Cuando pensamos en el colegio, muchas veces imaginamos una jornada completa: clases en la mañana, recreo, almuerzo, y más clases en la tarde. Pero esa no es la realidad para todos los niños, niñas y jóvenes en América Latina. En la región, millones de niños estudian solo 5 horas al día en promedio, 27,5 horas a la semana, frente a un promedio de 32 horas a la semana para países de la Ocde (ver https://blogs.worldbank.org/en/latinamerica/educacion-el-poder-de-las-escuelas-de-tiempo-completo). A los bajos niveles de tiempo escolar se suman brechas en la calidad del aprendizaje. Los resultados más recientes de las pruebas Pisa (2022) revelan que tres de cada cuatro estudiantes en América Latina y el Caribe no alcanzan el nivel mínimo de competencias en matemáticas, y en lectura, más de 55% se ubica también por debajo del umbral básico de comprensión lectora. Tanto Colombia como Paraguay obtuvieron resultados inferiores al promedio de la Ocde en Pisa 2022: el puntaje promedio en matemáticas fue de 383 puntos para Colombia frente a 475 puntos en los países Ocde, y Paraguay (junto con República Dominicana) se ubicó entre los más rezagados con alrededor de 338 puntos. Según estimativos del BID y Banco Mundial (Banco Interamericano de Desarrollo y Banco Mundial (2024)) estos puntajes equivalen a entre 5 y 7 años de diferencia en escolaridad comparados con los estándares de la Ocde. Estas cifras muestran que no solo estamos enseñando menos tiempo, sino también con menor efectividad (Arias, E., Giambruno, C., Morduchowicz, A., & Pineda, B. (2024)). Las brechas en el tiempo que pasan en el colegio y en la calidad de la educación afectan las oportunidades futuras de niños, niñas y jóvenes ¿Qué se puede hacer al respecto?
Una de las propuestas que ha tomado fuerza en la región para reducir estas desigualdades es una jornada ampliada en colegios oficiales, denominada Jornada Escolar Extendida, JEE, en algunos países o jornada única en Colombia. La idea es que los estudiantes permanezcan más horas en el colegio, idealmente con acceso a más horas de clase en áreas básicas, tiempo para el desarrollo de actividades artísticas, deportivas o de apoyo escolar, con los materiales, equipos y docentes con los perfiles adecuados, buscando siempre un balance entre las diferentes asignaturas que mejore el bienestar y motivación de los estudiantes.
La lógica es simple: si el tiempo en el colegio es una oportunidad para aprender, ampliar esa jornada puede ser una herramienta poderosa para cerrar brechas. Una reciente publicación del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, (Gamberini, Gambi, & Vinacur, 2025) analiza experiencias internacionales y regionales de la JEE, destacando su potencial para mejorar aprendizajes, reducir desigualdades y fomentar el desarrollo integral. De igual forma, se resalta que la JEE puede adoptar diversas formas, según las necesidades educativas y los contextos específicos: extensión moderada del horario escolar, Jornada Escolar Completa, escuelas en tiempo integral con currículo diversificado y actividades extracurriculares obligatorias. Pero la clave está en los detalles: ¿cómo se implementa?, ¿con qué recursos?, ¿para qué se usa ese tiempo adicional?
La evidencia muestra una asociación positiva entre el aumento del tiempo escolar y el rendimiento académico, aunque con matices importantes. La gráfica muestra que para la mayoría de los países de América Latina existen mejoras moderadas en el desempeño académico con la extensión de la jornada escolar, a pesar de las diferencias en las modalidades de extensión. Se identificó también que este efecto es usualmente mayor para las poblaciones más vulnerables, lo que evidencia que la JEE puede ayudar a cerrar brechas. Específicamente, una evaluación del Programa de Jornada Extendida en Paraguay, realizada en 2024 por Econometría Consultores con apoyo de Equilibrium, mostró que los estudiantes que participaron en la jornada extendida mejoraron su rendimiento académico, especialmente en matemáticas en tercero de primaria.