Road safety

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Econometria has contributed to generating evidence to promote road safety programs, focused on vulnerable groups.

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Abuelito Jaime, un peatón que murió

Abuelito Jaime, un peatón que murió

Escrita por: Maria Gloria Cano - Carolina Suárez

Todos los días en las calles y carreteras de Colombia, ocurren siniestros viales en donde se ven involucrados peatones. Mi abuelito Jaime, con un poco más de 60 años, fue uno de tantos que perdió la vida caminando tras ser atropellado por un motociclista que invadió el andén, dejando profunda tristeza y vacío en toda la familia. Su historia emula lo que sucede con alrededor de 1.600 peatones que fallecen cada año como consecuencia de un siniestro vial, en situaciones que hubiesen podido evitarse. De hecho, se denomina siniestro a diferencia de accidente, dado que hace referencia a un hecho previsible.

Estas cifras nos atañen porque todos somos peatones y al carecer de “revestimiento exterior” somos los más vulnerables en las vías. Es muy preocupante en el caso de nuestras niñas, niños, adolescentes y adultos mayores, por las características propias de la etapa vital en la que se encuentran: los siniestros de tránsito son la primera causa de muerte por factor externo en los adultos mayores y la segunda causa en las niñas, niños y adolescentes.

¿Qué factores determinan que las niñas, niños, adolescentes y adultos mayores peatones crucen la calle en situación de riesgo? ¿Cómo incide la infraestructura existente? ¿Existen diferencias entre grupos de población? Estas preguntas se las hizo la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) y se respondieron en un estudio cualitativo sobre la movilidad peatonal de los niños, niñas, adolescentes y adultos mayores realizado entre 2021-2022 por la Unión Temporal Econometría – SEI (Contrato ANSV 139 de 2021).

Somos peatones, algunas veces por falta de recursos, y otras por opción dada la cercanía, funcionalidad o por salud. Las dinámicas de movilidad no son per sé un factor de riesgo, pero están mediadas por la intención de la movilidad, la hora, el día, la distancia, las opciones de transporte, el clima, la geografía, la infraestructura, la edad, el sexo, entre otros elementos. La pandemia fue un elemento coyuntural que incidió en la opción de ser peatón para evitar las conglomeraciones en el transporte público. Las niñas y los niños se desplazan normalmente con compañía de sus cuidadores en trayectos entre el colegio y la vivienda o hacia lugares de recreación. Las y los adolescentes tienen una mayor autonomía, y realizan recorridos más largos. Mientras que las y los adultos mayores peatones están motivados por actividades laborales, salud, recreación, prácticas religiosas, actividades bancarias o comerciales.

Como se dijo anteriormente, la movilidad en sí misma no es un factor de riesgo, y no tendría que representar peligros para las personas. El riesgo se da por factores internos relacionados con las decisiones o comportamientos temerarios o por factores externos determinados por la infraestructura o las decisiones de otros actores viales.

Entre los factores internos, en el estudio se identificó, por ejemplo, que en los adolescentes prima la distracción, viendo el celular o con audífonos, ir jugando, por retos motivados por sus pares. Los hombres adolescentes son más propensos a ponerse en situaciones de riesgo que las mujeres, más aún si están en grupo.

En las niñas y los niños, los riesgos están asociados a su inexperiencia al cruzar, el temor, o la distracción. Sus comportamientos y actitudes se dan a partir del ejemplo y enseñanzas de sus cuidadores, quienes carecen de saberes necesarios para transmitir de manera adecuada las normas, y ven la funcionalidad del trayecto que realizan, pero no lo asocian a un aprendizaje que están teniendo hacia sus niñas y niños.

Los adultos mayores, en algunos casos, asumen riesgos mediados por considerarse que deben ser respetados por los actores viales y por la disminución de sus habilidades físicas y/o cognitivas. En un contexto de calle que se ha vuelto complejo, se sienten ajenos al sistema, no se reconocen como peatones, ni corresponsables, esto conlleva a una mayor dificultad para aceptar y seguir las normas.

Entre los factores externos, los comportamientos de los demás actores viales como conductores de vehículos, motocicletas y bicicletas, son un factor que puede constituirse en riesgo. Son percibidos por los peatones con miedo. Pero entre todos, los motociclistas les representan el mayor peligro por sus movimientos erráticos e impredecibles a alta velocidad, muchas veces utilizando espacios como andenes. Según los peatones, los conductores, motociclistas y ciclistas no ven, no los reconocen como un actor con derechos en la vía, lo cual es paradójico si se piensa que una vez se bajan del vehículo, también son peatones.

Otro factor externo determinante del riesgo o la protección de los peatones es la infraestructura. Los andenes estrechos, desnivelados, deteriorados, con materiales resbalosos, invadidos por basura, vendedores ambulantes, carros y motos, obligan a los peatones a caminar por la vía y a compartir espacio con los vehículos. De igual manera, hay ausencia de pasos peatonales y de señalización, y el uso de los puentes peatonales se limita por la percepción de inseguridad o el deterioro.

Este panorama refleja los grandes desafíos existentes para gestionar la seguridad vial, pero en la medida que sean explícitos y se reconozcan existirá la posibilidad de enfrentarlos a favor de una movilidad más segura, en donde se eviten más casos como el del abuelito Jaime. Se hace necesario, por una parte, lograr transformar los conocimientos, actitudes y comportamientos de todos los actores viales como corresponsables de un sistema seguro a través de intervenciones pedagógicas, y por otra, crear una infraestructura segura, pensada en la protección de los peatones como los actores más vulnerables.

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Desafíos en las evaluaciones realizadas para UNICEF en África

En este año en que Econometría celebra su aniversario número 45, estamos recordando los desafíos que enfrentamos durante las evaluaciones realizadas para UNICEF en países africanos.

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A propósito de las ideas de Mariana Mazzucato

A propósito de las ideas de Mariana Mazzucato

Escrita por: Francisco Azuero

En algunas declaraciones del presidente Petro y de sus funcionarios, se hace referencia a las ideas de la economista italiana Mariana Mazzucato como inspiradora del programa de gobierno, e incluso del Plan de Desarrollo. En continuación con el debate del 20 de agosto de al tablero de economistas de las ideas de Mazzucato en el que Econometría participó, vale entonces la pena profundizar en sus ideas, y analizarlas. En virtud de ello, revisemos algunas de ellas.

Una de sus tesis centrales es que la gran mayoría de los economistas ha subestimado el papel del gobierno en la creación de riqueza, y paralelamente ha sobreestimado el del sector privado, especialmente en algunos sectores como el financiero.

Las conclusiones en torno a la política pueden resumirse en que es necesario aumentar el tamaño del Estado, y combatir a los sectores privados como el financiero, que no son sino “extractores de rentas”. Mazzucato expone en su libro “El valor de las Cosas” muchos ejemplos de fracasos de empresas privadas, pero ilustra poco sobre los fracasos o abusos de los gobiernos (elefantes blancos, corrupción, etc.) Es el típico caso de “sesgo de selección”. Un estudio académico serio y objetivo debe señalar y ejemplificar las “fallas del mercado”, es cierto, pero también las “fallas de gobierno”. En ambos campos la literatura reciente sobre política económica ha profundizado bastante.

Señalemos tres de las imprecisiones de la autora:

Dice la autora en el libro citado que “la mayoría de los economistas considera que el gobierno no añade valor a la economía” (El valor de las cosas, pag 130). Mas adelante afirma (pág. 133) que “…en un sistema capitalista, donde la ganancia de un beneficio se considera el resultado de ser productivo, esto es importante porque hace que el gobierno, cuyas actividades tienden a no tener ánimo de lucro, parezca improductivo”. Estas afirmaciones, simplemente, no son ciertas. El concepto de bienes públicos, desarrollado por el premio Nobel Samuelson en los años 50, señala cómo aquellos bienes que cumplen las condiciones de no exclusión y de no rivalidad, deben ser producidos por el Estado, en la medida en que no existen incentivos para que los agentes privados se responsabilicen de ellos a través del sistema de precios. Se trata de servicios como la justicia, la defensa y la regulación. Es claro que esto corresponde a una falla de mercado, que debe ser solucionada por la autoridad pública. En la formulación del Sistema de Cuentas Nacionales, esa producción de bienes públicos se contabiliza como la actividad central del “Gobierno General”. Los principios de contabilización no son diferentes a los que se aplican a los bienes y servicios producidos por el mercado: lo que la sociedad paga por ellos. Solo que en este caso el pago no se hace con el sistema de precios, sino a través de impuestos (o de deuda, que no son sino impuestos futuros). La demanda por estos bienes se expresa a través del proceso político. Son los cuerpos legislativos, cuando aprueban los presupuestos, los que deciden cuál es la canasta de bienes públicos deseados por la sociedad. En la contabilidad de oferta del sistema de cuentas nacionales del Dane, estas actividades aparecen bajo el nombre “Administración pública y defensa; planes de seguridad social de afiliación obligatoria; Educación; Actividades de atención de la salud humana y de servicios sociales”. Las cuales representaron, para el año 2021, 15% del PIB, según las cuentas nacionales publicadas por el Dane.

Afirma, también refiriéndose al sistema de cuentas nacionales, que “el gasto de todos los hogares es lo que cuenta de cara a la demanda final de la economía”. Ello tampoco es cierto. El consumo de los hogares, representó el año pasado en Colombia, según el Dane 66% de la demanda interna, que incluye además el gasto de consumo del gobierno y la formación bruta de capital, una parte de la cual es adelantada por el Estado, este último componente está claramente identificado en las cuentas nacionales. No es cierto tampoco que exista la convención de que “todo el gasto gubernamental cuenta como consumo final de la economía” (pág. 135).

Afirma la autora que el sector financiero no es productivo y que si figura así en los sistemas modernos de cuentas nacionales, es solo como resultado del lobby de estas empresas. En realidad, el enorme equipo técnico tanto de organizaciones multilaterales como nacionales, encargado de definir el Sistema de Cuentas Nacionales ha hecho un trabajo serio, cuyos resultados pueden apreciarse leyendo el Manual de Cuentas Nacionales. Según este sistema los préstamos bancarios son un producto como cualquier otro. Su materia prima son los depósitos recibidos. Los bancos los agrupan, transforman plazos, y deciden, a través de un proceso de análisis de riesgo, cuáles son los clientes o proyectos dignos de crédito. La diferencia entre el costo de los depósitos y los créditos cobrados constituye el valor agregado, con el cual se remunera la mano de obra y el capital invertido.

No es cierto que la actividad financiera se haya desregulado. Es cierto que en 1999 se derogó en Estados Unidos la Glass Steagall que desde los años 30 del siglo pasado exigía una completa separación entre la banca de inversión y la de crédito, y ello estuvo en el origen de la crisis de 2008. Pero desconoce la autora que desde finales de los años 80 del siglo pasado el Comité de Basilea, organismo que agrupa a los principales bancos centrales del mundo, ha establecido pautas exigentes en regulación prudencial y exigido la adopción de modelos sofisticados de medición de los riesgos de crédito, de liquidez y operativo de los bancos, pautas que en Colombia han sido recogidas en regulaciones del gobierno nacional y de la Superintendencia Financiera e implementadas por las instituciones financieras. Ello ha exigido por parte de estás un recurso humano altamente calificado, y enormes inversiones en sistemas de información y comunicación.

Si de sus tesis se derivan recomendaciones de política que son fuente de inspiración para este gobierno, no podemos esperar que ellas contribuyan a superar los problemas de crecimiento, de desigualdad y de pobreza. Ojalá los funcionarios públicos y la opinión pública no coman entero.

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De la pandemia a la endemia: las múltiples huellas del covid

De la pandemia a la endemia: las múltiples huellas del covid

Escrito por: Manuela Mejía y Mateo Echeverry

Recientemente, la entrante ministra de Salud y Protección Social, Carolina Corcho, señaló que Colombia puede declarar en algunas semanas que el virus de covid-19 está dentro de su fase endémica. Esta declaración supone la inevitable necesidad de la convivencia cotidiana con el virus. Y con esta declaratoria surge la pregunta sobre la multiplicidad de implicaciones que el covid-19 ha tenido en nuestras vidas, como un evento global y disruptivo. Es la post-pandemia pero no un post-covid. Nada quedó igual, y nada va a ser como antes; cada día que pasa la nueva realidad es la verdadera realidad.

Ya en el segundo semestre del 2020, Econometría publicó una columna en la cual retratábamos los retos y transformaciones metodológicas que enfrentamos con la llegada de la pandemia, y el impacto que esto suponía para las operaciones en investigación y de consultoría en distintos campos. Dos años después, y con unas cuentas evaluaciones realizadas en el contexto de la pandemia, es evidente que el covid-19 ha pasado de ser un factor logístico y metodológico, y se ha convertido en una variable transversal en el amplio espectro de temas que trabajamos. En la actualidad, difícilmente alguna de las evaluaciones que desarrollamos en los campos sociales, económicos, culturales, políticos, entre otros, escapa a este influjo de la pandemia.

Hoy podemos identificar esas huellas permanentes apoyándonos en la evidencia empírica recolectada durante los últimos años. Algunas de estas huellas son visibles desde indicadores macroeconómicos o manifestaciones espaciales; otras más sutiles y en ocasiones ocultas, pero igualmente significativas, en percepciones y comportamientos.

Enumerar todos los impactos y cambios en estos años resulta imposible de condensar en una columna, pero podemos identificar tres puntos para la reflexión: a) la pandemia diferenciada, b) las transformaciones que ella ha ocasionado, c) sus vulnerabilidades e impactos. Frente a la pandemia diferenciada, debemos partir de que, aunque todos la vivimos no vivimos la misma. No existe una narrativa homogénea sobre el covid-19, pues las líneas de tiempo, los impactos y las dinámicas sociales que resultaron se diferencian profundamente entre regiones y territorios del país, siendo marcadas las diferencias entre lo rural y lo urbano. En algunos casos, esto ha supuesto redibujar el mapa de la atención humanitaria, centrada antes en el conflicto armado, a una enfocada en la salud pública.

Un ejemplo notorio son las zonas de frontera, en donde las dinámicas de las pandemias responden a procesos transnacionales, produciendo mayores complejidades en la atención. En el caso de la Amazonia, un evento clave fue el cierre de su conexión aérea con el resto del país, en medio de la llegada de la variante de Manaos a inicios de 2021. En el caso de la frontera colombo-venezolana, fueron los procesos de vacunación abiertos para población no regularizada. En múltiples departamentos del país, fueron las órdenes específicas de grupos armados ilegales que se atribuían el control de la pandemia mediante restricciones de movilidad de la población y los productos.

En un segundo lugar, son evidentes las transformaciones de la pandemia, la crisis fue una catalizadora de profundos cambios espaciales, económicos, sociales y culturales. Nuestras viviendas, ciudades, relaciones y prácticas se rediseñaron partiendo de la virtualidad, impulsadas por la necesaria incorporación de un componente tecnológico transversal a las distintas actividades, que, si no fuera por la pandemia, se hubieran demorado posiblemente una década más.

Los análisis de Econometría muestran cómo, a nivel espacial, las ciudades tuvieron que repensarse desde su cobertura de redes internet por cuenta del teletrabajo y, con ello, el desplazamiento de la demanda de zonas de oficinas a residenciales. Así mismo, el impulso de otros medios de transporte alternativos, como la bicicleta o caminar, supusieron una mayor presión para el desarrollo de obras que respondan a medios de transporte que se perciben como bioseguros, pero también de bienestar frente al aislamiento que supuso la pandemia. Frente a las dinámicas económicas, desde distintos estudios podemos ver el vertiginoso avance de la bancarización, pero especialmente de los medios de pago virtuales (por ejemplo, pagos de subsidios), que se convirtieron en una respuesta efectiva frente a las limitaciones en los desplazamientos y el acceso a efectivo.

Finalmente, frente a las vulnerabilidades e impactos de la pandemia, la lista es larga y preocupante. La crisis social y económica derivada de la crisis amplificó problemas como la pobreza o las brechas en el acceso a servicios como salud o educación para distintas poblaciones, muchas de las cuales no se consideraban anteriormente vulnerables. La virtualidad es una estrategia que resulta incompatible con el débil acceso y formación en temáticas digitales que caracteriza a múltiples sectores y poblaciones en el país.

Como cierre es central señalar que estas son solo son algunas pinceladas de las huellas que la pandemia dejó en Colombia, y posiblemente en otros contextos, pero de ninguna forma es la lista absoluta y definitiva. La huella del covid es profunda y va a seguir entre nosotros. Entramos en la endemia y todavía queda mucho por saber sobre los impactos de la pandemia.

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¿Por qué Colombia crece tanto?, en columna para La República

¿Por qué Colombia crece tanto?

Escrito por: Julián Roa Rozo

La economía colombiana ha tenido unas tasas de crecimiento excepcionalmente altas. Lo anterior indudablemente es positivo para el país. Sin embargo, parece que se entiende muy poco el porqué de estas tasas de crecimiento. La explicación macroeconómica tradicional sugeriría que el alto nivel de endeudamiento y la expansión monetaria realizada en Colombia explicaría este nivel de recuperación. Sin embargo, esta explicación se queda muy corta.

En primer lugar, la relación entre el gasto público extra durante la pandemia y el crecimiento posterior de la economía es difusa. Cuando se hace un análisis detallado para Suramérica se logra encontrar una relación positiva entre este gasto público y el crecimiento posterior. Lo primero que salta a la vista es el desfase de Colombia frente a la tendencia. Colombia tuvo un paquete para el COVID relativamente mediano en comparación con sus pares, pero es la economía que más crecimiento acumulado va a tener desde 2019.

La segunda explicación es la política monetaria. Si bien el Banco de la República contribuyó de manera importante al bajar tasas de interés, es difícil defender la idea de que el Banco de la República está detrás del crecimiento excepcional colombiano. Si se juzgara a partir de una regla de Taylor (indicador que sirve para determinar la tasa de interés que equilibra la economía en el corto plazo, es decir, que no produce ni inflación ni desempleo), el Banco de la República empezó a estar en terreno expansivo a finales de 2021.

Por otra parte, si se compara la tasa de interés de política monetaria ajustada por inflación con la de otros países, se puede ver como Colombia durante 2020 estuvo en el rango superior. Ahora que la inflación está en un nivel de más de dos dígitos (10.2 %), la tasa de política monetaria real colombiana es negativa, pero aún tiende a ser mayor que la tasa de política monetaria real promedio. Así, la explicación podría no estar ahí.

Entonces, ¿en dónde está? Me aventuro a dar dos respuestas. La primera es que, paradójicamente, el paro nacional del 28A generó una serie de acciones que hoy explican esta tasa de crecimiento tan alta. La segunda es que WOM llegó en el momento indicado.

El paro nacional estalló luego de una propuesta de reforma tributaria. Dicho paro le mostró al gobierno anterior que el espacio para subir impuestos era bien limitado. Ello hizo que subir el precio de la gasolina fuera impensable, a pesar de que era un tema que debía discutirse. El año pasado ya se había experimentado un incremento muy importante en los precios del petróleo por cuenta de la OPEP y ello hacía necesario aumentar el precio de la gasolina con el fin de evitar un aumento importante en el déficit fiscal. Casi un año después del paro nacional estalla la bomba del Fondo de Estabilización de Precios del Combustible (FEPC). Este desfase en el aumento del precio de la gasolina impulsa al crecimiento, pues al subsidiar un insumo intermedio como la gasolina se está subsidiando a todas las actividades productivas que dependan del transporte para su funcionamiento.

La segunda explicación es que el operador de celular WOM entró a tiempo al país. En 2019, WOM entra a Colombia tras el resultado de una subasta de espectro electromagnético. Lo anterior obligó a esta compañía a invertir en el sector de telecomunicaciones. Al llegar la pandemia, WOM ya estaba comprometido con estas inversiones y, además, el teletrabajo impulsó aún más al sector de telecomunicaciones. De esta manera, Colombia vivió un proceso de competencia que disminuyó los precios en los servicios de telecomunicaciones de manera importante. En ese momento, el insumo de producción más requerido para el teletrabajo eran las telecomunicaciones. Mientras el resto del mundo veía una estabilidad en estos precios o incluso un aumento en ellos, Colombia vivía su mayor reducción de precios en telecomunicaciones. Lo anterior permitió que la adopción del teletrabajo fuera más económica y catalizó una transformación tecnológica importante en algunos sectores.

¿Qué aprendizajes se pueden destacar?

En primer lugar, el debate del FEPC debe tener en cuenta los efectos en crecimiento económico e inflación. Sería preferible tener un plan de ajuste gradual que no incida en la inflación de manera rápida. La inflación es más persistente entre mayor es, por lo tanto, hacer el ajuste durante 2022 y 2023 podría empeorar las cosas. Sería preferible esperar a 2024. Es importante notar que es un subsidio que aumenta el PIB de manera importante, entonces sería mejor disminuir el déficit por otro rubro cuyo multiplicador sea menor.

En segundo lugar, el caso de WOM nos muestra las bondades de aumentar la competencia en sectores clave. Lo anterior permite un mayor nivel de inversión, una mejor calidad del servicio y un menor precio para el productor y el consumidor. Por lo anterior, sería útil promover medidas que aminoren el precio, como la reducción del IVA a este sector durante la pandemia.

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Feliz cumpleaños Econometría, en columna para La República

Feliz cumpleaños Econometría

Escrito por: Rodolfo Heredia

Econometría cumple 45 años de existencia, tiempo envidiable para cualquier institución. Son 45 años durante los cuales la firma ha sabido superar las dificultades propias y del país, la más reciente derivada de los efectos perversos concomitantes a la pandemia del covid-19.

Hoy en sus 45 años de existencia como firma, Econometría se ha posicionado tanto en el ámbito nacional como internacional como una entidad sólida, sana, seria y confiable.

En sus 45 años de existencia Econometría ha sabido resolver satisfactoriamente muchos obstáculos propios a su desarrollo y fortalecerse técnicamente gracias a su persistencia y reconocimiento de la necesidad de mantener una estricta selección de sus técnicos y colaboradores logrando así conformar equipos de trabajo respetuosos de sus condiciones individuales y sentido de pertenencia.

Pero el histórico comportamiento exitoso de Econometría no se explica solamente por la capacidad técnica de sus colaboradores o por la calidad en sus trabajos de evaluación económica y social, gran parte de su capacidad para resolver problemas y lograr su fortalecimiento en el tiempo se explica por la existencia de una infraestructura de comportamiento institucional que crea, facilita y promueve un estrecho vínculo de responsabilidad institucional en su equipo de trabajo dentro de un espíritu de respeto a las capacidades individuales.

Esta particularidad en el comportamiento de su equipo se debe a la existencia de una cultura organizacional que premia la colaboración y el compromiso institucional de sus miembros, procedimientos que han permitido en el tiempo que su equipo de colaboradores transcienda su capacidad técnica para dedicar afectivamente con compromiso y dedicación a la solución de los múltiples problemas institucionales propios del desarrollo de la firma.

Los cambios de equipo de trabajo que se presentan en Econometría, como consecuencia de las condiciones que atañen a la posibilidad de proyectos, han permitido demostrar las bondades de su cultura organizacional. La experiencia de Econometría es que los nuevos técnicos al verse inmersos en este ambiente organizacional desarrollan un estrecho vínculo con Econometría y entran a participar de formar activa al desarrollo de la firma.

Esta manera de desarrollo institucional, de cultura organizacional que asegura la bondad del trabajo en equipo y el estrecho compromiso de sus miembros al tema de desarrollo institucional se explica desde el origen de Econometría.

El nacimiento de Econometría se hace en el área Socio Económica del Centro Regional de Población, cuando su director, Rodolfo Heredia, convocó al grupo central de colaboradores Manuel Ramírez, Bernardo Kugler y Álvaro Reyes, con la vinculación posterior de Diego Sandoval y Alejandro Vivas, para crear una institución que permitiera la continuidad del equipo humano allí formado y mantuviera los principios de unidad y respeto por las individualidades.

La cultura organizacional se caracteriza por la flexibilidad responsable; liderazgo basado en el conocimiento; espacios para crecer, proponer y desarrollar ideas; lugar amable para trabajar; ambiente permanente de aprendizaje e interacción; relaciones basadas en la mutua confianza y construcción de soluciones.

Luego, se invitó como socia a la primera mujer, Martha Isabel Gutiérrez. Iniciando los años 2000 se vincularon como socios cuatro de sus profesionales de investigación, María Gloria Cano, Oscar Rodríguez, Juan Manuel García y Carolina Murgueitio. La firma ha seguido vinculando a algunos de sus colaboradores que han incluido dentro de su plan de vida hacer parte de Econometría, Arturo García, Gelcy Díaz, Marisol Rodríguez, María Carolina Latorre, Claudia Peñaranda, Jaime Millán y, recientemente, Mauricio Olivera.

La firma cuenta actualmente con 60 colaboradores, profesionales de distintas carreras entre las que se cuentan economía, ingeniería, antropología, sociología, administración, psicología y ciencias políticas entro otros. Es así que es una firma multidisciplinar y con un poco más de 60% de mujeres.

Durante su trayectoria Econometría ha aportado al país y a contextos internacionales, análisis de proyectos y planes económicos y sociales. Ha acompañado a sus clientes, empresas o instituciones, en sus procesos de evaluación e implementación de políticas públicas, proyectos económicos y propuestas, con lo cual se pretende aportar a su crecimiento y al desarrollo de la sociedad en la que actúan. Ha contribuido además a la práctica de técnicas de investigación aplicada, ha construido un conocimiento documentado sobre asuntos nacionales e internacionales que permite resolver con aproximación innovadora y socialmente responsable, los retos y necesidades del mundo actual.

Recientemente se fundó el Centro de Estudios Manuel Ramírez en homenaje a uno de sus fundadores y realiza actividades de apropiación, generación, transformación, adaptación, transferencia y difusión del conocimiento científico, así como del desarrollo tecnológico y la innovación, en las ciencias sociales y humanas. El conocimiento se aplica tanto al mejoramiento e incidencia de las políticas públicas en el bienestar de la sociedad, como a la viabilización de la acción pública, de las empresas privadas, incluyendo sus iniciativas sociales o ambientales.

¡Feliz cumpleaños Econometría!

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Evaluaciones para un cambio social efectivo

Evaluaciones para un cambio social efectivo

Escrito por: María Camila Arias

El libro “Effective Altruism” de William MacAskill cuestiona cómo, a pesar de los múltiples intentos por mejorar los problemas sociales del mundo a través de donaciones o programas sociales financiados con impuestos, no hay mucha noción para los contribuyentes de qué tantos beneficios se están obteniendo en relación con la inversión realizada ni cuales de todos los programas se deberían priorizar. A partir de la experiencia en África Subsahariana del premio nobel de economía Michael Kremer, MacAskill argumenta que las políticas públicas y los programas sociales deben ser evaluados bajo una evidencia empírica y no a partir de un juicio de valor ideológico. Mientras la primera presenta datos observables en un marco estrictamente técnico (imparcial e irrefutable), el segundo se basa en percepciones subjetivas y las conclusiones van a depender del interés de quién las observa.

Entonces uno podría pensar como colombiano, ¡Eureka! por allí es. De hecho, los últimos dos gobiernos han realizado un esfuerzo importante por evaluar con evidencia empírica algunos de los programas en los que los impuestos que usted y yo pagamos se invierten. Sin embargo, hay dos recomendaciones que el nuevo gobierno podría tener en cuenta si de verdad queremos lograr transformaciones sociales en el país.

Mejorar disponibilidad y calidad de los datos.

Las evaluaciones de impacto son los métodos más conocidos para proporcionar evidencia empírica. Usualmente, se cree que una evaluación de impacto es solo un ejercicio econométrico que arroja un dato numérico que se traduce en qué tanto sirvió una política, pero en realidad este ejercicio implica mucho más en el antes y en el después.

En primer lugar, antes de realizar una evaluación de impacto es necesario contar con los datos suficientes para poder garantizar la calidad de los resultados que se van a obtener. Desafortunadamente, hoy en día se decide que se quiere evaluar el impacto de un programa cuando ya tiene un tiempo considerable funcionando y no hay datos apropiados. ¿Y qué sería apropiado?

Como una evaluación de impacto estima el efecto de una intervención a partir de una comparación entre quien sí recibió el tratamiento y quien no (controles), pues lo mínimo necesario es la información de esos dos grupos. Si se quiere entender mejor el mecanismo a través del cual la intervención está produciendo los cambios, es aconsejable monitorear los dos grupos antes, durante y después de la intervención. Al menos sobre los aspectos que se quieren evaluar (salud, educación, ingresos, por ejemplo). Esto último es clave para evitar que se pierda el contacto con los beneficiarios y al momento de realizar la evaluación de impacto no se cuente con la información. Además, para el Gobierno es más costo eficiente contar con estos datos porque reduce costos de recolección del estudio.

Para aquellas políticas cuyo presupuesto de monitoreo sea muy bajo, se puede acudir a información secundaria de otras entidades gubernamentales que pueden haberla recogido (Dian, Dane, etc.). Hoy en día, acceder a estos datos es engorroso. Sin embargo, garantizar el acceso a estos, ahorraría gasto público y mejoraría la calidad de los estudios contratados por el Estado. Es solo cuestión de lograr una mayor articulación entre agencias. Por ejemplo, en la evaluación del programa de Ingreso Solidario, la armonización de varias bases de datos fue de gran utilidad para su mejor implementación y evaluación.

Ahora, los datos siempre deben estar al mismo nivel en que se realizó la intervención. Una dificultad del reciente estudio que realizó Econometría Consultores sobre el impacto del Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación es que, aunque los recursos (intervención) se entregaban por proyectos, la evaluación se realizó a nivel de departamento. Lo anterior porque se buscaba el impacto sobre indicadores de crecimiento económico, ciencia y tecnología, y estos datos sólo estaban medidos a nivel de departamento, no de proyectos. Cuando el impacto se mide sobre un nivel de observación diferente al nivel de la intervención se difumina el verdadero impacto y es más difícil encontrar un efecto, cuando lo haya. De ahí la importancia de que antes de la implementación los proyectos o programas diseñen la estrategia de evaluación de impacto y se recolecten los datos al mismo nivel de la intervención.

Conciencia: etapas de aprendizaje

En segundo lugar, es importante que el talento humano de las instituciones del Gobierno interiorice que las evaluaciones de impacto no necesariamente encuentran impacto. Es difícil que una política o programa sea efectiva la primera vez. Como cualquier otra invención (aviones, celulares, etc.) requiere de ensayos, evaluaciones y retroalimentaciones para que algún día llegue a ser tan funcional como se desea.

Por eso, cuando se evalúa el impacto de un programa y el resultado arroja que no se encontró impactos o son muy marginales, la opinión pública no debe concentrarse en desprestigiar políticamente el programa, sino en valorar positivamente que se está adelantando una evaluación de manera técnica y responsable y que se está tratando de entender qué funciona y qué no. Esto supone un reto de comunicación y educación hacia los ciudadanos, quienes deben entender que, más allá de los discursos populistas, se requiere tomar decisiones informadas con evidencia empírica. Sólo si se logra esta conciencia de las etapas de aprendizaje en política pública, se va a poder utilizar las evaluaciones de impacto como instrumento para un verdadero cambio social.

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¿Qué hacer con el programa de compensación del IVA?

¿Qué hacer con el programa de compensación del IVA?

Escrito por: Fabio Sánchez Torres - Profesor Universidad de los Andes

En diciembre de 2019 se sancionó la Ley 2010 de 2019, la cual estableció la creación de la compensación del impuesto sobre las ventas – IVA como “una compensación a favor de la población más vulnerable” y como una medida “para generar mayor equidad en el sistema del impuesto”. La norma estableció que la medida se implementaría gradualmente desde el 2020; y estipulaba que el Gobierno nacional podrá hacer uso de los programas de asistencia a la población vulnerable para la canalización de dichos recursos. El Departamento Nacional de Planeación (DNP) sería el responsable de diseñar e implementar la metodología de la focalización de los hogares beneficiarios de la compensación, mientras que el Ministerio de Hacienda se encargaría de la asignación de los recursos.

El DNP seleccionó como los hogares beneficiarios, aquellos que viven en condición de pobreza extrema y, además, reciben Familias en Acción o Colombia Mayor y no reciben ninguna otra ayuda por parte de Prosperidad Social. Para 2020 la población objetivo fue de un millón de hogares y para 2021 dos millones. Para el Programa de Compensación del IVA, el Ministerio de Hacienda definió la entrega de una suma fija cada dos meses -$76.000 para 2021. Durante el año 2021 la Unión Temporal Econometría-SEI-Universidad de los Andes llevó a cabo la evaluación de operaciones y de impacto del programa de compensación de IVA.

Así, la evaluación encontró que la operación del programa fue (y sigue siendo) altamente positiva, máxime cuando se logró en un corto tiempo poner en marcha una intervención para beneficiar un millón de hogares. La evaluación de impacto arrojó cuatro conclusiones claves. La primera, 80% de los hogares focalizados por el programa tienen ingresos per cápita por debajo de la línea de pobreza monetaria y 44% viven en pobreza extrema. En este contexto, los beneficiarios perciben la transferencia de compensación de IVA como un pequeño alivio -que llegó en un momento de crisis como lo es la pandemia. La segunda, los hogares beneficiarios de la compensación del IVA se han visto en una menor necesidad de pedir préstamos, vender pertenencias o tener que comenzar a trabajar para poder pagar la alimentación, los servicios o los gastos de vivienda. La tercera, existen impactos negativos en empleo para las mujeres que no son jefes de hogar, que residen en las zonas rurales y en donde el jefe de hogar alcanza solo un nivel educativo de primaria o menos. La cuarta, el programa no tiene impacto en seguridad alimentaria -es decir, los hogares no compran más alimentos como consecuencia de la compensación del IVA. Tampoco se observan impactos en la educación de los hijos, ni en cumplimiento de las condicionalidades de Familias en Acción, ni en el empoderamiento femenino, ni en la violencia intrafamiliar, entre otros.

La evaluación también encontró que el programa de compensación de IVA, al otorgar un monto fijo de $76.000 a todos los hogares focalizados, le transfiere dinero a hogares que no han pagado IVA y les está devolviendo menos de lo pagado a otros hogares que pagaron por IVA más de $76.000 en el bimestre. Así, en la encuesta que se realizó para la evaluación del programa, 51% de los hogares indagados reportaron que pagaron $0,0 pesos de IVA, esto explicado por qué 64% de estos hogares realizan la mayor parte de sus compras en tiendas de barrio, que no adicionan este impuesto a los productos vendidos. Otros hogares compran en plazas de mercado y 32% realizan la mayor parte de sus compras en almacenes de cadena, que son establecimientos de comercio formal y responsables de recolección de IVA. De esta manera, la compensación de IVA está generado inequidades horizontales, en contra vía del objetivo del programa que es “generar mayor equidad en el sistema del impuesto sobre las ventas, reduciendo la regresividad que este impuesto tiene sobre los hogares en situación de pobreza y pobreza extrema”.

El análisis de impacto evidenció que la transferencia monetaria de la compensación de IVA no está reduciendo la pobreza monetaria, ni modificando las decisiones de gasto de las familias, permitiéndoles únicamente endeudarse un poco menos que sus pares no beneficiarios. De hecho, se evidenciaron impactos no deseables en la oferta laboral de las mujeres no jefes y en el ingreso per cápita del hogar. En adición, los datos de la encuesta señalan que el IVA efectivo pagado por los hogares depende del tipo de almacén en donde realizan las compras alimentarias.

Dado estos resultados, se propuso que, en vez de compensación de IVA, se implementara un sistema de no cobro de IVA a los hogares en pobreza y extrema, según la clasificación del Sisbén. Colombia tiene hoy los sistemas de información que permitirían con inversiones menores determinar en los sitios de compra qué hogares y hasta qué monto pueden ser sujetos del no cobro de IVA. El traslado a un sistema de no cobro permitiría, así, una mejor focalización de los recursos, y disminuiría los efectos negativos encontrados en la oferta laboral y podría conducir, resultado de una disminución en los precios, a una mayor capacidad adquisitiva. La implementación hacia un sistema de no cobro podría empezar en los grandes centros urbanos, y con el tiempo, en los centros poblados más pequeños y las zonas rurales.

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