La Política Nacional del Cuidado: Ahora podemos cuidarlas también a ellas
- noviembre 7, 2025
- Colombia
- Artículos de prensa
Escrita por: David Orjuela, consultor de Econometría.
En febrero de este año, el Gobierno Nacional expidió el documento Conpes 4143 en donde presentó la Política Nacional del Cuidado que busca transformar la organización social del cuidado en Colombia con un horizonte hasta 2034, que busca garantizar el goce efectivo de los derechos de las personas cuidadoras, incluyendo el derecho a cuidar en condiciones dignas, así como el derecho a recibir cuidado, apoyo o asistencia. Esta política tiene una visión amplia del cuidado, puesto que lo reconoce como un derecho fundamental y un pilar para el sostenimiento de la vida en interdependencia.
El documento reconoce que los escenarios sociales (que son esos espacios geográficos, temporales e ideológicos donde las personas interactúan, creando y reconstruyendo la realidad social) de las personas cuidadoras se reducen debido al tiempo dedicado a esa actividad, especialmente cuando la persona cuidada tiene un alto grado de dependencia. Reconoce, además, que la población cuidadora no remunerada enfrenta una falta de acceso a servicios especializados en salud mental y apoyo psicosocial, así como de espacios de respiro, todo lo cual limita su bienestar integral.
Por lo anterior, una de las estrategias de la Política Nacional del Cuidado es la de reconocer y proteger las prácticas de cuidado comunitario y colectivo, como las propias de comunidades campesinas y pueblos étnicos. En línea con lo anterior, uno de sus objetivos es el de promover y fortalecer la asociatividad solidaria en las poblaciones relacionadas con el cuidado.
No es un secreto que la mayor parte de estas actividades de cuidado recae sobre las mujeres, ya que, según las cifras del Dane citadas en el documento citado, entre septiembre de 2020 y agosto de 2021 las personas cuidadoras no remuneradas de tiempo completo ascendieron a 6,8 millones, de las cuales 85,7% eran mujeres. También se afirma que la dedicación promedio diaria al cuidado no remunerado es de 7 horas y 44 minutos entre las mujeres, y de 3 horas y 6 minutos para los hombres.
Así mismo, según la Encuesta de Calidad de Vida del Dane, los hogares con jefatura femenina han pasado de 38% en 2019 a 46% en 2024. De estos hogares, en 2024, se estima que 69% son monoparentales; es decir, en 2024 tres de cada diez hogares en Colombia son hogares con jefa mujer sin cónyuge. Esto demuestra la importancia que tiene el diseño de estrategias enfocadas en mujeres cuidadoras y/o jefas de hogar para, además de mejorar su situación económica y sus condiciones materiales, construir y reforzar redes de apoyo o círculos de amistad, especialmente cuando el vínculo entre estos elementos con el bienestar mental y el empoderamiento de las mujeres ha sido ampliamente evidenciado.
Así, por ejemplo, un estudio reciente realizado en Econometría Consultores para evaluar el impacto social que tuvo un programa de capacitación textil sobre las mujeres de un municipio de Boyacá, demostró que los mayores resultados de esta estrategia están relacionados con el mejoramiento de la salud mental, la autoestima y las redes de apoyo de las mujeres participantes. Este programa, diseñado e implementado por una fundación de una empresa carbonera de Boyacá, está orientado principalmente a mujeres dedicadas oficios del hogar (55% de las beneficiarias se dedican a ello). Allí se les imparten diversos cursos de costura y tienen la oportunidad de compartir espacio con otras mujeres estudiantes, supervisoras e instructoras.
En estos espacios las mujeres participantes no solamente tienen la posibilidad de adquirir conocimientos técnicos especializados, también tienen la oportunidad de dialogar, socializar, crear tejido social y compartir con otras mujeres en las cuales también encuentran problemas, sueños y vivencias similares a las suyas. Esto les da la oportunidad de sentirse acompañadas, escuchadas y entendidas. Así lo demuestran los datos, pues 73% de las participantes estuvo de acuerdo en que, gracias a los cursos textiles, se sienten más seguras y capaces de realizar actividades que antes consideraba difíciles, así como de afrontar de una mejor manera situaciones adversas; mientras 71% de ellas concordó en que pertenecer al programa les permitió contar con un grupo de apoyo, conformado por profesoras y compañeras, para obtener consejos y buscar soluciones a problemas de la vida diaria.
Estos hallazgos se traducen en un mejoramiento real y medible de la calidad de vida de las participantes, ya que, una vez monetizados todos los beneficios sociales generados por el programa a través de la metodología del Retorno Social de la Inversión (Sroi por sus siglas en inglés), aproximadamente 84% de estos beneficios monetarios se asocian al mejoramiento de las redes de apoyo de las participantes y de su autoestima.
Iniciativas como esta brindan excelentes antecedentes y casos de estudio, con resultados evaluados, para que el Gobierno trace estrategias y líneas de acción que apunten a mejorar la calidad de vida de las mujeres cuidadoras y/o jefas de hogar, principalmente en aspectos a los que, generalmente no se les da especial importancia, como lo son su autoestima o su dimensión social.
Así pues, la expedición Política Nacional del Cuidado es una oportunidad única para reconocer y mejorar la calidad de vida de las mujeres que a diario se esfuerzan por sacar adelante su hogar y que, con su trabajo no remunerado, contribuyen al crecimiento económico del país, pues su esfuerzo ha sido determinante para que gran parte de la población aprenda a hacer actividades tan importantes como leer, socializar y cuidar, sin lo cual, la producción e intercambio de bienes y servicios no sería posible.
Y no solo se trata de crear programas orientados a otorgar subsidios o salarios, que son muy merecidos, sino también de cuidar otras dimensiones de sus seres, como facilitar y crear espacios en donde puedan construir comunidad, para que, viéndose reflejadas en sus pares, puedan compartir experiencias, socializar y sanar heridas que normalmente ocultan en su interior para no incomodar o preocupar a quienes cuidan y que, por lo tanto, dependen de ellas.
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