¿Dónde está el potencial?, columna para La República

¿Dónde está el potencial?

Escrita por: Julián Roa

Los economistas, a la hora de entender el fenómeno macroeconómico, aplicamos la estrategia de dividir para vencer. La estrategia consiste en dividir la evolución de variables clave como el PIB en dos componentes: uno tendencial y uno cíclico. Lo anterior se justifica en un marco temporal, en donde los factores de largo plazo o estructurales afectan el comportamiento de la tendencia, y los factores de corto plazo o coyunturales solo afectan el ciclo económico. Así, preguntas cómo “¿por qué China crece cada vez menos?” suelen responderse con aspectos estructurales como la demografía de dicho país, mientras que preguntas sobre si la inflación actual es un fenómeno de demanda o de oferta tiene su respuesta en factores relativamente coyunturales como la ruptura de las cadenas de valor o la laxitud de la política monetaria y la fiscal.

En el caso colombiano, hoy hay varias preguntas relevantes relacionadas con dicho nivel potencial. Por un lado, hay un debate importante sobre si la inflación de Colombia en estos momentos está siendo generada por excesos de demanda o no, es decir, si el PIB es mayor al potencial o no. Por otro lado, decisiones como el nivel de endeudamiento de la economía toman en consideración el PIB tendencial. A pesar de la importancia de esta variable, no es equivocado afirmar que hoy existe una incertidumbre mayúscula sobre el dónde se encuentra.

La incertidumbre tiene tanto una base conceptual como instrumental. En lo conceptual, la realidad que hemos vivido desde 2008 nos ha mostrado que los factores de corto plazo pueden tener efectos permanentes en la tendencia. Así, la suposición de que el corto plazo y el largo plazo se pueden estudiar por separado no es tan conveniente. Ello no quiere decir que la división no sea útil, pero si quiere decir que el asumir que son asuntos enteramente independientes es problemático.

En lo instrumental, es sabido que, en una primera instancia, los conceptos determinan las técnicas y, en consecuencia, las metodologías estadísticas para extraer los componentes cíclicos y tendenciales asumen que el ciclo no influye en la tendencia. Así, las metodologías más populares para hacer dicha descomposición fracasan ante fenómenos como la crisis del 2008 o la crisis del covid-19.

Lo anterior nos motivó a proponer una descomposición de la tendencia y el ciclo que permitiera la existencia de choques que afectaran simultáneamente a la tendencia y al ciclo y los resultados se encuentran en el estudio titulado ‘A trend cycle decomposition with hysteresis’, publicado como Borrador de Economía del Banco de la República. En dicho documento se hizo un análisis sobre la evolución del PIB y el potencial en varios periodos históricos como la crisis de 1929, la crisis de 2008 y la actual crisis del covid-19. En el caso de las últimas dos crisis, el análisis está disponible para más de 80 países. A continuación, mostramos algunos aspectos generales que se encontraron para la crisis del covid-19.

En lo que concierne a la economía global, la crisis del covid-19 tuvo su mayor profundidad en el segundo trimestre de 2020, cuando tanto el PIB como el potencial se desplomaron de manera importante respecto a la tendencia previa. Luego del ascenso del tercer trimestre de 2020, el potencial se estabilizó para la mayoría de los países. Lo anterior permite una medición de las pérdidas de largo plazo que generó la crisis del covid, la cual en la mayoría de los países fluctúa entre pérdidas de 1% y de 4% respecto a la estimación de largo plazo previa.

De igual forma, se observa una heterogeneidad importante entre países. El país mediano parece haber convergido al nuevo nivel de potencial, más de la mitad de los países tiene un PIB observado por encima de su potencial, lo que muestra que una parte importante de la inflación actual está asociada a un exceso de demanda.

En Latinoamérica hay dos países que sobresalieron en el estudio: Colombia y México. Ambos tuvieron caídas similares durante el segundo trimestre de 2020, sin embargo, luego de 2021 el comportamiento de estos países empezó a diferenciarse de manera importante. Las estimaciones para Colombia sugieren que el PIB colombiano ya superó la tendencia previa y el potencial está muy cerca de recuperar el nivel previo a la crisis económica, con una pérdida cercana a 1%. Por su parte, México empezó a diferenciarse de manera importante.

Por un lado, la economía se encuentra cinco puntos porcentuales por debajo de la tendencia previa y el potencial se encuentra a un nivel cercano. Así, vale la pena preguntarse cuales fueron las diferencias entre estos países: ¿se trató de diferencias en las políticas de vacunación o en la política de reactivación económica por parte de los gobiernos?

De lo anterior se desprende que la metodología propuesta no solo permite estimar un PIB tendencial que ante crisis puede quebrarse, mostrando efectos de desgarramiento propios de las crisis económicas, sino que también permite dar mejores respuestas a otros tipos de interrogantes al hacer una mejor medición de la brecha del producto.

*Las opiniones expresadas en esta columna no representan la visión del Banco de la República ni de Econometría Consultores ni las visiones de sus juntas directivas.

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El diablo está en la implementación

El diablo está en la implementación

Escrita por: Arturo García

Existe una “Ventana de oportunidad en el sector agropecuario”. Este fue el planteamiento que se formuló en 2021 en el capítulo 3 del libro de Econometría Consultores “Colombia después de la pandemia: la urgencia de lo estructural”.

¿Por qué existe esa ventana? Resumiendo lo allí planteado, el país es dependiente en ingresos fiscales y en su balanza comercial del carbón, que está pasando por un boom momentáneo asociados a la guerra de Ucrania, pero que es una alternativa cada vez menos factible por sus efectos ambientales; y del petróleo, también cuestionado ambientalmente, pero con una perspectiva de más largo plazo, aunque el país solo cuenta con reservas para menos de siete años. La decisión de no firmar nuevos contratos de exploración hace extremadamente urgente el desa- rrollo de alternativas para reemplazar en un futuro no muy lejano los ingresos petroleros. Es un reto tener alternativas a un plazo relativamente corto, y esto es lo que justamente abre esa ventana de oportunidad.

Las alternativas sostenibles dependen en buena medida de aprovechar las ventajas comparativas con que se cuentan, volviéndolas ventajas competitivas. Tierra y agua es donde Colombia tiene esas ventajas. Sobre esa base, los sectores posibles son el turístico (asociado a paisajes) y el agropecuario. Sin embargo, en lo que respecta al turismo, mientras no mejoren los problemas de infraestructura y de violencia e inseguridad, será una opción limitada. Queda el desarrollo agropecuario donde el país tiene una mejor dotación relativa de factores, lo cual brinda una ventaja comparativa. El reto será volverla competitiva.

Esa ventana en el horizonte está cada vez más cerca de poder abrirse. Por un lado, desde hace algo más de una década se tiene una base conceptual importante sobre el desarrollo rural. Los principales trabajos han sido: a) el Proyecto de ley de tierras y desarrollo rural (2011), que si bien no se convirtió en ley, fue la base con la que el gobierno negoció los temas rurales en La Habana, b) la Misión para la Transformación del Campo (2015), el trabajo más sistemático e integral sobre el desarrollo rural, convertido en el principal referente; c) el Acuerdo de paz con las Farc (2016), en particular el punto 1 sobre Reforma Rural Integral; d) el documento Conpes 3958 (2019) donde se aborda la política de catastro multipropósito”, fundamental para la reforma rural integral; y e) por último, lo que plantea la propuesta de Plan Nacional de Desarrollo (2023) sobre el ordenamiento territorial en torno al agua y la propuesta de un Sistema de Administración del Territorio. Lo que tiene que hacer el estado, tanto en el nivel nacional como territorial, es poner en marcha esas recomendaciones.

Lo anterior, se complementa con un excelente equipo, que cuenta con una larga experiencia. Quien dirigió la Misión para la Transformación del Campo es el Ministro de Hacienda. El Departamento Nacional de Planeación se tiene claridad sobre los retos del desarrollo y la transición energética. Y a la cabeza del sector agropecuario y desarrollo rural está Cecilia López, quien ya fue ministra del sector, ministra de ambiente y directora del Departamento Nacional de Planeación. Además, los viceministros tienen experiencia en sus campos y en entidades claves como en el Fondo para el Financiamiento del Sector Agropecuario, la Agencia de Desarrollo Rural y la Unidad de Planeación Rural Agropecuaria se tienen personas de primer nivel. Sin temor a exagerar, podría decirse que se cuenta con un Dream Team.

Un desarrollo agropecuario que aproveche las ventajas comparativas, la claridad sobre lo que hay que hacer y el excelente equipo con el que se cuenta hacen que la ventana de oportunidad en el sector agropecuario está abierta y lista para aprovecharla. Que se aproveche o no dependerá en buena medida de la capacidad de ejecución. Algo nada fácil, pues parodiando el popular refrán, “el diablo está en la implementación”.

Tres problemas distintos se enfrentan en el camino: a) Temas estratégicos, diagnosticados y con gran potencial de impacto que no tienen doliente. Por ejemplo, los distritos de adecuación de tierras, donde se tiene diagnósticos y propuestas (financiadas por la CAF), pero sin mayores avances. Los potenciales beneficios son enormes, pero la cobertura es muy baja y los distritos existentes funcionan lejos de su potencial. Es una oportunidad que no se aprovecha; b) Por otro lado, está el caso de programas de gran perspectiva como Alianzas Productivas, que parecen estar decayendo en lugar de proyectarse hacia el futuro. Es un ejemplo de cómo el manejo político puede llevar al traste una buena iniciativa; Alianzas fase 1 y 2 logró mejores resultados e impactos que Alianzas fase 3. Un llamado a no quedarse en el pasado y a cuidar la institucionalidad de aquello que se vaya construyendo; y c) El reto del escalamiento.

Los programa e instrumentos existentes llegan a muy poca población y la perspectiva de acercarse al universo vía aumentos de cobertura, no es fácil dadas las restricciones fiscales. Pareciera se deja la perspectiva del escalamiento al crédito, que es una restricción presupuestaria para el productor, más que un factor determinante del desarrollo. Endeudar a un productor para un proyecto que no sea rentable es condenarlo es crearle un problema adicional. Lo que falta es identificar proyectos que pueden tener potencial de grandes impactos, que generen efectos demostración y que se propaguen, como bien los soportan las evaluaciones que se han adelantado.

Estos ejemplos ilustran la magnitud de los retos en la implementación, que determinarán en últimas si se aprovecha o no la ventana de oportunidad.

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Estabilidad laboral, un sueño al alcance de Colombia

Estabilidad laboral, un sueño al alcance de Colombia

Escrita por: Yanira Oviedo

La estabilidad laboral es un bien social. A todos nos beneficia. Los empresarios, con reglas claras y constantes, pueden planear sobre la base de contar con un personal estable, disponible y sobre el que puede invertir en formación específica a sus empresas, generando incrementos en productividad y por ende en ingresos. Los trabajadores perciben menor incertidumbre, propiciando las condiciones para que su bienestar y productividad mejoren, facilitando sus posibilidades de invertir y adquirir bienes mediante créditos de largo plazo dinamizando la economía. Los que buscan trabajo pueden acceder a oportunidades que les permita insertarse al mercado laboral o escalar en sus condiciones.

Esto último le parecerá raro a mucha gente. ¿Qué tienen que ver los buscadores de empleo en la estabilidad laboral? En Colombia estamos acostumbrados a ver la estabilidad laboral como un trabajador que “adquiere” un puesto de trabajo y se atornilla a él como le sea posible hasta su retiro. Pero esto dista mucho del verdadero significado de estabilidad en las condiciones laborales. De hecho, ello perjudica al trabajador que por miedo a perder su puesto deja de crecer y buscar alternativas, mientras se limitan las posibilidades de otras personas y se disminuye el margen de maniobra de las empresas.

En Colombia tenemos una distribución de ocupados, según la antigüedad en su puesto de trabajo, donde solo 30,0% de los trabajadores lleva cinco años o más, mientras que 31,5% tienen más de un año, pero menos de cinco y lo más frecuente es que la antigüedad sea inferior a un año (38,5%) (Ver gráfica).

El asunto importante es brindar condiciones laborales estables, suavizando o manteniendo el bienestar general ante los movimientos propios del entorno, el mercado laboral y la economía. El objetivo es que los trabajadores estén en el mejor puesto de trabajo posible, esto no es siempre el mismo puesto, haciendo una carrera laboral, no necesariamente en la misma empresa, y que las empresas puedan ir adecuando su plantilla a los cambios de sus entornos para ser más productivas y competitivas, mientras están interesadas en mantener una fuerza de trabajo en la que han invertido en formación a la medida de sus necesidades.

Los países desarrollados han entendido esto. Por ello, como lo ha documentado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe – Cepal, esos países han creado y fortalecido continuamente sus sistemas de subsidio al desempleo, acompañado de políticas activas que incentivan la creación de empleo y la contratación formal, promueven la formación para el trabajo pertinente y cuentan con robustos servicios de empleo.

Ahora bien, los mejores sistemas de subsidio al desempleo brindan una transferencia de dinero lo suficientemente alta como para facilitarle a una persona que perdió su trabajo que emprenda un proceso de búsqueda de uno nuevo con iguales o mejores condiciones al que perdió. El tiempo de búsqueda subsidiado está ligado a la duración del desempleo promedio, en las economías sólidas esto es aproximadamente tres meses, pero en Colombia, según cálculos que pueden realizarse con las encuestas del Dane, esto debería ser alrededor de un año. Por eso, se debe acompañar a las personas que buscan con un Servicio de Búsqueda de Empleo ágil y con cobertura nacional. La Cepal también resalta que muchos países complementan el seguro al desempleo con una innovación; se trata de cuentas de ahorro individual por desempleo a las que aportan trabajadores y empleadores.

¿Sabe usted si en Colombia existe un sistema de subsidio al desempleo? Pues, sí, sí lo hay, se llama el Mecanismo de Protección al Cesante (MPC) y este primero de mayo cumple 10 años de su existencia desde que el Ministerio del Trabajo lo inauguró. El MPC se financia por recursos del Sistema de Subsidio Familiar que se operativiza a través de las Cajas de Compensación Familiar. A través del MPC se brindan módicas prestaciones económicas, capacitación al buscador de empleo, fomento empresarial y se articula con el Servicio Público de Empleo.

Además, en Colombia existen las cesantías, las indemnizaciones y los costos de despido. Todos ellos herramientas para facilitar la rotación laboral de los trabajadores entre puestos de trabajo. Hay recursos, pero están dispersos y ni siquiera se conoce su propósito. El colombiano promedio ve las cesantías como una prima extra. La falta de visión de país que articule esas herramientas y las haga potentes para mejorar el bienestar de la población económicamente activa (los que trabajan y los que buscan trabajo) y del empresariado ha generado un mal uso de nuestros recursos y perdida de potencialidades de nuestra principal riqueza, nuestra gente.

Como se puede inferir, el MPC es un paso que Colombia ha dado en la dirección correcta. No obstante, dista de tener la capacidad y fortaleza para brindar condiciones laborales estables. En gran parte porque al ser financiado solo por los recursos en las Cajas de Compensación Familiar, por ley, solo cubren a quienes aportaron, es decir, a los trabajadores formales ¿Y el resto de la población? El Estado colombiano, que somos todos, debe meterse la mano al bolsillo para potenciar el subsidio al desempleo y dado que hay recursos, organizarlos, sumarlos y usarlos eficientemente. Afortunadamente, estamos ante una coyuntura de cambios. Es el momento modificar de manera profunda las condiciones de nuestro mercado laboral, de nuestro país. El impulso que se necesita, aunque importante, luce pequeño frente las reformas que están marcha. Potenciar el sistema de seguro al desempleo es factible, es un sueño posible para Colombia ¿Quién abanderará esta causa?… Es loable, benéfica y está a la mano.

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Los ODS, la evaluación y el sector privado

Los ODS, la evaluación y el sector privado

Escrita por: María Carolina Latorre

El sector privado juega un papel fundamental en el desarrollo económico y sostenible de un país. De hecho, las Naciones Unidas afirman que el logro de la Agenda 2030, que implica cumplir las metas establecidas dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), requiere un nivel de acción colectiva sin precedentes, y exige un mayor compromiso de todos los actores no estatales relevantes, entre los que se encuentran las empresas del sector privado. Como una propuesta de trabajo colaborativo para alcanzar los ODS, se creó la iniciativa del Pacto Global, la cual está compuesta hoy por más de 13.000 entidades a nivel global, 60% de carácter empresarial y 40% sin ánimo de lucro.

Econometría Consultores hace parte de esta iniciativa global a través de la Red Colombia del Pacto Global. No obstante, su aporte como empresa del sector privado al desarrollo sostenible no se da únicamente a través del cumplimiento de los diez principios del Pacto Global. Este aporte también se provee mediante su contribución a la generación de evidencia que permita conocer los resultados e impactos de las acciones que el sector privado realiza para mejorar las condiciones de vida de la población y cuidar el medio ambiente, además de proveer insumos para la toma de decisiones estratégicas respecto a la focalización y ajustes de proyectos y programas productivos con impacto social y ambiental.

Durante la larga trayectoria de Econometría Consultores en evaluaciones para el sector privado, se han desarrollado proyectos que buscan estimar resultados, elaborar diagnósticos, medir huellas socioeconómicas, diseñar índices y sistemas de monitoreo, y generar recomendaciones para entidades como la Fundación Alpina, la Fundación Grupo Social, la Fundación Terpel, Argos, la Fundación Saldarriaga Concha, la Fundación Promigas, la Fundación Bavaria y el NAB Colombia entre otras. Todas ellas tienen en común tres aspectos fundamentales: su vinculación a empresas del sector privado, su compromiso con la mejora de las condiciones sociales y ambientales, y su disposición a evaluar sus resultados y obtener retroalimentación fundamental para la mejora de sus inversiones.

En este último punto, es clave conocer cuáles son los propósitos de una evaluación y que se requiere para hacerlas bien. La definición de preguntas de investigación, la disponibilidad de información y la disposición para ser evaluados son elementos esenciales para lograr valorar adecuadamente un programa o proyecto. Ahora, en cuanto a sus propósitos, las evaluaciones permiten rendir cuentas al personal implementador y a las poblaciones beneficiarias, identificar buenas prácticas y aspectos por mejorar para fortalecer las intervenciones, y mejorar los sistemas de información y seguimiento para monitorear adecuadamente el trabajo realizado. Así mismo, las prácticas de evaluación contribuyen a la estimación del valor compartido de las empresas y el impacto de las inversiones con objetivos claros de orden social y ambientales decir, la interacción entre el fomento de la competitividad de una compañía, con las mejoras en las condiciones sociales, económicas y ambientales de las comunidades donde operan o en regiones específicas del país.

En la situación actual que vive el mundo este año, cuando se espera un menor crecimiento de las economías, la crisis sobre los recursos ambientales y las amenazas sobre la sostenibilidad del planeta aumentan y los indicadores de pobreza y desempleo en países en desarrollo y emergentes continúan siendo altos, se hace más imperante el compromiso del sector privado en la sostenibilidad y equidad social de las regiones. Este compromiso requiere también de estrategias eficientes y eficaces que vayan acompañadas de mecanismos de difusión para hacer a las comunidades partícipes y beneficiarias del desarrollo sostenible.

La vinculación al Pacto Global va de la mano con la práctica de evaluar las intervenciones que el sector privado promueve en las comunidades. Es así como la guía práctica para la acción del sector privado ante los ODS no solo explica la manera en que las empresas pueden contribuir al logro de cada uno de los 17 objetivos de desarrollo sostenible, sino que también dedica un apartado exclusivo a mecanismos para medir esta contribución. Estos mecanismos incluyen la estimación de indicadores cuantitativos, valoraciones económicas, evaluaciones de procesos, resultados e impactos y medidas de comparabilidad que permitan realizar análisis transversales entre sectores, regiones y tipos de población.

Es importante anotar que estos mecanismos se deben complementar con información cualitativa que dé cuenta de las percepciones, experiencias y opiniones de la población directamente involucrada en la implementación de los programas. Hoy en día existen diversas y variadas metodologías de recolección y análisis de información, innovaciones que vale la pena aprovechar en los procesos de generación de evidencia. Así mismo, se deben considerar temas éticos en la recolección y difusión de la información, para llevar a cabo las evaluaciones dentro de los principios de la acción sin daño, la inclusión, la privacidad de la información y la equidad.

En conclusión, el mundo y nuestro país necesitan cada vez más del compromiso del sector privado para lograr un desarrollo sostenible. Existen iniciativas a nivel global, regional y local para compartir experiencias, guiar los procesos y apoyar a las empresas en su contribución a las necesidades de la población, que van desde la erradicación del hambre y el fin de la pobreza, hasta la construcción de alianzas, pasando por la protección de los ecosistemas, la producción y el consumo responsables, el trabajo decente, el acceso a servicios básicos, entre otros. El sector privado puede hacer uso de estas iniciativas, y también de los mecanismos de evaluación de las intervenciones, que les permitirá rendir cuentas a sus poblaciones beneficiarias, tomar decisiones estratégicas y compartir sus buenas prácticas a otras empresas y sectores interesados y dispuestos a contribuir al desarrollo sostenible. El momento para contribuir y evaluar es ahora.

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Luces y sombras del sistema de salud

Luces y sombras del sistema de salud

Escrita por: Francisco J. Yepes, Marta Lucía Ramírez, Christiann Orjuela y María Gloria Cano

El bajo gasto de bolsillo, es decir aquella parte del costo que asume directamente el paciente por la atención, es un atributo relevante. Mientras en la mayoría de los países de América Latina el gasto de bolsillo con relación al gasto total en salud para los pacientes estuvo por encima de 20%, en Colombia fue 13,6% para 2020.

El sistema de salud es estructuralmente segmentado Sin embargo, es un sistema estructuralmente segmentado con brechas de calidad entre dos regímenes de aporte y atención: un régimen contributivo con 45,8% de los afiliados y uno subsidiado con 49,9% para 2022 (el resto de las personas hacen parte de regímenes especiales).

La segmentación mantiene y agrava la inequidad. Las personas del régimen subsidiado, que deben estar sisbenizados, corresponden a la población de menores ingresos relativos, en muchos casos pertenecientes a grupos étnicos, y/o en zonas geográficas de menor desarrollo relativo y están expuestas a mayores riesgos para la salud. Se ha documentado cómo la morbimortalidad de las personas del régimen subsidiado es mayor a la de las personas del régimen contributivo.

Por ejemplo, en 2021 pertenecer al régimen subsidiado se asoció con un aumento del riesgo de morir por desnutrición de 34,3 veces en comparación del régimen contributivo.

Esta realidad no es coherente con la Unidad de Pago por Capitación (UPC) inferior en el régimen subsidiado, en donde para el año 2023, a las Empresas Prestadoras de Servicios (EPS) se les reconoce una UPC de 1,289.246 pesos por cada persona del régimen contributivo y 1.121.396 por persona en el régimen subsidiado (INS, Msps).

Las urgencias resultan la puerta de entrada más común al sistema de atención Al procesar la pregunta sobre el tiempo de espera para ser atendido por un médico general ante una dificultad de salud, en la Encuesta de Calidad de Vida del Dane, resultan 4,5 días en promedio, sin embargo, esta cifra oculta la problemática de utilizar las urgencias como puerta de entrada al sistema siendo una forma rápida para ser atendidos. Esta situación se evidencia en los datos, en la medida que, de la población que tuvo algún problema de salud un mes antes de la encuesta, una de cada tres personas lo hizo a través de un servicio de urgencias (ECV 2021) lo que congestiona innecesariamente estos servicios.

Dentro de las sombras del sistema están las barreras en la atención, que son muy comunes y están reflejadas en diversos escenarios como son la no aprobación o demoras de tratamientos o de cirugías, así como la entrega parcial o no entrega de medicamentos, entre otras.

Por ejemplo, aunque en la UPC se reconoce la entrega de medicamentos por cada afiliado, de las personas que requirieron prescripción de medicamentos, solo al 61,6% le entregaron la totalidad de estos, a 13,4% le hicieron una entrega parcial y a 25% no se los entregaron (ECV 2021).

Las barreras en la atención llevan a que los usuarios exijan el derecho a la salud ante instancias judiciales. En 2022 una de cada cuatro tutelas interpuestas ante la Corte Constitucional se relacionaba con este derecho, un total de 145.643 lo que representó un aumento de 57% si se compara con las tutelas por el derecho a la salud de 2021.

Una de las grandes sombras del sistema de cara a los pacientes, es la espera que deben sufrir para ser atendidos por un especialista. El Ministerio de Salud ha documentado que, por ejemplo, en el caso de cáncer de mama, el promedio de días entre la primera consulta y el tratamiento es de 137 días, lo que claramente lleva a que la enfermedad haya avanzado y que su tratamiento sea más costoso y menos efectivo.

La relación paciente – médico no existe rompiendo la continuidad Nuestro sistema de salud falla por la base. Al paciente lo atiende el profesional de salud que esté disponible el día que llega al consultorio. Esto rompe con un elemento fundamental, la continuidad en la relación entre médico y paciente. Si el profesional de salud conoce al paciente, puede existir mayor comunicación, empatía y confianza. Al no existir esta relación se reduce la calidad y la oportunidad de la atención.

Las luces y las sombras del sistema de salud requieren ser reconocidas con claridad para abordar una reforma “saludable”. Por encima de cualquier diferencia de pensamiento, la discusión de la reforma debe mantener como prioridad el bienestar de la mayoría de la población con un sistema de cobertura universal, solidario, de bajo costo para el usuario, equitativo, accesible, efectivo y sostenible.

Preservar las luces del sistema en una transición paulatina es fundamental Esto requiere planear cuidadosamente el proceso de transición para que los cambios se den en forma paulatina sin afectar el funcionamiento cotidiano de un sistema de alta complejidad y que responde a una gran demanda de servicios de salud, consultas médicas, atención de urgencias, exámenes de laboratorio, entrega de medicamentos, etc.

Para que la atención primaria sea una realidad eficiente se necesita que tenga capacidad de resolución de 80% de los problemas de salud, lo que implica el fortalecimiento del talento médico y que cuente con el apoyo tecnológico necesario. Esta tarea tiene costos importantes y demanda no menos de una década.

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La potencia del deporte para el desarrollo humano

La potencia del deporte para el desarrollo humano

Escrita por: Carolina Suárez y Martha Isabel Gutiérrez

El Sistema Nacional del Deporte (SND) es un entramado institucional complejo que se ha venido fortaleciendo en el tiempo con el fin de fomentar el acceso de las personas al deporte, la recreación y la educación física. En él interactúan para el logro de los objetivos, además del Ministerio del Deporte, entes del nivel central, como las Federaciones y los Comités Olímpico y Paralímpico; del nivel departamental, como las gobernaciones, las ligas y las asociaciones; y del nivel municipal como las alcaldías y los clubes deportivos.

Pero no solo es complejo por su funcionamiento descentralizado y por requerir la articulación de actores públicos y privados, sino también porque en él se persiguen objetivos muy diversos que suponen poblaciones objetivo diferentes, acciones y planes particulares e infraestructuras propias de cada disciplina, incluso adaptadas para el caso de los deportistas con discapacidad.

En 2022, Econometría realizó la evaluación de operaciones, institucional y de resultados del Plan Decenal del Deporte (PDD) 2009-2019. En ella se pudieron evidenciar tanto resultados positivos como aspectos a mejorar. Entre los primeros se destacan la creación del Ministerio del Deporte, el incremento en la inversión, particularmente entre 2017 y 2019, una mayor participación de las entidades territoriales en dicha inversión y la coherencia en la estructuración del PDD. Así mismo, se identificaron los avances en los procesos de fomento de la actividad física, la recreación y el deporte social comunitario, en donde se encontró una mayor conciencia de los beneficiarios de la actividad física y beneficios en términos de ahorros en costos de atención en salud, mejor calidad de vida y mayor productividad. En términos de posicionamiento deportivo, se documentaron mejores resultados en la obtención de medallas en competencia de alto nivel.

Sin embargo, también se evidenciaron debilidades, como la insuficiencia en el liderazgo y rectoría por parte del Ministerio, especialmente en la necesidad de abordar y comprender el deporte como derecho y como componente importante de una formación humana integral. Al respecto, los análisis mostraron que en el país solo una de cada diez personas realiza prácticas regulares y voluntarias de algún deporte o actividad física, y solo cuatro de diez superarían los 150 minutos semanales de actividad física; es decir, hay aún en el país una brecha importante en el efectivo ejercicio del derecho al deporte.

Al analizar la información de la evaluación del PDD se encontró que 1,2 de cada diez niños y 2,2 de cada diez adolescentes realizan estas actividades, siendo las mujeres las que menos lo realizan y por menos horas. Este grupo, por tanto, se constituye en un nicho no solo fundamental si se piensa en el deporte como derecho, sino también si se lo ve como clave en términos de desarrollo humano, reducción de costos futuros, rentabilidad social y, por supuesto, en el posicionamiento deportivo.

El deporte visto desde una perspectiva de contribución social tiene un enorme potencial en el desarrollo de las niñas, niños y adolescentes en la medida en que, como lo refiere Unicef, se constituye en una fuente de aprendizaje vivencial en la cual, sin necesidad de ser competitivo, se ponen en juego valores, conflictos, intereses, satisfacciones y frustraciones. Con todos estos elementos sobre una cancha, un campo, una pista, un patio o un parque, y sin lugar a la neutralidad, se activa en el juego un espacio de convivencia, de diálogo, de adaptaciones, una dinámica social en la cual los involucrados van creando, afinando y desarrollando habilidades para la vida. Así las cosas, en la medida en que se amplíe el acceso de niñas, niños y adolescentes al derecho al deporte de una manera incluyente, estructurada y acorde con su etapa de desarrollo, teniendo en cuenta sus intereses y gustos, y abriéndoles la posibilidad a la exploración, se podrá también ir aumentando la regularidad y la voluntariedad de las prácticas deportivas y de actividad física en la adultez, y como lo evidenció la evaluación, se podrá tener efectos sobre la convivencia y la reducción de la violencia.

Ahora bien, los esfuerzos en considerar al deporte no solo como un derecho, sino como un potenciador de habilidades y capacidades individuales y sociales, también pasa por asumir una responsabilidad superior cuando se logra cautivar a las niñas, niños y adolescentes en un deporte, pues una vez se ha creado el hábito, la demanda por tener escenarios para la práctica y equipos capacitados para el entrenamiento es un efecto automático. Entonces, está claro que el deporte y la actividad física deben ser potenciados por su rentabilidad y contribución social, pero también debe estar claro, para los actores del SND, que la oferta debe estar preparada para acompañar, apoyar y fomentar cada vez más deportistas, si la visión es mejorar los resultados en términos de posicionamiento de Colombia como potencia deportiva continental.

Particularmente en lo referido al deporte infantil y adolescente, que es el momento en el que por lo general comienza a formarse una carrera de rendimiento, no se puede pasar por alto que no son solo deportistas, sino que son ante todo niñas y niños, por lo que la aplicación de algunas normas, exigencias, estándares y métodos que vienen de lógicas adultas, muchas veces agresivas y violentas que los ven únicamente en su función de generar resultados, los ponen en situaciones de vulnerabilidad ante la soledad, la violencia, el temor, la exclusión, la inequidad, las enfermedades, y por ese camino la desmotivación para continuar con su práctica. No se debe olvidar que uno de los objetivos de la práctica deportiva debe consistir en reforzar la formación en valores como trabajo en equipo, la equidad, la tolerancia y respeto.

Entonces, la reflexión no solo debe estar puesta sobre los deberes de los jóvenes talentos que entran a los programas deportivos que se gestan desde el SND, sino, sobre todo, en la responsabilidad que les recae en la garantía de un derecho, y en la corresponsabilidad que tienen frente al desarrollo de los ámbitos individual, social y ciudadano de deportistas jóvenes que por encima de un número en un ranking son seres humanos que están en proceso de desarrollo, y que, por tanto, necesitan condiciones y apoyo.

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La Cooperación Sur Sur, avances y desafíos

La Cooperación Sur Sur, avances y desafíos

Escrita por: Carolina Murgueitio

Según las Naciones Unidas, la Cooperación Sur-Sur se refiere a “la cooperación técnica entre los países en desarrollo, los cuales están ubicados mayoritariamente en el Sur del planeta. Es una herramienta utilizada por los Estados, las organizaciones internacionales, la academia, la sociedad civil y el sector privado para colaborar y compartir conocimientos, habilidades e iniciativas exitosas en áreas específicas como la agricultura, los derechos humanos, la urbanización, la sanidad, el cambio climático etc.”

En noviembre pasado, la Oficina de la ONU para la Cooperación Sur-Sur, publicó un documento reuniendo más de 100 experiencias que han contribuido al desarrollo de países de todo el mundo y Colombia se destacó por los conocimientos compartidos por Colombia a los países mesoamericanos de estrategias para reducir el hambre.

Como mejores prácticas se destacaron, por ejemplo, el apoyo de Cuba en la lucha contra el ébola en África occidental; la experiencia de México en la diversificación de productos de maíz para mejorar la salud y la nutrición en Kenya; y las lecciones de Chile a los países del Caribe sobre el etiquetado de productos como medida para acabar con la obesidad.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia coordina todas las acciones a través de la Dirección de Cooperación Internacional, GIT de Cooperación Sur-Sur y Triangular y se han hecho importantes aportes en gestión del riesgo, seguridad, salud, formación técnica profesional y vocacional, Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR), entre otros.

El portafolio ha apuntado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y se destacan aportes en atención a primera infancia, Sena Emprende Rural, Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono (SMByC), Alimentos, por solo nombrar algunas de las 25 experiencias.

La Cepal ha reconocido que entre los principales logros de la cooperación Sur-Sur colombiana en los últimos años se encuentran el diseño de una nueva estrategia de cooperación con el sector privado, el acercamiento de la cooperación internacional a las regiones y el apoyo recibido por parte de la comunidad internacional.

A pesar de los logros hay grandes oportunidades de mejora. La política, el discurso y la práctica de la llamada Cooperación Sur-Sur no han incluido en su núcleo principal la paz, el desarrollo y la seguridad. En estos campos Colombia tiene mucho potencial y su política de promoción de esta experiencia puede ser mucho más agresiva. De hecho, otra crítica es que ha sido una acción enfocada en la demanda más que en la oferta y esta última implica una determinación política y diplomática mucho más enfocada al relacionamiento y a mostrar las experiencias de Colombia.

Esta promoción debe ser basada en evidencia producida por evaluaciones de impacto rigurosas, por demostración de mejores prácticas en su operación y en su implementación y en lecciones aprendidas que puedan ser adaptables a otros contextos. La experiencia de evaluación de políticas públicas de Colombia, los logros del Departamento Nacional de Planeación, de la misma Sinergia y de la capacidad del país en evaluación de políticas públicas, son una mina de amplia riqueza para la cooperación Sur – Sur que no ha sido explotada ni promovida por el gobierno nacional.

Además de los temas de paz, Colombia tiene una amplia oportunidad en temas de cambio climático y hasta ahora ha aportado dentro del portafolio el gran avance en el Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono (SMByC) que es una herramienta científica oficial para el monitoreo continuo y frecuente de la superficie de bosque y de la deforestación en Colombia. La generación de datos del SMByC se basa en el procesamiento digital de imágenes de satélite y el análisis de esta información primaria y secundaria disponible. Sin embargo, el espectro de posible cooperación es enorme, nada más en el tema de bonos de carbono para negociar deudas de carbono por intercambio de deuda externa. Por ejemplo, la experiencia de Medellín como la primera ciudad de Colombia en obtener bonos de carbono para la mitigación del cambio climático puede ser aportada a otras ciudades de países similares a Colombia. O la experiencia de Boyacá para que los páramos de Colombia sean la fuente para generar bonos de carbono que los países industrializados deben adquirir para compensar las grandes emisiones de gases efecto invernadero causantes de calentamiento global y cambio climático.

De otro lado, no se conoce aún una medición de los réditos en comercio que debe traer detrás la Cooperación Sur – Sur, porque no solo puede ser cooperación sin obtener nada a cambio. En esto las oportunidades de Colombia deberían aprovecharse aún más porque detrás de cada experiencia o buena práctica compartida hay bienes y servicios por vender y para ello debe haber una coordinación con Procolombia para hacer implementar una política mucho más agresiva.

Para nadie es un secreto que la cooperación estadounidense, la española, la japonesa, toda trae bajo la manga una estrategia de negociación y promoción de sus productos y servicios. China es el gran campeón de esta estrategia y se ha apoderado prácticamente de África, a través de una cooperación de US$80 millones en los últimos años a través de programas de seguridad alimentaria de la FAO, ha catapultado sus ventas de tecnología a países como Etiopía, Uganda y Namibia, para la producción de alimentos en el continente. Colombia podría seguir este camino y si por ejemplo coopera con buenas prácticas de evaluación de políticas, promueva el talento colombiano. Si coopera con estrategias de seguridad, entonces promueva a empresas de la nación que prestan servicios de seguridad y mitigación de riesgos.

El nuevo gobierno en términos de Cooperación Sur – Sur, apunta a África y Asia, según declaraciones del presidente, en temas de migración, política y seguridad, sin embargo, aún no se conoce cuál será esa oferta de experiencias que esperemos sea ofrecida al mundo de manera coordinada, basada en evidencia y con externalidades medibles de las exportaciones de bienes y servicios colombianos.

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2023: un año difícil, columna para La República

2023: un año difícil

Escrita por: Julián Roa

En una columna pasada del mes de octubre del año que recién terminó, anticipábamos varias cosas que de alguna u otra manera terminaron sucediendo. En primer lugar, se advertía que la inflación podía llegar hasta niveles de 13% a fin de 2022 (en ese momento el analista promedio la veía en 12%) y, desafortunadamente, la inflación cerró en 13.1%. En segundo lugar, veíamos una economía creciendo en 2022 entre el 8 u 8.5%, pronóstico que teníamos desde julio. En julio del año pasado, el promedio de los analistas económicos encuestados por el Banco de la República veía a la economía creciendo a 6.3%. Hoy los pronósticos de los analistas están mucho más cerca del 8%. En febrero se podrá saber qué sucedió realmente.

Con lo anterior se puede ver que, en materia de proyecciones de la economía colombiana, se acertó. En dicha columna, también se anunciaba que 2023 podía ser un año complejo, con una tasa de crecimiento del 2% y una inflación entre el 7 u 8% y de hecho vemos un escenario más negativo que el anunciado en octubre pasado. La tormenta ya llegó.

En materia de crecimiento para 2023 pasamos a un pronóstico de 2% a 1%. El principal dato detrás de este ajuste es el comportamiento del consumo en el segundo semestre de 2022. Durante 2021 y gran parte de 2022, el consumo fue el motor del crecimiento y del sobrecalentamiento de la economía. El fin de las cuarentenas no solo implicó que algunos hogares recuperarán sus ingresos, sino que adicionalmente generaron una euforia en el consumo de los hogares quienes habían retrasado ciertos gastos a causa de la pandemia. Sin embargo, dicha euforia se disipó para finales de 2022. Adicional a esto, la política monetaria ya está afectando de manera importante el consumo de los hogares. Una señal de lo anterior es el último dato de consumo de los hogares, el cual tuvo una caída de 2.2% en el tercer trimestre de 2022. Dicha caída del 2,2% se asemeja a la caída vista en el último trimestre de 1998 (2,4%), marcando el inicio de la crisis del final de siglo. Teniendo en cuenta que en el tercer trimestre todavía no se han visto todos los efectos de los incrementos de política monetaria, no debería sorprender números negativos en los próximos trimestres. Así, el principal motor de crecimiento durante 2021-2022 se quedó sin gasolina para 2023.

En lo que concierna a la inflación, no tenemos mayor cambio en nuestra expectativa. Seguimos viendo la inflación cerrando 2023 entre el 7 u 8%. Sin embargo, hay ciertos riesgos alcistas. Por un lado, Colombia continúa con una moneda devaluada, una política monetaria más restrictiva y en los países desarrollados tendríamos más presiones al alza en la tasa de cambio. De igual forma, si el Banco de la República continúa persiguiendo a solo a la inflación va a ser difícil ver una revaluación de la moneda, lo que no ayuda a frenar el alza de precios.

Por su parte, el mercado laboral está mostrando señales inquietantes. Se anticipa un incremento en la tasa de desempleo de un nivel cercano a 11.2% en 2022 a un 11.8% en 2023. A primera vista, esto puede parecer extraño pues la tasa de desempleo ha llegado niveles de un solo dígito en los últimos meses. Sin embargo, la tasa de desempleo en los últimos dos meses ha bajado puesto que han salido más personas del mercado laboral que las que han sido contratadas. Si este patrón de los últimos dos meses no es un fenómeno atípico, podría estar anticipando un freno importante en la creación de empleo.

En el frente fiscal, se espera que la reforma aprobada recientemente ayude a las finanzas del gobierno y permita mitigar parte del actual déficit. De igual forma, los incrementos en los precios del combustible ayudan a mitigar el déficit del Fondo de Estabilización de los Precios del Combustible (Fepc). Así, pronosticamos un déficit fiscal total de GNC del 3.7% para 2023. Sin embargo, hay riesgos. En el caso de la reforma tributaria, la excesiva carga tributaria para el sector energético puede frenar de manera importante la actividad económica y afectar negativamente el recaudo. Algo similar sucede con el incremento del precio de los combustibles. Estos riesgos podrían significar un mayor déficit fiscal.

El frente externo es complejo y tiene cierta incertidumbre. Por un lado, algunos analistas están pronosticando un precio del petróleo alrededor de US$94 lo que a mi modo de ver es optimista. Si este pronóstico llega a ser acertado podríamos ver una mejora importante en las exportaciones. Este pronóstico dependerá de factores como la severidad de la recesión económica en Estados Unidos, Reino Unido y la zona euro, así como del potencial repunte de China luego de abandonar la política de cero-covid.

También el riesgo país que podría empeorar las cosas. Este depende enteramente de las acciones y anuncios tomados por el gobierno en 2023. Aspectos como las potenciales reformas al sistema de salud, pensiones y laboral, y la transición energética pueden generar mayor incertidumbre y algunas de estas medidas tiene la potencialidad de ser supremamente lesivas. La situación económica es compleja como para empeorarla por promesas de campaña.

* Las opiniones expresadas en esta columna no representan la visión de Econometría Consultores ni la visión de su junta directiva.

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¿Políticas de acciones afirmativas, incentivos…

¿Políticas de acciones afirmativas, incentivos perversos?

Escrita por: Carolina Murgueitio, directora general - Mario Fidel Rodríguez, ex asesor legal

Las acciones afirmativas generalmente son políticas públicas a través de las cuales se busca garantizar el acceso a bienes y servicios públicos en igualdad de condiciones de grupos históricamente excluidos o discriminados. Se pretende con ellas compensar las condiciones que discriminan a ciertos grupos sociales del ejercicio de sus derechos. Se les conoce también como “acciones positivas”, “medidas positivas”, “discriminación en sentido inverso” y “discriminación positiva”.

Las acciones afirmativas han sido eje central de la Corte Constitucional que entiende por acción afirmativa las políticas o medidas dirigidas a favorecer a determinadas personas o grupos, bien para eliminar o reducir las desigualdades de tipo social, cultural o económico que los afectan o para lograr que los miembros de un grupo subrepresentado, que usualmente ha sufrido sean incluidos. Una de las principales medidas de acción afirmativa en Colombia son los créditos, becas o cupos universitarios reservados para estudiantes de determinados grupos sociales o económicos. Otro ejemplo clásico es el de las políticas activas de mercado de trabajo, son todas aquellas medidas que buscan incrementar la empleabilidad o promover el enganche laboral de aquellas personas que encuentran difícil entrar al mercado laboral por sus propios medios.

Econometría ha evidenciado que cuando se evalúa el impacto en todas sus etapas de las políticas activas, estas llegan a ser efectivas. Por ejemplo, la evaluación de resultados del programa “40.000 primeros Empleos” que permitió medir y recomendar ajustes para que sus resultados sobre los jóvenes beneficiados y su contribución sobre las empresas participantes fueran efectivos. De igual forma, se brindó apoyo al Ministerio de Educación y en particular al Observatorio Laboral para la Educación en el diseño e implementación del proceso para obtener información sobre la demanda de la Educación Superior.

A pesar de las muy buenas intenciones de las políticas afirmativas, muchas veces terminan siendo un incentivo perverso, es decir, aquel que tiene un resultado no intencionado o no deseado con consecuencias imprevistas.
Un ejemplo claro de esta situación es la Ley 2069 de 2020 de iniciativa del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, cuyo objeto es establecer un marco regulatorio que propicie el emprendimiento y el crecimiento, consolidación y sostenibilidad de las empresas, con el fin de aumentar el bienestar social y generar equidad.

En particular, el artículo 35 dispuso 12 criterios de desempate en concursos o convocatorias de entidades públicas, los cuales se aplican de forma sucesiva y excluyente.

Entre estas reglas, luego de la primera, que es la protección a la industria nacional, siguen cinco que tienen que ver con acciones afirmativas, así: 1) Mujeres cabeza de familia y víctimas de violencia intrafamiliar que tengan participación mayoritaria en firmas concursantes; 2) Personal en nómina del proponente, en condición de discapacidad; 3) Personal en nómina que hayan cumplido la edad de pensión y no disfruten de ella; 4) Personal en nómina que pertenezcan a población indígena, negra, afrocolombiana, raizal, palanquera, Rrom o gitanas; 5) Personas en proceso de reincorporación o reintegración que tengan participación mayoritaria en firmas concursantes.

Si bien la política se diseñó con una intención loable, y para los criterios de inclusiones en nómina se ve útil, se ha empezado a evidenciar en los concursos públicos el incentivo perverso. Esto sucede porque se ha vuelto usual que algunas entidades públicas en los concursos de méritos no soliciten oferta técnica, y así se llegue a un empate en las condiciones como experiencia de la firma o el recurso humano solicitado. En consecuencia, la aplicación de estos factores de desempate define a quien se adjudica el contrato estatal.

Cuando no se exige oferta técnica, se sacrifica la competencia de calidad de la oferta y, automáticamente, se provoca el incentivo perverso de acudir a estrategias empresariales abusivas para alcanzar el cumplimiento del mayor número de factores de desempate y resultar favorecidos en la adjudicación del contrato. Se han identificado al menos dos vías. Por un lado, se puede utilizar empresas artificiales conformadas con personas que cumplan alguno de esos criterios de vulnerabilidad (sin la intención real de beneficiarlas), para luego conformar consorcios o uniones temporales con otras empresas con experiencia para cumplir los mínimos habilitantes. Por otro lado, se puede acudir a la acreditación de requisitos de muy fácil manipulación, como por ejemplo el de mujer cabeza de familia, para el que solo se requiere una declaración ante notario.

La concepción de la norma, buena pero ineficiente, sumada a la falta de un reglamento de mayor contundencia que el expedido en 2021, conduce a que aquellas empresas que se han consolidado durante décadas para ser contratantes idóneos por la calidad de sus propuestas (que luego se refleja en la ejecución del contrato) terminan estando en desventaja. Se incentiva así a que las empresas deban escoger entre una mutación obligada para aparentar con sus competidores el cumplimiento de esas acciones afirmativas, o simplemente quedar relegadas en un escenario que antes era de sana competencia.

Una revisión de esta situación por el actual gobierno sería una recomposición del verdadero incentivo de la política afirmativa, por ejemplo, conduciendo a que los concursos se basen en criterios objetivos técnicos en los que primen la calidad y los de desempate centrados en el emprendimiento solo se aplican a aquellos procesos donde la cuantía de la contratación (por ejemplo, procesos de selección abreviada de menos de 4.000 UVT) permita que pequeñas empresas tengan como su primer escalón para su futura expansión. Otra opción sería que los criterios de desempate centrados en las condiciones antes planteadas, solo se apliquen cuando las empresas tengan nóminas menores a 10 empleados.

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25 de noviembre, columna para La República

25 de noviembre

Escrita por: Carolina Suárez

Es 2022. Por nuestra historia como sociedad, han pasado miles y miles de hitos que nos han construido y deconstruido como individuos y como humanidad; eventos, hechos, situaciones, discusiones que han pasado, pasan día a día y seguirán pasando, y que, como especie, nos van moviendo hacia otros lugares (tal vez mejores, tal vez no).

En esta comprensión de nosotros mismos como colectivo también hemos ido entendiéndonos (no precisamente de manera pacífica) no sólo como una suma de seres vivos con determinadas características físicas, sino como una construcción compleja compuesta por personas, por individuos particulares, diferentes entre sí, pero unidos por la característica común de “ser humanos”. Una característica que no es solo nominal, sino que ha sido y sigue siendo una cuestión de debates políticos y éticos en la cual la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 ha sido referente.

Cuando dejamos de vernos como una masa y entramos a los detalles, se evidencian entre los seres humanos no sólo las diferencias, sino las desigualdades, inequidades y brechas que hay entre regiones, países, edades, géneros y razas. Es quizás también la historia misma la que nos ha llevado a que algunas de ellas existan, la construcción cultural de lo que somos como humanidad se ha dado desde una perspectiva hegemónica que ha concentrado el conocimiento, las discusiones y la toma decisiones en adultos, hombres, blancos y con acceso a la educación, por lo que el camino nos conduciría a una perspectiva adultocéntrica, patriarcal y racista.

Pero es 2022, y nos hemos movido como humanidad hacia un mejor lugar en el que tomamos conciencia de la importancia de la inclusión y de la riqueza de la diversidad (o así quisiéramos muchos que fuera). Pero en este mejor lugar las mujeres, que somos un poco más de la mitad de los seres humanos del mundo, sufrimos en mayor medida la discriminación y la violación de nuestros derechos humanos, a lo que se suma que seguimos estando subrepresentadas y con limitado o nulo acceso al liderazgo político.

Según datos de ONU Mujeres se estima que en el mundo 736 millones de ellas han sido víctimas de violencia física o sexual, 1/3 de ellas niñas menores de 15 años; en 2021 alrededor de 81.000 de ellas fueron asesinadas, en su mayoría en crímenes cometidos por parejas o familiares; durante la pandemia por covid-19 la violencia doméstica se intensificó, demostrándonos que el hogar no es precisamente el lugar más seguro para nosotras, este periodo significó además la profundización de brechas entre hombres y mujeres sobre las cuales ya se había recorrido un importante camino.

En Colombia las cifras no son muy diferentes, lo que agrava la situación en nuestro contexto es la impunidad y la lentitud del sistema de justicia y la baja independencia económica de las mujeres, hechos que desincentivan la denuncia a los perpetradores.

En Econometría hemos aportado a la comprensión del problema de manera específica desde los estudios que hemos realizado sobre la iniciativa Spotlight de Honduras y de las narrativas relacionadas con ser mujer y el proceso de reincorporación de adolescentes, y desde las evaluaciones de impacto de cuatro programas de prevención de la violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe e institucional de los derechos de las mujeres víctima del conflicto armado, y hemos avanzado con nuestro compromiso empresarial hacia la igualdad de género como miembros del Pacto Global de las Naciones Unidas, y dentro de él del Target Gender Equality.

El problema está reconocido, y aunque en este mejor lugar en el que estamos todavía hay personas que lo consideran exagerado e innecesario y se han incrementado los movimientos antifeministas y antiderechos (todos opinan sobre nosotras), hay voces que se levantan para exigir, ya no pedir, a gritos el respeto por nuestros derechos y libertades.

El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, reconocido por la ONU desde 1999, que tuvo sus orígenes en el primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe que se realizó en Bogotá en 1981, fecha que fue escogida por ser el día de la muerte en 1960 de las hermanas Mirabal, activistas y defensoras de derechos de las mujeres que fueron asesinadas bajo la dictadura de Trujillo en República Dominicana. Este 25 de noviembre, de este 2022, en este mejor lugar, la movilización feminista en Colombia, en América Latina y en el mundo se tomó las calles y las redes para decir que “Nos queremos vivas”, que no queremos “Ni una menos”, que quisiéramos estar “Libres y sin miedo” y que en esto “No somos una, somos todas”, porque que necesitamos “Que ser mujer no nos cueste la vida”.

Y es que en este mejor lugar de la historia el gran cambio que se ha tenido en relación con la violencia contra las mujeres no es su eliminación (lamentablemente), pero al menos se ha avanzado en su reconocimiento como un problema importante que no nos atañe solo a nosotras, que no sólo es un asunto de nuestra esfera privada y del cual no somos culpables.

Por esto, este 25 de noviembre reafirma la importancia de seguir trabajando en relación con la garantía de nuestros derechos, y no sólo desde la institucionalidad y desde una perspectiva normativa y de política pública, sino de manera muy poderosa desde nuestra manera de “ser humanos”, desde nuestra forma de “ser hombres” y de “ser mujeres” y de relacionarnos con el otro, desde la toma de conciencia de nuestros silencios sociales y de la importancia de asumir posiciones como un compromiso ético frente al cambio.

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