograr esa diferenciación que permita políticas efectivas se debe tener información por cuadrantes poblacionales, para focalizar estrategias que tengan en cuenta las diferencias entre los entornos urbanos y los rurales y del tipo de población, si está en extrema pobreza, pobreza o en situación intermedia vulnerable. También se debe considerar las necesarias complementariedades, que propicien la existencia de economías de escala y la potenciación de externalidades y sinergias entre estos ámbitos (ver cuadros anexos).

Los enfoques que debe tener la aplicación territorial de las políticas de transformación e inclusión productiva varían según donde se desarrollen. En el caso de las grandes ciudades y conglomerados urbanos, ellas mismas son un motor dinámico, y lo central es propiciar los medios y oportunidades para el acceso a empleos formales o emprendimientos en una propuesta que hacemos de complejidad y diversificación inteligente en bienes y servicios en cada uno de los grandes centros urbanos del país.

En las zonas rurales y pequeños municipios se deben propiciar mejoras significativas en los ingresos de los productores campesinos o agroindustriales mediante una transformación sectorial, centrada en lograr aumentos grandes y escalables de la productividad y producción utilizando las ventajas comparativas del país, una mayor conexión con el mercado internacional y titularización de las propiedades. Todo esto soportado en varias experiencias piloto exitosas ya desarrolladas en el país que deben ser escaladas.

En los municipios intermedios, una combinación de ambos enfoques. En este tipo de municipios es importante aprovechar los vínculos existentes al interior de los esquemas de asociación que existen dentro del sistema de ciudades.

Finalmente, en las áreas apartadas, en donde las actividades ilegales hacen presencia, una condición para que las estrategias propuestas sean viables, es la presencia plena del Estado, no solo con seguridad, sino con servicios de justicia, salud, educación y de comunicación con los centros urbanos. En muchas de estas regiones, la mejor solución es la de aplicación de instrumentos financieros de conservación de la biodiversidad.

 

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Katherinne Alvarado
Fieldwork Manager
Katherinne Alvarado Acevedo is an Industrial Engineer, with experience in management and coordination of quantitative data collection, she is linked to Econometría since 2019 and has participated in more than 12 consultancies with the firm. Her areas of interest are mainly: Social inclusion, logistics, health, public policy, territorial, urban and rural development, among others.
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Katherinne Alvarado
Líder Trabajo de Campo
Katherinne Alvarado Acevedo es Ingeniera Industrial, con experiencia en gestión y coordinación de recolección de datos cuantitativos, se encuentra vinculada a Econometría desde el 2019 y ha participado en más de 12 consultorías con la firma. Sus áreas de interés son principalmente: Inclusión social, logística, salud, políticas públicas, desarrollo territorial, urbano y rural, entre otros.
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Tomas Hamann
Junior Consultant
Tomas Hamann Sanclemente is an economist from the Universidad de Los Andes with a minor in Business Law and has been part of Econometría since 2023. His areas of interest include macroeconomic analysis, impact evaluation, market analysis, and business planning.
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