El próximo gobierno y el desarrollo sostenible

El próximo gobierno y el desarrollo sostenible

Autor: Oscar Rodríguez

El próximo gobierno, cualquiera que sea, deberá consolidar las acciones programadas para el desarrollo de varias agendas de sostenibilidad, establecidas a partir de compromisos internacionales que ha adquirido el país. La más importante y general es la relacionada con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), la cual define metas concretas a obtener hacia 2030. Para ello, Econometría está desarrollando un estudio de evaluación de la coherencia de las políticas necesarias para cumplir los ODS relacionados con temas climáticos, ambientales, de gestión de riesgo y de desarrollo agropecuario sostenible.

El principal problema que tendrá el próximo gobierno en desarrollo sostenible no es definir hacia dónde ir. Los compromisos y objetivos están claramente definidos, las acciones necesarias están establecidas y se han comenzado a desarrollar muchas iniciativas por los gobiernos anteriores. El verdadero reto es encontrar cómo alcanzar la eficiencia del aparato estatal y la articulación institucional para garantizar la eficacia de las intervenciones de política y, por ende, lograr la efectividad de dichas acciones.

Un ejemplo es la agenda climática, dentro de la cual Colombia ha sido líder en establecer objetivos y propósitos. Se aumentó la ambición en las metas para buscar la carbononeutralidad en 2050 y tener una senda de desarrollo resiliente con alta adaptación a los efectos del cambio climático. Para implementar esta agenda se han formulado múltiples políticas, estrategias y planes. El próximo gobierno deberá incorporar dentro del Plan Nacional de Desarrollo las iniciativas correspondientes para ejecutarlas.

También se han expedido leyes como la de Cambio Climático en 2018, que establece el Sistema de Comercio de Emisiones (SCE) y la de Acción Climática en 2021, que establece las metas de corto, mediano y largo plazo para un desarrollo bajo en emisiones de carbono y resiliente al clima. Una tarea urgente es su reglamentación para pasar del diseño y la planificación a la implementación de medidas efectivas. Eso incluye establecer las reglas del juego para el funcionamiento del Sistema de Comercio de Emisiones (SCE) y en general de los mercados de carbono. Econometría ha participado en los estudios de diseño del SCE y ha realizado varios estudios para recomendar reglas del juego en los mercados voluntarios de carbono. Así pues, la mayoría de los insumos están disponibles, pero se deben expedir los actos administrativos correspondientes. Se debe terminar de crear e interconectar los sistemas de información climática, así como fortalecer las capacidades técnicas y humanas de las entidades que deben usar esta información. También se deben adelantar temas pendientes como la defensa de los páramos, aprobar el Acuerdo de Escazú e implementar el CONPES de control de la deforestación.

Para consolidar las políticas, planes y estrategias formuladas y establecer una ruta de implementación, en 2021 se formuló la Estrategia Climática de Largo Plazo (E2050). Esta es una agenda prospectiva que además de buscar la mitigación y adaptación frente al clima, plantea las transformaciones estructurales necesarias buscando el bienestar de la población y mejorar la competitividad en un mundo futuro, cada vez más preocupado por el ambiente.

Estos cambios incluyen: mejorar el conocimiento y la capacidad de tomar decisiones; adecuada gestión de la biodiversidad; innovación tecnológica productiva, economía circular y bioeconomía; una transición energética diversificada; ciudades inteligentes, etc.

Los objetivos transversales, como el ambiental, necesitan mayor articulación entre entidades, pues la arquitectura institucional del país está diseñada con un enfoque sectorial. El logro de los objetivos de largo plazo requieren la implementación de políticas de sostenibilidad tanto generales como específicas para cada sector.

La articulación institucional es similar a esas carreras en donde dos personas se amarran de un pie para avanzar. Se deben poner de acuerdo en pisar al tiempo y correr a un mismo ritmo. Cada corredor debe tener buena coordinación en su cuerpo y además entender y adaptarse a los movimientos del otro. Si esto es difícil entre dos personas, imaginemos a 16 ministerios tratando de avanzar de manera coordinada cuando cada uno tiene sus propios afanes y metas sectoriales que cumplir. Sin embargo, aunque es una tarea compleja, no es imposible de lograr; las orquestas sinfónicas lo hacen todo el tiempo, pero se requieren las señales de un director que le indiquen a todos el ritmo y a cada uno la intensidad y el momento en el que debe entrar. A esto es a lo que se le llama comúnmente la voluntad política.

La voluntad política frente a los temas transversales implica un nivel de prioridad alta del tema por parte del gobernante de turno. Los temas transversales, como los ambientales, la inclusión productiva, inclusión social, el enfoque diferencial y lucha contra la corrupción, son políticamente correctos y populares, por lo que suelen estar enfatizados en los planes de gobierno de los candidatos, pero no en la gestión. La verdadera voluntad política solo se podrá evidenciar si el próximo presidente toma la batuta del tema para dirigir con ímpetu esa orquesta.

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La confianza en el Estado, columna de Econometría

La confianza en el Estado

Autor: Mauricio Olivera

Antes de la pandemia, Colombia venía avanzado de manera paulatina en sus políticas sociales, en un entorno macroeconómico estable, cumpliendo con los límites de la política fiscal. De hecho, uno de los activos más importantes con el que contamos los colombianos es la estabilidad macroeconómica. Excepto la crisis de 1999 -antes de la generada por la pandemia- no hemos sufrido de la volatilidad macroeconómica de Argentina o de implosiones económicas como la venezolana. Históricamente, la década de los 80 se denomina “la década perdida” de América Latina porque la mayoría de países de la región sufrieron crisis económicas profundas debido a su alto nivel de deuda pública y su inestabilidad fiscal.

Colombia fue uno de los pocos países que no sufrió esta crisis. Sin embargo, los buenos resultados macroeconómicos no se han visto acompañado por buenos resultados en la gestión del gasto público. Los colombianos confiamos muy poco en el Estado. A pesar de los avances sociales que se han logrado en este siglo, que se reflejan en la reducción de la pobreza, que de acuerdo con los datos del Banco Mundial se redujo de 16,8% en el año 2000 a 4,9% en 2019, vemos el Estado como un ente paquidérmico y corrupto. Datos de la encuesta de Latinobarómetro prepandemia muestran que para el 2018 la confianza en el gobierno era de 22%, siendo esta una de las instituciones con menor confianza, al lado del Congreso y de los partidos. Otra encuesta, Edelman Trust Barometer, muestra que para 2021 la confianza en el gobierno colombiano es de 33%, ubicando al país en el puesto número 25 entre 28 países donde se realiza la encuesta.

La poca confianza en el Estado puede basarse en varias hipótesis. Una de las más recientes, planteada por la OCDE en 2018, afirma que a medida que se va reduciendo la pobreza va creciendo una clase media vulnerable, con posibilidades de caer en la pobreza, y más exigente con el Estado. La insatisfacción con los servicios públicos, la educación pública, y la seguridad ciudadana es creciente. Y a este hecho estructural de baja confianza en el Estado se le suma la crisis generada por la pandemia, que aumentó la pobreza, generó desempleo y redujo los ingresos de muchos hogares.

Por esto es necesario fortalecer el papel del Estado. En su libro “Colombia después de la pandemia: La urgencia de lo estructural” Econometría plantea que los resultados macroeconómicos del Estado en términos de la estabilidad macroeconómica han sido satisfactorios. Sin embargo, los resultados microeconómicos, en términos de eficiencia del gasto público y la satisfacción de los ciudadanos, han sido mediocres.

Para enfrentar este reto, es necesario que llegue un gobierno que genere confianza, que tenga como objetivo atacar la corrupción, pero es importante ir más allá. Varias propuestas. Por un lado, la reforma presupuestal. En Colombia se sabe cuánto gasta el sector público, y se controla cada peso que se gasta, pero no se sabe exactamente para qué se gasta y qué se logra con ese gasto. Es importante reformar la forma de hacer el presupuesto a una que permita identificar y hacer seguimiento a los programas y proyectos para identificar si ese gasto es eficiente para lograr sus metas e impactos en la calidad de vida de los ciudadanos.

Se conoce el presupuesto por entidad, y su división entre gastos de nómina, transferencias e inversión, pero no se sabe si el gasto de nómina está condicionado a algún resultado específico, o atado a la inversión. Para esta reforma, la coordinación entre el Departamento Nacional de Planeación, encargado del gasto de inversión, del Ministerio de Hacienda, encargado del gasto de funcionamiento (nómina y transferencias), y del Departamento Administrativo de la Función Pública, el departamento de talento humano del Estado, es esencial. Otro punto importante es la cultura de servicio al ciudadano. Contamos con un Estado desconectado de las necesidades y las exigencias de los ciudadanos. El servicio al ciudadano en muchos casos es paquidérmico. Mientras que en el mercado se ha evolucionado hacia un servicio experiencial, en el Estado no existe una cultura de servicio acompañada de unos procesos que lo agilicen.

Aunque uno de los grandes logros de la Constitución de 1991 es la tutela para agilizar el cumplimiento de los derechos de los ciudadanos, y cuando no se cumple un derecho, el desacato puede llevar una orden de arresto de un funcionario, este mecanismo debería ser la excepción. En muchos casos es la regla. Mientras más tenga que usar el ciudadano este mecanismo para lograr el cumplimiento de sus derechos, menos confianza en el Estado tendrá. Claramente, es necesario compatibilizar las exigencias ciudadanas con las capacidades del Estado, pero para eso es importante entender bien no solo con cuantos recursos se cuenta, sino también para qué se usan y la eficiencia en su uso. Este punto nos lleva nuevamente a una reforma presupuestal.

La pandemia generó un aumento en el gasto público y una disminución en los ingresos por impuestos, y por consiguiente un aumento de la deuda. El país enfrenta la doble obligación de ajustar las finanzas públicas para preservar la estabilidad macroeconómica y sostener o inclusive aumentar el gasto público para continuar atendiendo los efectos negativos de la pandemia. Es un doble reto: una reforma tributaria, ojalá basada en la confianza de los ciudadanos. Pero para esto es esencial fortalecer el desempeño del Estado para atender las necesidades de los ciudadanos. Ganarse la confianza de los ciudadanos.

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Katherinne Alvarado
Fieldwork Manager
Katherinne Alvarado Acevedo is an Industrial Engineer, with experience in management and coordination of quantitative data collection, she is linked to Econometría since 2019 and has participated in more than 12 consultancies with the firm. Her areas of interest are mainly: Social inclusion, logistics, health, public policy, territorial, urban and rural development, among others.
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Líder Trabajo de Campo
Katherinne Alvarado Acevedo es Ingeniera Industrial, con experiencia en gestión y coordinación de recolección de datos cuantitativos, se encuentra vinculada a Econometría desde el 2019 y ha participado en más de 12 consultorías con la firma. Sus áreas de interés son principalmente: Inclusión social, logística, salud, políticas públicas, desarrollo territorial, urbano y rural, entre otros.
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Santiago Noguera
Junior Consultant
Santiago Noguera Cotes studied economics at the Universidad de Los Andes and has been part of the Econometría since 2023. His areas of interest include macroeconomic analysis, impact evaluation, economic development, and the informal economy.
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Santiago Noguera
Consultor Junior
Santiago Noguera Cotes es economista de la Universidad de los Andes y hace parte del equipo de Econometría desde el año 2023. Sus áreas de interés son el análisis macroeconómico, la evaluación de impacto, el desarrollo económico y la economía informal.
Santiago Noguera
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Santiago Noguera Cotes es economista de la Universidad de los Andes y hace parte del equipo de Econometría desde el año 2023. Sus áreas de interés son el análisis macroeconómico, la evaluación de impacto, el desarrollo económico y la economía informal.
Diego Sandoval
In memory of
Founder
Diego Sandoval Peralta, industrial engineer, economist and MBA from Universidad de los Andes and M. Phil (cand.) in economics from Oxford University. Until 2016 and for 30 years he was Director of Econometrics. He participated in more than 150 projects as director or expert. His areas of expertise were in economic and financial structuring and evaluation of projects, evaluation of public policies and sectoral analysis in agriculture, transportation and regional development.
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