A propósito de las ideas de Mariana Mazzucato

A propósito de las ideas de Mariana Mazzucato

Escrita por: Francisco Azuero

En algunas declaraciones del presidente Petro y de sus funcionarios, se hace referencia a las ideas de la economista italiana Mariana Mazzucato como inspiradora del programa de gobierno, e incluso del Plan de Desarrollo. En continuación con el debate del 20 de agosto de al tablero de economistas de las ideas de Mazzucato en el que Econometría participó, vale entonces la pena profundizar en sus ideas, y analizarlas. En virtud de ello, revisemos algunas de ellas.

Una de sus tesis centrales es que la gran mayoría de los economistas ha subestimado el papel del gobierno en la creación de riqueza, y paralelamente ha sobreestimado el del sector privado, especialmente en algunos sectores como el financiero.

Las conclusiones en torno a la política pueden resumirse en que es necesario aumentar el tamaño del Estado, y combatir a los sectores privados como el financiero, que no son sino “extractores de rentas”. Mazzucato expone en su libro “El valor de las Cosas” muchos ejemplos de fracasos de empresas privadas, pero ilustra poco sobre los fracasos o abusos de los gobiernos (elefantes blancos, corrupción, etc.) Es el típico caso de “sesgo de selección”. Un estudio académico serio y objetivo debe señalar y ejemplificar las “fallas del mercado”, es cierto, pero también las “fallas de gobierno”. En ambos campos la literatura reciente sobre política económica ha profundizado bastante.

Señalemos tres de las imprecisiones de la autora:

Dice la autora en el libro citado que “la mayoría de los economistas considera que el gobierno no añade valor a la economía” (El valor de las cosas, pag 130). Mas adelante afirma (pág. 133) que “…en un sistema capitalista, donde la ganancia de un beneficio se considera el resultado de ser productivo, esto es importante porque hace que el gobierno, cuyas actividades tienden a no tener ánimo de lucro, parezca improductivo”. Estas afirmaciones, simplemente, no son ciertas. El concepto de bienes públicos, desarrollado por el premio Nobel Samuelson en los años 50, señala cómo aquellos bienes que cumplen las condiciones de no exclusión y de no rivalidad, deben ser producidos por el Estado, en la medida en que no existen incentivos para que los agentes privados se responsabilicen de ellos a través del sistema de precios. Se trata de servicios como la justicia, la defensa y la regulación. Es claro que esto corresponde a una falla de mercado, que debe ser solucionada por la autoridad pública. En la formulación del Sistema de Cuentas Nacionales, esa producción de bienes públicos se contabiliza como la actividad central del “Gobierno General”. Los principios de contabilización no son diferentes a los que se aplican a los bienes y servicios producidos por el mercado: lo que la sociedad paga por ellos. Solo que en este caso el pago no se hace con el sistema de precios, sino a través de impuestos (o de deuda, que no son sino impuestos futuros). La demanda por estos bienes se expresa a través del proceso político. Son los cuerpos legislativos, cuando aprueban los presupuestos, los que deciden cuál es la canasta de bienes públicos deseados por la sociedad. En la contabilidad de oferta del sistema de cuentas nacionales del Dane, estas actividades aparecen bajo el nombre “Administración pública y defensa; planes de seguridad social de afiliación obligatoria; Educación; Actividades de atención de la salud humana y de servicios sociales”. Las cuales representaron, para el año 2021, 15% del PIB, según las cuentas nacionales publicadas por el Dane.

Afirma, también refiriéndose al sistema de cuentas nacionales, que “el gasto de todos los hogares es lo que cuenta de cara a la demanda final de la economía”. Ello tampoco es cierto. El consumo de los hogares, representó el año pasado en Colombia, según el Dane 66% de la demanda interna, que incluye además el gasto de consumo del gobierno y la formación bruta de capital, una parte de la cual es adelantada por el Estado, este último componente está claramente identificado en las cuentas nacionales. No es cierto tampoco que exista la convención de que “todo el gasto gubernamental cuenta como consumo final de la economía” (pág. 135).

Afirma la autora que el sector financiero no es productivo y que si figura así en los sistemas modernos de cuentas nacionales, es solo como resultado del lobby de estas empresas. En realidad, el enorme equipo técnico tanto de organizaciones multilaterales como nacionales, encargado de definir el Sistema de Cuentas Nacionales ha hecho un trabajo serio, cuyos resultados pueden apreciarse leyendo el Manual de Cuentas Nacionales. Según este sistema los préstamos bancarios son un producto como cualquier otro. Su materia prima son los depósitos recibidos. Los bancos los agrupan, transforman plazos, y deciden, a través de un proceso de análisis de riesgo, cuáles son los clientes o proyectos dignos de crédito. La diferencia entre el costo de los depósitos y los créditos cobrados constituye el valor agregado, con el cual se remunera la mano de obra y el capital invertido.

No es cierto que la actividad financiera se haya desregulado. Es cierto que en 1999 se derogó en Estados Unidos la Glass Steagall que desde los años 30 del siglo pasado exigía una completa separación entre la banca de inversión y la de crédito, y ello estuvo en el origen de la crisis de 2008. Pero desconoce la autora que desde finales de los años 80 del siglo pasado el Comité de Basilea, organismo que agrupa a los principales bancos centrales del mundo, ha establecido pautas exigentes en regulación prudencial y exigido la adopción de modelos sofisticados de medición de los riesgos de crédito, de liquidez y operativo de los bancos, pautas que en Colombia han sido recogidas en regulaciones del gobierno nacional y de la Superintendencia Financiera e implementadas por las instituciones financieras. Ello ha exigido por parte de estás un recurso humano altamente calificado, y enormes inversiones en sistemas de información y comunicación.

Si de sus tesis se derivan recomendaciones de política que son fuente de inspiración para este gobierno, no podemos esperar que ellas contribuyan a superar los problemas de crecimiento, de desigualdad y de pobreza. Ojalá los funcionarios públicos y la opinión pública no coman entero.

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De la pandemia a la endemia: las múltiples huellas del covid

De la pandemia a la endemia: las múltiples huellas del covid

Escrito por: Manuela Mejía y Mateo Echeverry

Recientemente, la entrante ministra de Salud y Protección Social, Carolina Corcho, señaló que Colombia puede declarar en algunas semanas que el virus de covid-19 está dentro de su fase endémica. Esta declaración supone la inevitable necesidad de la convivencia cotidiana con el virus. Y con esta declaratoria surge la pregunta sobre la multiplicidad de implicaciones que el covid-19 ha tenido en nuestras vidas, como un evento global y disruptivo. Es la post-pandemia pero no un post-covid. Nada quedó igual, y nada va a ser como antes; cada día que pasa la nueva realidad es la verdadera realidad.

Ya en el segundo semestre del 2020, Econometría publicó una columna en la cual retratábamos los retos y transformaciones metodológicas que enfrentamos con la llegada de la pandemia, y el impacto que esto suponía para las operaciones en investigación y de consultoría en distintos campos. Dos años después, y con unas cuentas evaluaciones realizadas en el contexto de la pandemia, es evidente que el covid-19 ha pasado de ser un factor logístico y metodológico, y se ha convertido en una variable transversal en el amplio espectro de temas que trabajamos. En la actualidad, difícilmente alguna de las evaluaciones que desarrollamos en los campos sociales, económicos, culturales, políticos, entre otros, escapa a este influjo de la pandemia.

Hoy podemos identificar esas huellas permanentes apoyándonos en la evidencia empírica recolectada durante los últimos años. Algunas de estas huellas son visibles desde indicadores macroeconómicos o manifestaciones espaciales; otras más sutiles y en ocasiones ocultas, pero igualmente significativas, en percepciones y comportamientos.

Enumerar todos los impactos y cambios en estos años resulta imposible de condensar en una columna, pero podemos identificar tres puntos para la reflexión: a) la pandemia diferenciada, b) las transformaciones que ella ha ocasionado, c) sus vulnerabilidades e impactos. Frente a la pandemia diferenciada, debemos partir de que, aunque todos la vivimos no vivimos la misma. No existe una narrativa homogénea sobre el covid-19, pues las líneas de tiempo, los impactos y las dinámicas sociales que resultaron se diferencian profundamente entre regiones y territorios del país, siendo marcadas las diferencias entre lo rural y lo urbano. En algunos casos, esto ha supuesto redibujar el mapa de la atención humanitaria, centrada antes en el conflicto armado, a una enfocada en la salud pública.

Un ejemplo notorio son las zonas de frontera, en donde las dinámicas de las pandemias responden a procesos transnacionales, produciendo mayores complejidades en la atención. En el caso de la Amazonia, un evento clave fue el cierre de su conexión aérea con el resto del país, en medio de la llegada de la variante de Manaos a inicios de 2021. En el caso de la frontera colombo-venezolana, fueron los procesos de vacunación abiertos para población no regularizada. En múltiples departamentos del país, fueron las órdenes específicas de grupos armados ilegales que se atribuían el control de la pandemia mediante restricciones de movilidad de la población y los productos.

En un segundo lugar, son evidentes las transformaciones de la pandemia, la crisis fue una catalizadora de profundos cambios espaciales, económicos, sociales y culturales. Nuestras viviendas, ciudades, relaciones y prácticas se rediseñaron partiendo de la virtualidad, impulsadas por la necesaria incorporación de un componente tecnológico transversal a las distintas actividades, que, si no fuera por la pandemia, se hubieran demorado posiblemente una década más.

Los análisis de Econometría muestran cómo, a nivel espacial, las ciudades tuvieron que repensarse desde su cobertura de redes internet por cuenta del teletrabajo y, con ello, el desplazamiento de la demanda de zonas de oficinas a residenciales. Así mismo, el impulso de otros medios de transporte alternativos, como la bicicleta o caminar, supusieron una mayor presión para el desarrollo de obras que respondan a medios de transporte que se perciben como bioseguros, pero también de bienestar frente al aislamiento que supuso la pandemia. Frente a las dinámicas económicas, desde distintos estudios podemos ver el vertiginoso avance de la bancarización, pero especialmente de los medios de pago virtuales (por ejemplo, pagos de subsidios), que se convirtieron en una respuesta efectiva frente a las limitaciones en los desplazamientos y el acceso a efectivo.

Finalmente, frente a las vulnerabilidades e impactos de la pandemia, la lista es larga y preocupante. La crisis social y económica derivada de la crisis amplificó problemas como la pobreza o las brechas en el acceso a servicios como salud o educación para distintas poblaciones, muchas de las cuales no se consideraban anteriormente vulnerables. La virtualidad es una estrategia que resulta incompatible con el débil acceso y formación en temáticas digitales que caracteriza a múltiples sectores y poblaciones en el país.

Como cierre es central señalar que estas son solo son algunas pinceladas de las huellas que la pandemia dejó en Colombia, y posiblemente en otros contextos, pero de ninguna forma es la lista absoluta y definitiva. La huella del covid es profunda y va a seguir entre nosotros. Entramos en la endemia y todavía queda mucho por saber sobre los impactos de la pandemia.

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¿Por qué Colombia crece tanto?, en columna para La República

¿Por qué Colombia crece tanto?

Escrito por: Julián Roa Rozo

La economía colombiana ha tenido unas tasas de crecimiento excepcionalmente altas. Lo anterior indudablemente es positivo para el país. Sin embargo, parece que se entiende muy poco el porqué de estas tasas de crecimiento. La explicación macroeconómica tradicional sugeriría que el alto nivel de endeudamiento y la expansión monetaria realizada en Colombia explicaría este nivel de recuperación. Sin embargo, esta explicación se queda muy corta.

En primer lugar, la relación entre el gasto público extra durante la pandemia y el crecimiento posterior de la economía es difusa. Cuando se hace un análisis detallado para Suramérica se logra encontrar una relación positiva entre este gasto público y el crecimiento posterior. Lo primero que salta a la vista es el desfase de Colombia frente a la tendencia. Colombia tuvo un paquete para el COVID relativamente mediano en comparación con sus pares, pero es la economía que más crecimiento acumulado va a tener desde 2019.

La segunda explicación es la política monetaria. Si bien el Banco de la República contribuyó de manera importante al bajar tasas de interés, es difícil defender la idea de que el Banco de la República está detrás del crecimiento excepcional colombiano. Si se juzgara a partir de una regla de Taylor (indicador que sirve para determinar la tasa de interés que equilibra la economía en el corto plazo, es decir, que no produce ni inflación ni desempleo), el Banco de la República empezó a estar en terreno expansivo a finales de 2021.

Por otra parte, si se compara la tasa de interés de política monetaria ajustada por inflación con la de otros países, se puede ver como Colombia durante 2020 estuvo en el rango superior. Ahora que la inflación está en un nivel de más de dos dígitos (10.2 %), la tasa de política monetaria real colombiana es negativa, pero aún tiende a ser mayor que la tasa de política monetaria real promedio. Así, la explicación podría no estar ahí.

Entonces, ¿en dónde está? Me aventuro a dar dos respuestas. La primera es que, paradójicamente, el paro nacional del 28A generó una serie de acciones que hoy explican esta tasa de crecimiento tan alta. La segunda es que WOM llegó en el momento indicado.

El paro nacional estalló luego de una propuesta de reforma tributaria. Dicho paro le mostró al gobierno anterior que el espacio para subir impuestos era bien limitado. Ello hizo que subir el precio de la gasolina fuera impensable, a pesar de que era un tema que debía discutirse. El año pasado ya se había experimentado un incremento muy importante en los precios del petróleo por cuenta de la OPEP y ello hacía necesario aumentar el precio de la gasolina con el fin de evitar un aumento importante en el déficit fiscal. Casi un año después del paro nacional estalla la bomba del Fondo de Estabilización de Precios del Combustible (FEPC). Este desfase en el aumento del precio de la gasolina impulsa al crecimiento, pues al subsidiar un insumo intermedio como la gasolina se está subsidiando a todas las actividades productivas que dependan del transporte para su funcionamiento.

La segunda explicación es que el operador de celular WOM entró a tiempo al país. En 2019, WOM entra a Colombia tras el resultado de una subasta de espectro electromagnético. Lo anterior obligó a esta compañía a invertir en el sector de telecomunicaciones. Al llegar la pandemia, WOM ya estaba comprometido con estas inversiones y, además, el teletrabajo impulsó aún más al sector de telecomunicaciones. De esta manera, Colombia vivió un proceso de competencia que disminuyó los precios en los servicios de telecomunicaciones de manera importante. En ese momento, el insumo de producción más requerido para el teletrabajo eran las telecomunicaciones. Mientras el resto del mundo veía una estabilidad en estos precios o incluso un aumento en ellos, Colombia vivía su mayor reducción de precios en telecomunicaciones. Lo anterior permitió que la adopción del teletrabajo fuera más económica y catalizó una transformación tecnológica importante en algunos sectores.

¿Qué aprendizajes se pueden destacar?

En primer lugar, el debate del FEPC debe tener en cuenta los efectos en crecimiento económico e inflación. Sería preferible tener un plan de ajuste gradual que no incida en la inflación de manera rápida. La inflación es más persistente entre mayor es, por lo tanto, hacer el ajuste durante 2022 y 2023 podría empeorar las cosas. Sería preferible esperar a 2024. Es importante notar que es un subsidio que aumenta el PIB de manera importante, entonces sería mejor disminuir el déficit por otro rubro cuyo multiplicador sea menor.

En segundo lugar, el caso de WOM nos muestra las bondades de aumentar la competencia en sectores clave. Lo anterior permite un mayor nivel de inversión, una mejor calidad del servicio y un menor precio para el productor y el consumidor. Por lo anterior, sería útil promover medidas que aminoren el precio, como la reducción del IVA a este sector durante la pandemia.

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Feliz cumpleaños Econometría, en columna para La República

Feliz cumpleaños Econometría

Escrito por: Rodolfo Heredia

Econometría cumple 45 años de existencia, tiempo envidiable para cualquier institución. Son 45 años durante los cuales la firma ha sabido superar las dificultades propias y del país, la más reciente derivada de los efectos perversos concomitantes a la pandemia del covid-19.

Hoy en sus 45 años de existencia como firma, Econometría se ha posicionado tanto en el ámbito nacional como internacional como una entidad sólida, sana, seria y confiable.

En sus 45 años de existencia Econometría ha sabido resolver satisfactoriamente muchos obstáculos propios a su desarrollo y fortalecerse técnicamente gracias a su persistencia y reconocimiento de la necesidad de mantener una estricta selección de sus técnicos y colaboradores logrando así conformar equipos de trabajo respetuosos de sus condiciones individuales y sentido de pertenencia.

Pero el histórico comportamiento exitoso de Econometría no se explica solamente por la capacidad técnica de sus colaboradores o por la calidad en sus trabajos de evaluación económica y social, gran parte de su capacidad para resolver problemas y lograr su fortalecimiento en el tiempo se explica por la existencia de una infraestructura de comportamiento institucional que crea, facilita y promueve un estrecho vínculo de responsabilidad institucional en su equipo de trabajo dentro de un espíritu de respeto a las capacidades individuales.

Esta particularidad en el comportamiento de su equipo se debe a la existencia de una cultura organizacional que premia la colaboración y el compromiso institucional de sus miembros, procedimientos que han permitido en el tiempo que su equipo de colaboradores transcienda su capacidad técnica para dedicar afectivamente con compromiso y dedicación a la solución de los múltiples problemas institucionales propios del desarrollo de la firma.

Los cambios de equipo de trabajo que se presentan en Econometría, como consecuencia de las condiciones que atañen a la posibilidad de proyectos, han permitido demostrar las bondades de su cultura organizacional. La experiencia de Econometría es que los nuevos técnicos al verse inmersos en este ambiente organizacional desarrollan un estrecho vínculo con Econometría y entran a participar de formar activa al desarrollo de la firma.

Esta manera de desarrollo institucional, de cultura organizacional que asegura la bondad del trabajo en equipo y el estrecho compromiso de sus miembros al tema de desarrollo institucional se explica desde el origen de Econometría.

El nacimiento de Econometría se hace en el área Socio Económica del Centro Regional de Población, cuando su director, Rodolfo Heredia, convocó al grupo central de colaboradores Manuel Ramírez, Bernardo Kugler y Álvaro Reyes, con la vinculación posterior de Diego Sandoval y Alejandro Vivas, para crear una institución que permitiera la continuidad del equipo humano allí formado y mantuviera los principios de unidad y respeto por las individualidades.

La cultura organizacional se caracteriza por la flexibilidad responsable; liderazgo basado en el conocimiento; espacios para crecer, proponer y desarrollar ideas; lugar amable para trabajar; ambiente permanente de aprendizaje e interacción; relaciones basadas en la mutua confianza y construcción de soluciones.

Luego, se invitó como socia a la primera mujer, Martha Isabel Gutiérrez. Iniciando los años 2000 se vincularon como socios cuatro de sus profesionales de investigación, María Gloria Cano, Oscar Rodríguez, Juan Manuel García y Carolina Murgueitio. La firma ha seguido vinculando a algunos de sus colaboradores que han incluido dentro de su plan de vida hacer parte de Econometría, Arturo García, Gelcy Díaz, Marisol Rodríguez, María Carolina Latorre, Claudia Peñaranda, Jaime Millán y, recientemente, Mauricio Olivera.

La firma cuenta actualmente con 60 colaboradores, profesionales de distintas carreras entre las que se cuentan economía, ingeniería, antropología, sociología, administración, psicología y ciencias políticas entro otros. Es así que es una firma multidisciplinar y con un poco más de 60% de mujeres.

Durante su trayectoria Econometría ha aportado al país y a contextos internacionales, análisis de proyectos y planes económicos y sociales. Ha acompañado a sus clientes, empresas o instituciones, en sus procesos de evaluación e implementación de políticas públicas, proyectos económicos y propuestas, con lo cual se pretende aportar a su crecimiento y al desarrollo de la sociedad en la que actúan. Ha contribuido además a la práctica de técnicas de investigación aplicada, ha construido un conocimiento documentado sobre asuntos nacionales e internacionales que permite resolver con aproximación innovadora y socialmente responsable, los retos y necesidades del mundo actual.

Recientemente se fundó el Centro de Estudios Manuel Ramírez en homenaje a uno de sus fundadores y realiza actividades de apropiación, generación, transformación, adaptación, transferencia y difusión del conocimiento científico, así como del desarrollo tecnológico y la innovación, en las ciencias sociales y humanas. El conocimiento se aplica tanto al mejoramiento e incidencia de las políticas públicas en el bienestar de la sociedad, como a la viabilización de la acción pública, de las empresas privadas, incluyendo sus iniciativas sociales o ambientales.

¡Feliz cumpleaños Econometría!

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Evaluaciones para un cambio social efectivo

Evaluaciones para un cambio social efectivo

Escrito por: María Camila Arias

El libro “Effective Altruism” de William MacAskill cuestiona cómo, a pesar de los múltiples intentos por mejorar los problemas sociales del mundo a través de donaciones o programas sociales financiados con impuestos, no hay mucha noción para los contribuyentes de qué tantos beneficios se están obteniendo en relación con la inversión realizada ni cuales de todos los programas se deberían priorizar. A partir de la experiencia en África Subsahariana del premio nobel de economía Michael Kremer, MacAskill argumenta que las políticas públicas y los programas sociales deben ser evaluados bajo una evidencia empírica y no a partir de un juicio de valor ideológico. Mientras la primera presenta datos observables en un marco estrictamente técnico (imparcial e irrefutable), el segundo se basa en percepciones subjetivas y las conclusiones van a depender del interés de quién las observa.

Entonces uno podría pensar como colombiano, ¡Eureka! por allí es. De hecho, los últimos dos gobiernos han realizado un esfuerzo importante por evaluar con evidencia empírica algunos de los programas en los que los impuestos que usted y yo pagamos se invierten. Sin embargo, hay dos recomendaciones que el nuevo gobierno podría tener en cuenta si de verdad queremos lograr transformaciones sociales en el país.

Mejorar disponibilidad y calidad de los datos.

Las evaluaciones de impacto son los métodos más conocidos para proporcionar evidencia empírica. Usualmente, se cree que una evaluación de impacto es solo un ejercicio econométrico que arroja un dato numérico que se traduce en qué tanto sirvió una política, pero en realidad este ejercicio implica mucho más en el antes y en el después.

En primer lugar, antes de realizar una evaluación de impacto es necesario contar con los datos suficientes para poder garantizar la calidad de los resultados que se van a obtener. Desafortunadamente, hoy en día se decide que se quiere evaluar el impacto de un programa cuando ya tiene un tiempo considerable funcionando y no hay datos apropiados. ¿Y qué sería apropiado?

Como una evaluación de impacto estima el efecto de una intervención a partir de una comparación entre quien sí recibió el tratamiento y quien no (controles), pues lo mínimo necesario es la información de esos dos grupos. Si se quiere entender mejor el mecanismo a través del cual la intervención está produciendo los cambios, es aconsejable monitorear los dos grupos antes, durante y después de la intervención. Al menos sobre los aspectos que se quieren evaluar (salud, educación, ingresos, por ejemplo). Esto último es clave para evitar que se pierda el contacto con los beneficiarios y al momento de realizar la evaluación de impacto no se cuente con la información. Además, para el Gobierno es más costo eficiente contar con estos datos porque reduce costos de recolección del estudio.

Para aquellas políticas cuyo presupuesto de monitoreo sea muy bajo, se puede acudir a información secundaria de otras entidades gubernamentales que pueden haberla recogido (Dian, Dane, etc.). Hoy en día, acceder a estos datos es engorroso. Sin embargo, garantizar el acceso a estos, ahorraría gasto público y mejoraría la calidad de los estudios contratados por el Estado. Es solo cuestión de lograr una mayor articulación entre agencias. Por ejemplo, en la evaluación del programa de Ingreso Solidario, la armonización de varias bases de datos fue de gran utilidad para su mejor implementación y evaluación.

Ahora, los datos siempre deben estar al mismo nivel en que se realizó la intervención. Una dificultad del reciente estudio que realizó Econometría Consultores sobre el impacto del Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación es que, aunque los recursos (intervención) se entregaban por proyectos, la evaluación se realizó a nivel de departamento. Lo anterior porque se buscaba el impacto sobre indicadores de crecimiento económico, ciencia y tecnología, y estos datos sólo estaban medidos a nivel de departamento, no de proyectos. Cuando el impacto se mide sobre un nivel de observación diferente al nivel de la intervención se difumina el verdadero impacto y es más difícil encontrar un efecto, cuando lo haya. De ahí la importancia de que antes de la implementación los proyectos o programas diseñen la estrategia de evaluación de impacto y se recolecten los datos al mismo nivel de la intervención.

Conciencia: etapas de aprendizaje

En segundo lugar, es importante que el talento humano de las instituciones del Gobierno interiorice que las evaluaciones de impacto no necesariamente encuentran impacto. Es difícil que una política o programa sea efectiva la primera vez. Como cualquier otra invención (aviones, celulares, etc.) requiere de ensayos, evaluaciones y retroalimentaciones para que algún día llegue a ser tan funcional como se desea.

Por eso, cuando se evalúa el impacto de un programa y el resultado arroja que no se encontró impactos o son muy marginales, la opinión pública no debe concentrarse en desprestigiar políticamente el programa, sino en valorar positivamente que se está adelantando una evaluación de manera técnica y responsable y que se está tratando de entender qué funciona y qué no. Esto supone un reto de comunicación y educación hacia los ciudadanos, quienes deben entender que, más allá de los discursos populistas, se requiere tomar decisiones informadas con evidencia empírica. Sólo si se logra esta conciencia de las etapas de aprendizaje en política pública, se va a poder utilizar las evaluaciones de impacto como instrumento para un verdadero cambio social.

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¿Qué hacer con el programa de compensación del IVA?

¿Qué hacer con el programa de compensación del IVA?

Escrito por: Fabio Sánchez Torres - Profesor Universidad de los Andes

En diciembre de 2019 se sancionó la Ley 2010 de 2019, la cual estableció la creación de la compensación del impuesto sobre las ventas – IVA como “una compensación a favor de la población más vulnerable” y como una medida “para generar mayor equidad en el sistema del impuesto”. La norma estableció que la medida se implementaría gradualmente desde el 2020; y estipulaba que el Gobierno nacional podrá hacer uso de los programas de asistencia a la población vulnerable para la canalización de dichos recursos. El Departamento Nacional de Planeación (DNP) sería el responsable de diseñar e implementar la metodología de la focalización de los hogares beneficiarios de la compensación, mientras que el Ministerio de Hacienda se encargaría de la asignación de los recursos.

El DNP seleccionó como los hogares beneficiarios, aquellos que viven en condición de pobreza extrema y, además, reciben Familias en Acción o Colombia Mayor y no reciben ninguna otra ayuda por parte de Prosperidad Social. Para 2020 la población objetivo fue de un millón de hogares y para 2021 dos millones. Para el Programa de Compensación del IVA, el Ministerio de Hacienda definió la entrega de una suma fija cada dos meses -$76.000 para 2021. Durante el año 2021 la Unión Temporal Econometría-SEI-Universidad de los Andes llevó a cabo la evaluación de operaciones y de impacto del programa de compensación de IVA.

Así, la evaluación encontró que la operación del programa fue (y sigue siendo) altamente positiva, máxime cuando se logró en un corto tiempo poner en marcha una intervención para beneficiar un millón de hogares. La evaluación de impacto arrojó cuatro conclusiones claves. La primera, 80% de los hogares focalizados por el programa tienen ingresos per cápita por debajo de la línea de pobreza monetaria y 44% viven en pobreza extrema. En este contexto, los beneficiarios perciben la transferencia de compensación de IVA como un pequeño alivio -que llegó en un momento de crisis como lo es la pandemia. La segunda, los hogares beneficiarios de la compensación del IVA se han visto en una menor necesidad de pedir préstamos, vender pertenencias o tener que comenzar a trabajar para poder pagar la alimentación, los servicios o los gastos de vivienda. La tercera, existen impactos negativos en empleo para las mujeres que no son jefes de hogar, que residen en las zonas rurales y en donde el jefe de hogar alcanza solo un nivel educativo de primaria o menos. La cuarta, el programa no tiene impacto en seguridad alimentaria -es decir, los hogares no compran más alimentos como consecuencia de la compensación del IVA. Tampoco se observan impactos en la educación de los hijos, ni en cumplimiento de las condicionalidades de Familias en Acción, ni en el empoderamiento femenino, ni en la violencia intrafamiliar, entre otros.

La evaluación también encontró que el programa de compensación de IVA, al otorgar un monto fijo de $76.000 a todos los hogares focalizados, le transfiere dinero a hogares que no han pagado IVA y les está devolviendo menos de lo pagado a otros hogares que pagaron por IVA más de $76.000 en el bimestre. Así, en la encuesta que se realizó para la evaluación del programa, 51% de los hogares indagados reportaron que pagaron $0,0 pesos de IVA, esto explicado por qué 64% de estos hogares realizan la mayor parte de sus compras en tiendas de barrio, que no adicionan este impuesto a los productos vendidos. Otros hogares compran en plazas de mercado y 32% realizan la mayor parte de sus compras en almacenes de cadena, que son establecimientos de comercio formal y responsables de recolección de IVA. De esta manera, la compensación de IVA está generado inequidades horizontales, en contra vía del objetivo del programa que es “generar mayor equidad en el sistema del impuesto sobre las ventas, reduciendo la regresividad que este impuesto tiene sobre los hogares en situación de pobreza y pobreza extrema”.

El análisis de impacto evidenció que la transferencia monetaria de la compensación de IVA no está reduciendo la pobreza monetaria, ni modificando las decisiones de gasto de las familias, permitiéndoles únicamente endeudarse un poco menos que sus pares no beneficiarios. De hecho, se evidenciaron impactos no deseables en la oferta laboral de las mujeres no jefes y en el ingreso per cápita del hogar. En adición, los datos de la encuesta señalan que el IVA efectivo pagado por los hogares depende del tipo de almacén en donde realizan las compras alimentarias.

Dado estos resultados, se propuso que, en vez de compensación de IVA, se implementara un sistema de no cobro de IVA a los hogares en pobreza y extrema, según la clasificación del Sisbén. Colombia tiene hoy los sistemas de información que permitirían con inversiones menores determinar en los sitios de compra qué hogares y hasta qué monto pueden ser sujetos del no cobro de IVA. El traslado a un sistema de no cobro permitiría, así, una mejor focalización de los recursos, y disminuiría los efectos negativos encontrados en la oferta laboral y podría conducir, resultado de una disminución en los precios, a una mayor capacidad adquisitiva. La implementación hacia un sistema de no cobro podría empezar en los grandes centros urbanos, y con el tiempo, en los centros poblados más pequeños y las zonas rurales.

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La formación para el trabajo y el Sena: en el camino correcto

La formación para el trabajo y el Sena: en el camino correcto

Autor: Mauricio Olivera

Tal y como lo planteó Econometría en su libro “Colombia después de la pandemia, la urgencia de lo estructural”, la formación para el trabajo es columna vertebral para la generación de empleo. La reducción de costos tiene efectos positivos sobre la informalidad, pero sus efectos sobre la generación de empleo son marginales. Ejemplo de esto es la reforma tributaria del 2012, que al trasladar algunos parafiscales de la nómina (SENA, ICBF, salud) al impuesto de renta (el CREE) tuvo efectos importantes en la informalidad, pero no en el empleo.

La generación de empleo está más relacionada con la productividad laboral, que a su vez está atada a la formación del trabajo pertinente y con calidad. El libro muestra que la diferencia más importante entre la oferta laboral (quienes ofrecen su trabajo buscando empleo) y la demanda laboral (las empresas que necesitan trabajadores) está en la formación técnica y tecnológica. El gráfico muestra que mientras para la educación secundaria y universitaria hay más personas buscando trabajo que vacantes, es decir, hay desempleo, en la educación técnica y tecnológica ocurre al revés: hay vacantes que no se pueden cubrir por falta de competencias de los trabajadores.

Este diagnóstico se relaciona con el estudio de la OCDE del 2019, que plantea que una de las trampas del desarrollo en América latina es la baja productividad laboral. Un trabajador latinoamericano produce alrededor de 35% de lo que produce un trabajador de la Unión Europea, y Colombia es de los países con menor productividad laboral. No es un juicio de valor respecto a los trabajadores colombianos, es más bien una necesidad desde la política de formación para el trabajo, que debe ser pertinente y con calidad. Para esta política, el país cuenta con el SENA, entidad pública que recibe una cantidad importante de recursos. Antes de la reforma tributaria del 2012, este ingreso era el 2% de la nómina formal del país, y hoy está relacionado con el crecimiento de la economía. Colombia es entre los países en América Latina el que más cuenta con recursos para la formación para el trabajo.

Sin embargo, es necesario evaluar la pertinencia de su formación. El objetivo del SENA debe ser la empleabilidad de sus egresados. La actual administración del SENA entendió muy bien esa necesidad. Está recopilando información sobre la calidad de su formación por parte de los empresarios, haciendo un seguimiento continuo a la tasa de vinculación de sus egresados, y generó mecanismos de relacionamiento eficiente con los empresarios.

Sobre el primer punto, la segunda encuesta de calidad de la formación de los trabajadores, que ya lleva dos ediciones, una en 2021 y otra en 2022, muestra que para cerca de 92 mil empresas el 85% de ellas está dispuesto a contratar un aprendiz del SENA. Por sector económico, esta disposición varía entre el 96% en servicios públicos básicos y el 79% en actividades financieras y de seguros, y regionalmente entre el 91% en Bolívar y San Andrés, y 79% en Nariño y Putumayo. Sobre el segundo punto, la vinculación laboral de egresados del SENA muestra que a junio del 2022 6 de cada 10 egresados (el 60,2%) están empleados gracias a la formación recibida en el SENA y esta tasa ha crecido de manera constante.

Sobre el tercer punto, creó la Unidad de Atención Integral al Empresario, con gestores empresariales que ha atendido 125 mil empresas entre el 2018 y el 2021 y ha firmado convenios que buscan aumentar la competitividad del recurso humano a través de la capacitación o la trasferencia de conocimiento con grandes empresas con Frisby, Corona y Renault. El modelo busca no solo llevar el portafolio de servicios a las empresas, sino también entender cuáles son las necesidades de talento que requieren, para ir adaptando los diseños curriculares y así hacerlos más pertinentes.

Estás acciones recientes van en la dirección correcta. Primero, la identificación de brechas de capital humano se debe hacer con los empresarios. Es el aparato productivo el protagonista, y las entidades de formación como el SENA deben adaptar sus programas a estas necesidades, especialmente ahora en un mundo cambiante después de la pandemia. La unión SENA y las empresas, utilizando también otros mecanismos que ya existen como el Servicio Público de Empleo, ayuda a responder de manera más efectiva a las necesidades de capital humano con pertinencia y calidad. Segundo, el enfoque regional es esencial. Colombia es un país de regiones, y cada región tiene un aparato productivo diferente, con unas necesidades de capital humano diferentes. El análisis regional de la encuesta es importante para adaptar la formación a estas necesidades de capital humano específicas, pero el SENA debe seguir avanzando para dar respuestas más efectivas a las regiones. Por ejemplo, el Consejo Directivo está compuesto por representantes de entes nacionales y le responde al gobierno nacional más que a los territorios.

Es la dirección correcta y entendiendo la formación como una política de Estado, se debe construir sobre lo construido. Es importante que se institucionalice la encuesta de calidad de la formación, que ya tiene dos puntos en el tiempo, 2021 y 2022, y se hagan revisiones y mejoras continuas para fortalecerla. La Unidad de Atención Integral al Empresario debe hacer parte de la institucionalidad del SENA, y se debe revisar el desempeño de las mesas sectoriales, más dedicadas hoy al Marco Nacional de Cualificaciones.

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La propuesta de reforma pensional de los dos candidatos

La propuesta de reforma pensional de los dos candidatos

Autor: Mauricio Olivera

La primera vuelta dejó dos candidatos con dos propuestas de reforma pensionales diferentes. Cada una tiene aspectos favorables y desfavorables y permite dilucidar objetivos distintos. Para analizarlas, partamos de un diagnóstico largamente discutido. El sistema pensional colombiano tiene tres grandes retos que pueden clasificarse en el siguiente orden: primero, su baja cobertura. Solo 1 de cada 4 adultos mayores tiene pensión y solo 1 de cada 3 trabajadores cotiza. Segundo, desigualdad y regresividad. Las pensiones del Régimen de Prima Media (RPM) administrado por Colpensiones son en general más altas que las de los fondos privados y dan subsidios más altos a quienes más recursos pueden ahorrar. Tercero, un reto financiero en el sistema administrado por Colpensiones, pues los recursos recaudados no alcanzan para pagar las pensiones y es necesario acudir a los impuestos, monto que alcanza a ser 1% del PIB.

Para enfrentar la baja cobertura es necesario entender que esta nace del mal funcionamiento del mercado laboral y que es necesario reformar la legislación para permitir la cotización de muchos trabajadores al sistema pensional. Un esquema alternativo es la pensión universal, no basada en una cotización a la nómina sino pagada con impuestos, esquema propuesto por la misión de empleo cuyos resultados el gobierno presentó recientemente. La desigualdad proviene de la diferencia de la forma de liquidar la pensión entre los dos regímenes, el RPM y el Régimen de Ahorro Individual (RAIS) administrado por los fondos privados. En el primero el cálculo de la pensión se basa en el salario, mientras que en el segundo se basa en el monto ahorrado, y esto genera una diferencia en el monto de la pensión. La regresividad se da en la medida en que en el RPM lo cotizado no alcanza para cubrir el monto de la pensión y son necesarios recursos adicionales. Mientras más alta sea la pensión, es decir, mientras más capacidad de ahorro haya tenido la persona a lo largo de su vida laboral porque tuvo un mayor salario, más alto es el subsidio. De ahí entonces nace el reto financiero. Los recursos adicionales para las pensiones del Régimen de Prima Media provienen de los impuestos, dado que lo que cotizan los trabajadores no es suficiente para pagar las pensiones. Se enlaza el tema financiero con la baja cobertura.

¿Cómo enfrentan estos retos las propuestas de los dos candidatos? El programa de gobierno del candidato Rodolfo Hernández entiende que el problema de baja cobertura nace en el mercado laboral y enfoca parte de sus objetivos en la generación de empleo productivo y formal. Lo llama empleo digno y vocacional. Busca además fortalecer el programa de Beneficios Económicos Periódicos (BEPS) atado al programa Colombia Mayor, y plantea además una renta básica para aquellos adultos mayores que no hayan logrado cumplir con los requisitos para obtener una pensión. Estos son dos puntos favorables que buscan aumentar la cobertura.

Sobre la regresividad y la desigualdad y el reto financiero, la propuesta no es clara. Su programa de gobierno afirma que se gravarán con impuestos las pensiones altas, y que Colpensiones se reformará para competir con los fondos privados, captando ahorros y generando inversiones. Sobre este punto, la propuesta más discutida es la de pilares, en la cual el RPM y el RAIS se complementan, con los trabajadores cotizando parte de su salario en Colpensiones y otra parte en los fondos privados. De esta manera se eliminarían los subsidios de las pensiones altas, lo que ayudaría a disminuir la regresividad y a alivianar la presión sobre las finanzas públicas.

Sin embargo, en la propuesta del candidato Rodolfo Hernández parece ser que se liquidarían y pagarían las pensiones altas, manteniendo la regresividad, y se recuperarían solo parte de estos recursos con impuestos. Sobre Colpensiones, no es claro si se convertiría en una AFP y competiría por afiliados con los fondos privados. Estos dos puntos son discutibles, pues lo que debería buscarse es eliminar la regresividad y reducir el reto financiero, y el Estado y el mercado -Colpensiones y los fondos privados- pueden cumplir misiones diferentes, complementándose, y no competir entre ellos.

La reforma propuesta por el candidato Gustavo Petro se basa en la reforma de pilares, que es la mejor alternativa frente a la pensión universal debido a los costos fiscales y a la necesidad de una reforma tributaria que esta última acarrearía. Sin embargo, plantea que en Colpensiones se cotizarán hasta 4 salarios mínimos, y, en la medida en que menos del 10% de los trabajadores ganan por encima de este nivel, la mayoría de los trabajadores estará en este régimen. Persistiría entonces gran parte de la regresividad, las finanzas públicas seguirían presionadas por recursos adicionales para pagar estas pensiones en el futuro, y el papel del RAIS se reduciría. El sistema de pilares es adecuado para enfrentar los retos de desigualdad, regresividad y financieros, pero a un nivel inferior de salarios mínimos cotizados en Colpensiones. Sobre la cobertura no ahonda en una reforma laboral para generar empleo formal y de esta manera aumentar la cobertura. Propone también de aumentar el monto de recursos que Colombia Mayor transfiere a los beneficiarios que no lograron los requisitos de pensión.

En suma, las dos propuestas tienen puntos favorables y desfavorables. La del candidato Hernández busca aumentar la cobertura, lo que es adecuado, pero no es clara sobre el papel del Estado en el sistema pensional. La del candidato Petro busca que el Estado juegue un mayor papel, lo que si no es implementado adecuadamente podría no ser sostenible, aunado a que no presenta soluciones para la baja cobertura.

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El próximo gobierno y el desarrollo sostenible

El próximo gobierno y el desarrollo sostenible

Autor: Oscar Rodríguez

El próximo gobierno, cualquiera que sea, deberá consolidar las acciones programadas para el desarrollo de varias agendas de sostenibilidad, establecidas a partir de compromisos internacionales que ha adquirido el país. La más importante y general es la relacionada con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), la cual define metas concretas a obtener hacia 2030. Para ello, Econometría está desarrollando un estudio de evaluación de la coherencia de las políticas necesarias para cumplir los ODS relacionados con temas climáticos, ambientales, de gestión de riesgo y de desarrollo agropecuario sostenible.

El principal problema que tendrá el próximo gobierno en desarrollo sostenible no es definir hacia dónde ir. Los compromisos y objetivos están claramente definidos, las acciones necesarias están establecidas y se han comenzado a desarrollar muchas iniciativas por los gobiernos anteriores. El verdadero reto es encontrar cómo alcanzar la eficiencia del aparato estatal y la articulación institucional para garantizar la eficacia de las intervenciones de política y, por ende, lograr la efectividad de dichas acciones.

Un ejemplo es la agenda climática, dentro de la cual Colombia ha sido líder en establecer objetivos y propósitos. Se aumentó la ambición en las metas para buscar la carbononeutralidad en 2050 y tener una senda de desarrollo resiliente con alta adaptación a los efectos del cambio climático. Para implementar esta agenda se han formulado múltiples políticas, estrategias y planes. El próximo gobierno deberá incorporar dentro del Plan Nacional de Desarrollo las iniciativas correspondientes para ejecutarlas.

También se han expedido leyes como la de Cambio Climático en 2018, que establece el Sistema de Comercio de Emisiones (SCE) y la de Acción Climática en 2021, que establece las metas de corto, mediano y largo plazo para un desarrollo bajo en emisiones de carbono y resiliente al clima. Una tarea urgente es su reglamentación para pasar del diseño y la planificación a la implementación de medidas efectivas. Eso incluye establecer las reglas del juego para el funcionamiento del Sistema de Comercio de Emisiones (SCE) y en general de los mercados de carbono. Econometría ha participado en los estudios de diseño del SCE y ha realizado varios estudios para recomendar reglas del juego en los mercados voluntarios de carbono. Así pues, la mayoría de los insumos están disponibles, pero se deben expedir los actos administrativos correspondientes. Se debe terminar de crear e interconectar los sistemas de información climática, así como fortalecer las capacidades técnicas y humanas de las entidades que deben usar esta información. También se deben adelantar temas pendientes como la defensa de los páramos, aprobar el Acuerdo de Escazú e implementar el CONPES de control de la deforestación.

Para consolidar las políticas, planes y estrategias formuladas y establecer una ruta de implementación, en 2021 se formuló la Estrategia Climática de Largo Plazo (E2050). Esta es una agenda prospectiva que además de buscar la mitigación y adaptación frente al clima, plantea las transformaciones estructurales necesarias buscando el bienestar de la población y mejorar la competitividad en un mundo futuro, cada vez más preocupado por el ambiente.

Estos cambios incluyen: mejorar el conocimiento y la capacidad de tomar decisiones; adecuada gestión de la biodiversidad; innovación tecnológica productiva, economía circular y bioeconomía; una transición energética diversificada; ciudades inteligentes, etc.

Los objetivos transversales, como el ambiental, necesitan mayor articulación entre entidades, pues la arquitectura institucional del país está diseñada con un enfoque sectorial. El logro de los objetivos de largo plazo requieren la implementación de políticas de sostenibilidad tanto generales como específicas para cada sector.

La articulación institucional es similar a esas carreras en donde dos personas se amarran de un pie para avanzar. Se deben poner de acuerdo en pisar al tiempo y correr a un mismo ritmo. Cada corredor debe tener buena coordinación en su cuerpo y además entender y adaptarse a los movimientos del otro. Si esto es difícil entre dos personas, imaginemos a 16 ministerios tratando de avanzar de manera coordinada cuando cada uno tiene sus propios afanes y metas sectoriales que cumplir. Sin embargo, aunque es una tarea compleja, no es imposible de lograr; las orquestas sinfónicas lo hacen todo el tiempo, pero se requieren las señales de un director que le indiquen a todos el ritmo y a cada uno la intensidad y el momento en el que debe entrar. A esto es a lo que se le llama comúnmente la voluntad política.

La voluntad política frente a los temas transversales implica un nivel de prioridad alta del tema por parte del gobernante de turno. Los temas transversales, como los ambientales, la inclusión productiva, inclusión social, el enfoque diferencial y lucha contra la corrupción, son políticamente correctos y populares, por lo que suelen estar enfatizados en los planes de gobierno de los candidatos, pero no en la gestión. La verdadera voluntad política solo se podrá evidenciar si el próximo presidente toma la batuta del tema para dirigir con ímpetu esa orquesta.

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La confianza en el Estado, columna de Econometría

La confianza en el Estado

Autor: Mauricio Olivera

Antes de la pandemia, Colombia venía avanzado de manera paulatina en sus políticas sociales, en un entorno macroeconómico estable, cumpliendo con los límites de la política fiscal. De hecho, uno de los activos más importantes con el que contamos los colombianos es la estabilidad macroeconómica. Excepto la crisis de 1999 -antes de la generada por la pandemia- no hemos sufrido de la volatilidad macroeconómica de Argentina o de implosiones económicas como la venezolana. Históricamente, la década de los 80 se denomina “la década perdida” de América Latina porque la mayoría de países de la región sufrieron crisis económicas profundas debido a su alto nivel de deuda pública y su inestabilidad fiscal.

Colombia fue uno de los pocos países que no sufrió esta crisis. Sin embargo, los buenos resultados macroeconómicos no se han visto acompañado por buenos resultados en la gestión del gasto público. Los colombianos confiamos muy poco en el Estado. A pesar de los avances sociales que se han logrado en este siglo, que se reflejan en la reducción de la pobreza, que de acuerdo con los datos del Banco Mundial se redujo de 16,8% en el año 2000 a 4,9% en 2019, vemos el Estado como un ente paquidérmico y corrupto. Datos de la encuesta de Latinobarómetro prepandemia muestran que para el 2018 la confianza en el gobierno era de 22%, siendo esta una de las instituciones con menor confianza, al lado del Congreso y de los partidos. Otra encuesta, Edelman Trust Barometer, muestra que para 2021 la confianza en el gobierno colombiano es de 33%, ubicando al país en el puesto número 25 entre 28 países donde se realiza la encuesta.

La poca confianza en el Estado puede basarse en varias hipótesis. Una de las más recientes, planteada por la OCDE en 2018, afirma que a medida que se va reduciendo la pobreza va creciendo una clase media vulnerable, con posibilidades de caer en la pobreza, y más exigente con el Estado. La insatisfacción con los servicios públicos, la educación pública, y la seguridad ciudadana es creciente. Y a este hecho estructural de baja confianza en el Estado se le suma la crisis generada por la pandemia, que aumentó la pobreza, generó desempleo y redujo los ingresos de muchos hogares.

Por esto es necesario fortalecer el papel del Estado. En su libro “Colombia después de la pandemia: La urgencia de lo estructural” Econometría plantea que los resultados macroeconómicos del Estado en términos de la estabilidad macroeconómica han sido satisfactorios. Sin embargo, los resultados microeconómicos, en términos de eficiencia del gasto público y la satisfacción de los ciudadanos, han sido mediocres.

Para enfrentar este reto, es necesario que llegue un gobierno que genere confianza, que tenga como objetivo atacar la corrupción, pero es importante ir más allá. Varias propuestas. Por un lado, la reforma presupuestal. En Colombia se sabe cuánto gasta el sector público, y se controla cada peso que se gasta, pero no se sabe exactamente para qué se gasta y qué se logra con ese gasto. Es importante reformar la forma de hacer el presupuesto a una que permita identificar y hacer seguimiento a los programas y proyectos para identificar si ese gasto es eficiente para lograr sus metas e impactos en la calidad de vida de los ciudadanos.

Se conoce el presupuesto por entidad, y su división entre gastos de nómina, transferencias e inversión, pero no se sabe si el gasto de nómina está condicionado a algún resultado específico, o atado a la inversión. Para esta reforma, la coordinación entre el Departamento Nacional de Planeación, encargado del gasto de inversión, del Ministerio de Hacienda, encargado del gasto de funcionamiento (nómina y transferencias), y del Departamento Administrativo de la Función Pública, el departamento de talento humano del Estado, es esencial. Otro punto importante es la cultura de servicio al ciudadano. Contamos con un Estado desconectado de las necesidades y las exigencias de los ciudadanos. El servicio al ciudadano en muchos casos es paquidérmico. Mientras que en el mercado se ha evolucionado hacia un servicio experiencial, en el Estado no existe una cultura de servicio acompañada de unos procesos que lo agilicen.

Aunque uno de los grandes logros de la Constitución de 1991 es la tutela para agilizar el cumplimiento de los derechos de los ciudadanos, y cuando no se cumple un derecho, el desacato puede llevar una orden de arresto de un funcionario, este mecanismo debería ser la excepción. En muchos casos es la regla. Mientras más tenga que usar el ciudadano este mecanismo para lograr el cumplimiento de sus derechos, menos confianza en el Estado tendrá. Claramente, es necesario compatibilizar las exigencias ciudadanas con las capacidades del Estado, pero para eso es importante entender bien no solo con cuantos recursos se cuenta, sino también para qué se usan y la eficiencia en su uso. Este punto nos lleva nuevamente a una reforma presupuestal.

La pandemia generó un aumento en el gasto público y una disminución en los ingresos por impuestos, y por consiguiente un aumento de la deuda. El país enfrenta la doble obligación de ajustar las finanzas públicas para preservar la estabilidad macroeconómica y sostener o inclusive aumentar el gasto público para continuar atendiendo los efectos negativos de la pandemia. Es un doble reto: una reforma tributaria, ojalá basada en la confianza de los ciudadanos. Pero para esto es esencial fortalecer el desempeño del Estado para atender las necesidades de los ciudadanos. Ganarse la confianza de los ciudadanos.

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